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'Es imposible que el Estado garantice la vida de una mujer maltratada'

Le gusta el trabajo bien hecho. Por eso si tiene que paralizar su juzgado para revisar todas las causas, no lo duda. La juez del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 3 de Sevilla es una mujer ordenada y teme que el nuevo servicio de guardia le impida dedicar el tiempo que cada víctima requiere.

el 15 sep 2009 / 21:59 h.

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-Los juzgados de Violencia acaban de salir de una huelga de funcionarios. ¿En qué medida os ha afectado el paro?

-Bastante. Hemos vuelto a fijar los juicios suspendidos, pero actuaciones que podían haber concluido en diciembre o enero, ahora van a tener un retraso de tres o cuatro meses, como mínimo. Esto supone que a las víctimas se les va a hacer Justicia, pero más tarde.

-¿Es necesario ampliar la plantilla de las guardias?

-Los juzgados están bien dotados con 10 funcionarios, pero para las guardias estamos infradotados con cuatro. Si no consideran que necesitamos la plantilla completa, al menos seis funcionarios. En nuestra primera guardia una perjudicada se fue, porque en tres horas no pudimos atenderla. Queremos hacer el trabajo bien, pero necesitamos que se nos dé personal.

-Los jueces están alertando de la sobrecarga de trabajo. ¿Le ocurre a los juzgados de Violencia?

-Mi juzgado lleva funcionando dos años y no tiene la carga de trabajo de los números 1 y 2. Lo que me preocupa es el poco tiempo que nos queda entre guardia y guardia y el cansancio al ser tres días seguidos. Este ritmo va a hacer que el trabajo del juzgado se ralentice. Vamos a hacer un esfuerzo, pero no sabemos si llegará un momento en que estemos sobrecargados.

-¿Entonces, las guardias perjudicarán más a las víctimas?

-En cierto sentido sí, porque tenemos menos tiempo para ver los asuntos. Nos restan días y se ralentiza el trabajo diario, pero es algo que no podemos evitar.

-¿Y contáis con medios para poder abordarlas?

-El primer problema que tenemos es la dispersión de las sedes judiciales, lo que obliga a la Policía a hacer cuatro conducciones diarias de detenidos, para lo que no tiene recursos. Otro problema es que no se nos ha dotado de un forense, así que tenemos que llamar al que esté de guardia en el Prado. Además, no hay un punto de coordinación que distribuya las órdenes de protección a los cuerpos policiales, sino que tenemos que mandarlas por fax a cada cuerpo. Tampoco tenemos conexión informática con Penal y Familia. Se pidió en septiembre pero no sabemos si se hará.

-¿Ha aumentado el número de denuncias en 2008?

-Sí, y lo que es positivo es que cada vez se están presentando más denuncias por terceras personas, no sólo las víctimas, sino su entorno.

-¿Hay entonces más conciencia social?

-Creo que sí. Pero en esta materia hay que seguir trabajando mucho, no nos tenemos que quedar en sancionar al maltratador, porque el maltrato tiene una causa y hay que ir a ella. Al maltratador habría que darle apoyo psicológico, obligarle a someterse a tratamiento. Sé que esto requiere inversiones económicas, pero si queremos que la violencia disminuya hay que ir al origen del problema y no sólo a sancionar. Muchas víctimas vienen aquí, no para que se condene a su pareja, sino a que se le ayude, pero no es nuestro trabajo.

-¿Por eso las retiran?

-Las retiran porque su expectativa no se ha cumplido, otras por dar una oportunidad al denunciado o por los niños... Hay muchos motivos. Esta es una materia en la que las relaciones humanas son muy complejas y cada uno tiene su vida y sabe sus razones. Les preguntamos si lo hacen libremente o si están presionadas. Pero aunque se retiren, si hay testigos, seguimos adelante y esto se lo hacemos saber.

-¿Hay tantas denuncias falsas como se dice?

-Hay algunas, no voy a decir que no. Hay mujeres que creen que al poner una denuncia en Violencia su divorcio irá más rápido y, a veces, nos lo reconocen. Desde que estoy aquí sólo he deducido testimonio en tres ocasiones. A veces tienes la intuición de que no es cierto, pero no tienes pruebas. Hay casos, pero quiero pensar que la mayoría de las denuncias son ciertas.

