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Más de la mitad de los pacientes no saben los síntomas de un ictus

La encargada de la Unidad de Ictus del Virgen Macarena muestra cómo esta patología sigue siendo una desconocida para la sociedad.

el 31 ene 2015 / 12:00 h.

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Imagen Quay (16675271) copiaaweb Con un paciente. Foto: El Correo A buen seguro que le sonará la palabra ictus. La asociación directa a una patología es clara, concisa y directa. Casi tan repentina como al que tiene la desgracia de sufrirlo. Hasta ahí no hay duda: el ictus ha llegado al vocabulario de la calle. Sin embargo, ese conocimiento se ha quedado en la superficie. Ni se conoce ni el tratamiento ni los factores preventivos. Así de contundente se mostró la doctora Mari Ángeles Quesada García, directora de la Unidad de Ictus del Hospital Virgen Macarena y la última visitante ilustre del programa de salud La Consulta, que se emite cada martes a las 21.00 horas en El Correo de Andalucía TV. "Hay estudios que indican que hasta el 56 por ciento de los pacientes que acuden a una consulta de Neurología no reconocen los síntomas", recalcó la neuróloga, que precisó que su detección no es ni mucho menos fácil. La falta de concreción de lo que es un ictus y sus consecuencias es, precisamente, el principal escollo en el que se encuentran los profesionales sanitarios, que disponen de un espacio limitado de tiempo para actuar de manera eficaz y evitar que se queden secuelas. El umbral inicial –el de la primera intervención eficaz– lo marca el llamado Código Ictus y está establecido en las cuatro horas y media posteriores a que se producía ese episodio. De ahí la importancia de saber que la hemiplejía –paralización de parte del cuerpo– no es el único síntoma. "Para una paciente que desarrolle una afasia, es decir, una dificultad verbal, pasa más desapercibido; y más cuando se trata de personas mayores, donde se suele pensar que la mejor solución es acostarlo para ver si está mejor mañana al asociarlo a achaques de la edad o cuestiones de memoria", relata. ¿Y cómo se detecta? Hay muchas situaciones que pueden venir derivadas de un ictus. Quesada García las enumera: desde sufrir visión doble o borrosa hasta torpeza a la hora de hacer movimientos, pasando por "encorchamiento" de los dedos o sufrir inestabilidad o vértigos. "Si lo ves, mejor llamar al 061, que lo llevará a Urgencias y, si hay sospechas de ictus, se hablará con la unidad para que acuda el neurólogo a atender al paciente", dijo. El ictus, además, lejos de lo que se puede intuir, no está asociado con mayor edad: un joven puede sufrirlo. De hecho, Quesada García precisa que hay un repunte de estos episodios en población joven, algo que asocia, principalmente, al estrés. Al hilo de ello, expuso una serie de consejos útiles para evitar un ictus. Una prevención que pasa, en resumen, por llevar una vida sana: dieta mediterránea, alejarse del alcohol y el tabaco, hacer ejercicio. Un listado que todos conocen al dedillo pero pocos aplican. Pero sí al final ocurre y el ictus hace acto de presencia, hay posibilidades de recuperación. Al principio, con un seguimiento al dedillo de su evolución. De hecho, en la unidad de ictus están monitorizados para comprobar su evolución y evitar complicaciones. Después de ese primer trabajo, llega la rehabilitación. Y, según explica Quesada García, la recuperación es posible. "Cuanto la estimulación sea más intensa y precoz, más va a recuperar el paciente; los tres primeros meses el potencial de recuperación es muy alto", señala esta neuróloga, que aclara que, aunque a partir de los seis meses disminuye la probabilidad "no es imposible". "Te llevas muchas sorpresas agradables", concluye, alabando la labor de los familiares constituidos en entidades, como la Asociación para la Recuperación y Prevención de la Afasia (ARPA).

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