Tras el alto el fuego declarado de forma separada por Israel y Hamás, la población de la franja de Gaza trataba ayer de regresar a la normalidad, después de 22 días de ofensiva militar israelí, que ha costado la vida a más de 1.300 personas, entre las que se encuentran 420 menores.

Los miles de palestinos que se vieron obligados a dejar atrás sus hogares y a refugiarse en viviendas de familiares o en improvisados refugios, como escuelas de la ONU, se despertaron en la mañana de ayer conmocionados y aturdidos por el grado de destrucción en las calles.

El trágico recuento de víctimas mortales en las tres semanas de constantes bombardeos aéreos israelíes e intensos combates terrestres ha dejado 1.310 muertos, mientras que los heridos ascienden a 5.500, según el portavoz del servicio de emergencias del Ministerio de Sanidad en Gaza, Moawiya Hasanín. Los equipos de rescate de la franja se afanaban ayer en localizar cadáveres sepultados bajo los escombros de edificios destruidos. A estos trabajos se suma el de las excavadoras que tratan de limpiar calles y carreteras para permitir que se reanude el tráfico.

El Ministerio de Vivienda de Hamás cifró en 4.000 el número de casas completamente destruidas y en más de 20.000 las que han sufrido algún tipo de daños, mientras que las pérdidas materiales ascienden a cerca de 1.200 millones de euros. Para ayudar a la reconstrucción de la franja, el rey de Arabia Saudí, Abdalá bin Abdelaziz, anunció ayer una donación de cerca de 800 millones de euros. El monarca saudí hizo el anuncio en el discurso que pronunció durante la cumbre económica árabe que se abrió ayer en la capital kuwaití, con la presencia de unos veinte jefes de Estado de la región, para adoptar una postura común.

La sensación que impera entre el millón y medio de habitantes de la franja es de una tristeza que se refleja en sus caras, en las que se mezcla la desesperación, la rabia y la sensación de pérdida.

Los tanques y carros de combate israelíes también han dejado las huellas de sus orugas en terrenos y campos agrícolas alejados de los núcleos urbanos, que eran en muchos casos una de las principales fuentes de ingresos y espacios de esparcimiento de las familias. Los dos lugares más admirados en el corazón de la ciudad de Gaza, de arquitectura moderna, como la plaza donde se ubica el Parlamento palestino y un cruce próximo al edificio al-Saraya que alberga los principales cuarteles de seguridad, han sufrido severos daños.

Más disparos. Pese al alto el fuego, en el norte de Gaza se registraron ayer enfrentamientos esporádicos entre tropas israelíes y milicianos de las Brigadas de Hizbulá en Palestina y del Frente Popular para la Liberación de Palestina, que no se adhirieron a una tregua que no ha frenado la beligerancia verbal de las milicias. Hamás intenta hacer pasar el alto el fuego como una victoria, y el portavoz de su brazo armado, Abu Obaida, declaró que su capacidad armamentística no ha sido afectada por la ofensiva.