-Antes decía que han aumentado las denuncias ¿Es porque hay más conciencia o porque hay más casos?

-Sí que es verdad que las mujeres están perdiendo el miedo a denunciar. También es verdad que, no es que haya más casos, sino que hay parejas que no saben solucionar sus desacuerdos sin recurrir al insulto o al empujón. Desde que tenemos la Ley de Violencia hay mujeres que en cuanto reciben este trato denuncian. Pero son casos de violencia mutua. Hay muchos de éstos, que incrementan el nivel de denuncias.

-Muchos hombres dicen que la Ley es discriminatoria...

-Existe la idea de que nos creemos a las mujeres y que si éstas denuncian, el hombre no tiene defensa. Esto no es así, porque hay que encontrar pruebas. Sí que es verdad que cuando dictas una orden de protección, es el hombre el que se va de casa, por eso comprendo que en la opinión pública haya la idea de que si te denuncia la mujer estás perdido.

-¿Las órdenes son efectivas?

-Pueden ser una medida suficiente, porque hay hombres que el hecho de tenerlas les frena, pero a otros no. Existen las pulseras telemáticas, pero requieren de un control las 24 horas.

-Hace poco hubo un caso que las dejó en entredicho...

-No es una mala medida, pero no es perfecta. Creo que es absolutamente imposible que el Estado garantice la vida de una mujer maltratada porque eso supondría que al agresor esté en prisión toda la vida o que la mujer tenga las 24 horas un guardaespaldas, y aun así sería insuficiente. Un porcentaje elevado de las órdenes cumple su función, pero hay un riesgo de que se quebranten.

-¿Qué pasa por la cabeza de un juez cuando ve que una mujer ha sido asesinada por su maltratador?

-Lo primero que piensas es si esta mujer había denunciado y si tenía una orden de alejamiento, porque si era así, como juez tenía conocimiento de que había sido maltratada. Pero también es cierto que a veces se denuncia y nosotros no damos las órdenes porque el hecho no es del todo creíble o no existe riesgo. Ahí es cuando te sientes mal porque te preguntas: en qué me he equivocado. También me he planteado el caso contrario, dar la orden y a lo mejor esa persona no tenía intención de pegar a la denunciante, pero el dictar la orden puede llevarle a hacer algo que no había pensado.

-¿Se ha encontrado en esa situación?

-El único asunto que tengo de una mujer que llegó a fallecer no había denuncia previa, que es el caso de Bellavista.

-¿Hay algún caso que le haya marcado especialmente?

-He tomado declaración a mujeres que cuando han salido de mi despacho casi me he echado a llorar. Recuerdo en concreto a tres, porque no sólo eran ellas las víctimas, sino también sus hijos, y cuando hay menores soy especialmente sensible. Me impresionó cuando exploré a estos niños porque han asumido la violencia como algo normal y eso no es bueno. Son casos que he seguido de cerca, incluso cuando los he mandado para juicio, por saber si esa mujer había sido capaz de mantener su declaración, pues hay muchas absoluciones porque ellas se niegan a declarar en la vista.

-¿Está preparado un juez, tanto en formación como emocionalmente, para estos casos?

-Nos formamos con cursos, leemos mucho sobre otras disciplinas que intervienen en Violencia. A mí me gusta hablar de mis causas con los médicos forenses y los trabajadores sociales. Ésta es una materia en la que se aprende más por el trabajo diario y la relación con otros profesionales.

-¿Se va a su casa con la satisfacción de haber hecho un buen trabajo?

-Hay días en que sé que he hecho algo bueno por alguien y te vas con la ilusión de haber ayudado a una persona. Otros días, te vas con el miedo en el cuerpo. Aquí vivimos en sobresalto, porque no sabes por dónde va a saltar, aunque te vayas con los deberes hechos siempre tienes miedo.

(Lea la entrevista completa en la versión impresa de El Correo de Andalucía).

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