Cultura

La ROSS deja huella en Viena

La gira europea de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) ha despegado con las mejores perspectivas. En Sttutgart, el lunes, pusieron al público en pie, y el martes, en el Konzerthaus de Viena, en la ciudad de la música por antonomasia, el conjunto hispalense recibió una cerrada ovación.

el 15 sep 2009 / 22:30 h.

La gira europea de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) ha despegado con las mejores perspectivas. En Sttutgart, el lunes, pusieron al público en pie, y el martes, en el Konzerthaus de Viena, en la ciudad de la música por antonomasia, el conjunto hispalense recibió una cerrada ovación que motivó tres bises tras dos horas y media de recital.

Los músicos sabían de la importancia de tocar en un lugar así, un templo que sobrecoge por su imperial seriedad y por el que han pasado las mejores orquestas y maestros del mundo. Es la capital austriaca un paraíso para los melómanos, una ciudad que cada noche pone 100.000 entradas de espectáculos a la venta y cuyo público abraza con juicioso fervor cada acontecimiento. A sólo unos metros de donde la ROSS debutó en Viena, en la Musikverein, la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam (dicen discutiblemente que la mejor del mundo) daba otro concierto. A ninguna le faltó calor en la fría y nevada Viena. Desde luego no a la Sinfónica de Sevilla, a cuya convocatoria respondieron las 1.800 personas que pasaron por taquilla y abarrotaron el Konzerthaus. "Pocas veces he visto tanto entusiasmo desde la primera nota, el público de Viena no es nada fácil", reconoció el embajador de España en Viena, José Ma Pons, minutos después del concierto y ante el camerino del maestro Pedro Halffter, quien mostró un talante mucho más relajado que en los momentos previos al decisivo recital. "Podíamos haber llenado dos días seguidos", afirmó. Y decir eso no parecía gratuito tras corroborar que el discutible y extenso programa había encantado al selecto público vienés.

Poco importa, tras un éxito así, que el Concierto de Moreno Torroba sea una partitura muy menor y que el de Rodrigo carezca de interés pese a la modélica versión de sus dedicatarios, el singular cuarteto de guitarras Los Romeros -sevillanos radicados en California- y bien conocidos por sus versiones de clásicos con un toque de sal flamenca, eso sí, debidamente canonizada.

Con El sombrero de tres picos de Falla, el Konzerthaus se vistió de lunares, con la Rapsodia española descubrió la inmensa gama cromática de la orquesta, y con el Bolero -una lectura para el recuerdo, aristada y plácida, hercúlea y camerística a la vez- directamente enloqueció. Lo demás, las propinas, fue puro hedonismo: Bodas de Luis Alonso, de Gimémez, Batalla de Cristóbal Halffter y Farandole de Bizet. Decía Halffter que el público español, con respecto al germánico, "es más directo en el aplauso". Juzgamos que tendrá que repasar su creencia a tenor de la pasión despertada por un concierto enmarcado en una programación (700 citas por temporada) cuya nómina de invitados provoca la envidia del visitante ocasional a una sala en la que soñaría con tener un asiento guardado cada tarde.

Imagen de marca. "He venido muchas veces a este auditorio en mi época de estudiante en Viena y pensar que ahora debuto aquí con mi orquesta es francamente emocionante", reconocía el director musical, tenso en el ensayo, no asaltado por las dudas, sino sobrecogido por la historia que respira un recinto cuya acústica es capaz de erizar los vellos al primer ataque de los violines. "Lo importante -continuó- es que la ROSS tiene una imagen de marca, la primera visita a un país es difícil, las sucesivas invitaciones llegan con más naturalidad", vaticinaba en los camerinos, rodeado por los profesores de la orquesta sevillana, exhaustos y con una energía -la que inyecta subir a un escenario como éste- contagiosa pese al agotador concierto.

Zurich, Hamburgo, Munich y Frankfurt son sólo los nombres de algunas de las ciudades que visitarán en los próximos días. Si los primeros compases se mantienen en este nivel de excelencia, a buen seguro, la Sinfónica regresará a Sevilla con el reto cumplido. Porque más allá del exotismo de Japón y China (países ya visitados por el conjunto) es un triple salto mortal visitar el corazón musical de Europa y, sin amedrentarse, mirar de tú a tú a los más grandes, tocar y regresar a casa con la seguridad de que, en Austria, Suiza y Alemania (nada menos), hay varios miles de aficionados deseando volver a escuchar a la ROSS.

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