Cultura

«El problema de España es que ha sido profundamente religiosa»

Para muchos es un pensador especialmente atento a las cuestiones estéticas y culturales. Para otros, el novelista de Historia de un idiota contada por él mismo.

el 18 nov 2014 / 16:00 h.

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Azúa (Barcelona, 1944), uno de los intelectuales españoles más conocidos, acaba de sumar un nuevo premio a su palmarés: el Caballero Bonald de Ensayo por su obra Autobiografía de papel (Mondadori).

Me gustaría empezar comentando cierta idea que apareció en un libro suyo hace tiempo: el arte como «sustituto laico de la religión». ¿Lo sigue creyendo así? Todas las artes clásicas sustituyen naturalmente a la religión. Es una inquietud que ya está en Sófocles, en ese coro de Antígona que dice que «nada hay más inquieto que el ser humano». Para explicarnos esta extraña situación en el cosmos, donde estamos todos metidos en una mota de polvo y rodeados de trillones de vacío y pedruscos, tenemos tres herramientas: una, la que goza de mayor predilección en este momento, es la ciencia; otra, muy importante, es la religión. Y la tercera es el arte, que nos permite representarnos a nosotros mismos en el universo. En un momento en que la religión ha desaparecido y la ciencia se ha estancado, porque está parada desde 1940, el arte ha cogido el relevo. Las iglesias actuales son los museos, y ya nadie sabe muy bien cuáles son los límites de la cultura, pues se ha ampliado a la peluquería y hasta las carreras de motos. Creo recordar que al formular aquella idea añadió un sustituto más: la nación. Pertenece al mismo registro. Piensa que cuando los de Cataluña dicen que tienen derecho a ser independientes, lo hacen en un sentido cultural. Afirman que tienen una cultura propia, una lengua. En la religión nacionalista, el dios es la Nación, ésta tiene un componente divino. Tengo amigos separatistas que dicen sin ningún sonrojo que ellos se morirán, pero Cataluña seguirá viviendo. El problema es que España, por desgracia, ha sido profundamente religiosa. No hemos tenido nada, ni Estado, ni democracia, ni siquiera monarquía, por eso ha sido la única fuerza vertebradora ha sido la religión, es lo único que ha funcionado. Y prescindir de eso produce pánico, sobre todo en las masas más débiles y frágiles. El abismo es terrible. Usted ha sido muy crítico con el mundo árabo-musulmán en general. ¿Cree que se trata de una cultura congénitamente degradada, el problema es que nunca se culminó allí la Ilustración…? Es muy simple, son países que viven como vivíamos nosotros en el siglo IX, en el X, algunos llegan hasta el XII, pero no mucho más allá. Me parece muy bien que se queden ahí, me parece muy bien que sus mujeres valgan menos que las cabras. Pero no puedo soportar que los respetemos. No quieren respeto, quieren humillarnos a los demás, y que digamos que son igual que nosotros o superiores. Y dado que no pueden convencernos con argumentos y su situación material es lamentable, recurren al terrorismo. Cuando la pelea actual se plantea entre esa Alemania que aprieta las tuercas a los países del Sur, y el mundo griego, o griego-otomano, si se quiere, ¿se posiciona? No es cuestión de simpatía, me cae fatal cualquier burocracia y cualquier estado, y no te digo el estado alemán. Pero la opción es muy simple: o  hacemos lo que nos manda la gente que trabaja, o nos hundimos. Hundirse es una posibilidad, no me da ningún miedo. Volver a la miseria franquista no me asusta, pero hay que saber a qué volvemos. Cuando los de Podemos, que hubieran podido hacer algo interesante, te ofrecen como soluciones el chavismo y el impago de la deuda, ya lo entiendo: quieren volver a la autarquía franquista, y están buscando un caudillo. ¿Qué va a poder aportar la filosofía a todo este debate? Yo lamento hablar siempre como Casandra, pero la filosofía se ha acabado. Si te pregunto que me hables de un filósofo actual, me vas a hablar de Sloterdijk o… O Zizek… Claro, y esos son fenómenos televisivos, es periodismo, que es lo que digo en este libro que me han premiado. Hay quien se enfurece cuando digo esto, pero que me traigan un ejemplo de lo contrario. ¿Agamben? Agamben pertenece a mi generación, ahí todavía quedaban filósofos, los hubo. Algunos eran mayores que nosotros, nuestros maestros... Hasta Foucault, Derrida, hubo filosofía. Ya después no hay. Y luego están los otros, los del Partido Comunista, Badiou y tal, pero ya sabemos que es lo que vende el PC. Es como pretender que Althusser era un filósofo. No, era un ideólogo. Desde que murió Agustín García Calvo, en España, nada. ¿Y quién lo leerá hoy? Así es. Por desgracia, nadie.

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