El director del Centro de Experimentación Animal de la Universidad de Sevilla destaca el auge de la investigación animal en los últimos diez años, en los que ha pasado de ser la gran desconocida a hacerse imprescindible.

-¿Cómo fueron los inicios de este centro de investigación?

-Cuando empezamos a funcionar en 1998 no nos conocía nadie y eso hizo que tuviéramos poca actividad. Este centro no se dedica a la investigación sino a proveer de animales a los grupos de investigación, de modo que nuestra actividad depende de la demanda que tengamos, ahora tenemos mucha pero los primeros años, hasta que empezamos a ser conocidos, bastante menos. De hecho, al principio éramos cinco y ahora somos ya doce. En el año 2000, por ejemplo, apenas trabajamos con 16 embriones para obtener ratones transgénicos y el año pasado lo hicimos con unos 4.700 embriones.

-¿Cómo ha cambiado su visión sobre la investigación animal en estos años?

-Son once años y si hoy en día, con el auge espectacular de centros que se han abierto o reformado, la mayoría de los investigadores conoce o tiene cerca un animalario en condiciones adecuadas, en aquel momento muchos de nosotros no habíamos visto nada parecido y los animales eran simples herramientas que se albergaban donde se podía. Ni que decir tiene lo lejos que quedaban aspectos como los controles sanitarios, por ejemplo, y me he dado cuenta de los muchos errores cometidos en este tiempo en el manejo genético y experimental de los animales en los años anteriores.

-Este centro ha desarrollado las dos vías para obtener animales transgénicos y ha obtenido células madre propias modificadas genéticamente, dos de las técnicas más decisivas en la investigación biomédica actual. ¿Mantienen aún los animalarios experimentales el reto de la clonación?

-Hace unos años algunos centros españoles pusieron sus esfuerzos en conseguir una clonación y aún no se ha conseguido. Yo creo que ahora el interés ha bajado por una razón muy sencilla: el objetivo de clonar era obtener células madre embrionarias a partir de una célula adulta de cualquiera de nosotros, sin embargo, recientemente unos científicos han conseguido hacer eso directamente en una célula de piel de manera inducida, sin necesidad, por lo tanto, de usar un óvulo. El reto es estudiar hasta qué punto la célula madre obtenida en esta última técnica es empleable como terapia, pero lo que está claro es que esta técnica nos lleva a pensar que la clonación puede que ya no tenga mucho sentido.

-¿Y cuál es el reto futuro de la biomedicina y la genética?

-Creo que vamos a pasar de la era de la genómina a la fenómica. Hasta ahora los científicos han trabajado en descubrir genes y obtener animales transgénicos. El problema es que hay unos 30.000 genes y los transgénicos son limitados, por tanto. Lo verdaderamente interesante a partir de ahora va a ser estudiar lo que llamamos el fenotipo, es decir, observar y describir al máximo a los animales transgénicos para comprobar hasta el mínimo detalle qué influencia y qué características de un ser vivo dependen de cada gen. Y eso es un trabajo de chinos que llevará muchos años.