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Obama llama a la esperanza

El nuevo presidente de los Estados Unidos reclama ante las tres millones de personas que asistieron a su toma de posesión "trabajo duro" en esta nueva "era de la responsabilidad". El primer presidente afroamericano de EEUU es consciente de que tiene ante sí un camino tan apasionante como lleno de complicados desafíos. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 21:28 h.

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Palabras que Barack Obama ha pronunciado estas dos últimas semanas cada vez que ha tenido oportunidad. Palabras que no son gratuitas y menos aún si quien las pronuncia es el hombre cuya oratoria es una de sus marcas de identidad, en concreto, una de las más exitosas.

El primer presidente afroamericano de EEUU es consciente de que tiene ante sí un camino tan apasionante como lleno de complicados desafíos, la mayoría (por no decir todos) heredados de su antecesor, George W. Bush. La crisis financiera y económica, las guerras de Irak y Afganistán, el cierre de Guantánamo, la reconstrucción de la imagen exterior del país (tan impopular estos ocho años como el anterior inquilino de la Casa Blanca), un nuevo conflicto en Oriente Próximo, el cambio climático? y, ante todo, no defraudar.

La histórica elección de Obama ha despertado fuera y dentro de EEUU un entusiasmo e interés inusitados. En una reciente encuesta del periódico USA Today, el político de Hawai se erige como el estadounidense más admirado y el 75% de los ciudadanos, según otro sondeo de Los Angeles Times, se muestra "esperanzado" y "orgulloso" por su llegada al poder. Esperanza y optimismo que también se viven fuera de las fronteras de EEUU. Europa, por ejemplo, ya se rindió a sus encantos durante las primarias demócratas. La Obamanía hace estragos en Francia, un país supuestamente antiamericano; Alemania, donde congregó a más de 200.000 personas para un mitin electoral; Reino Unido o España, donde es el líder mundial más valorado sin tener que poner para ello un pie en el Despacho Oval.

Esa especie de euforia global es un arma de doble filo. Las altas expectativas sobre su persona y gestión pueden acabar jugando en su contra, especialmente por la dificultad de cumplir los objetivos que se esperan de él. Ése es el gran peligro. En los últimos días, el nuevo comandante en jefe ha recibido algún revés que otro, especialmente con la elección de los miembros de su equipo. Bill Richardson, nombrado secretario de Estado de Comercio, tuvo que renunciar a los pocos días por una investigación por su relación con una empresa californiana; y Tim Geithner, aspirante a secretario del Tesoro y llamado a lidiar con la mayor crisis económica en décadas, está acusado de no pagar parte de sus impuestos. La prensa y los estadounidenses, por ahora, le han perdona estos resbalones. Pero Obama no se fía y por ello no para de advertir a todo aquel que quiera escucharle de que llegarán las "decepciones". Tal vez sea sólo una estrategia, o tal vez es que sabe que su camino está lleno de espinas.

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