‘Palomitas’ que alivian los males

Olivares y La Puebla de Cazalla celebran el día de San Blas con la bendición de panes y roscas

el 03 feb 2015 / 10:00 h.

Imagen DSCF5656 copiaweb Por Alba Poveda y María Montiel No es extraño escuchar eso de «San Blas, San Blas» cuando uno tose. Y es que, al igual que allá por el año 1617, el Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde de Olivares, se encomendó al santo para pedir por la recuperación de su hija María, quien se aquejaba de una grave enfermedad de garganta, que ni médicos ni remedios podían aliviar. Abuelos, padres y niños de Olivares piden a San Blas que les proteja de este tipo de males durante todo el año, según estableció el conde de Olivares en todos sus dominios tras la milagrosa recuperación de su hija. Por eso, muchos olivareños se congregaron ayer en la iglesia de Santa María de las Nieves para que el cura bendijera sus panes, roscos y palomitas –una especie de pan con forma de paloma–. Las hermanas Torres con sus cestas. / A. P. Las hermanas Torres con sus cestas. / A. P. Las hermanas Torres –Esperanza, Enriqueta y Puri– y Mari Nieves García ayer se despertaron temprano para preparar sus cestas de mimbre con lazos y algún que otro paño de punto de cruz para que el párroco bendijera las piezas de pan y palomitas que compran todos los años para sus hijos y nietos. Desde bien pequeñas, estas mujeres acuden cada 3 de febrero a la iglesia para invocar a San Blas que les prevenga de males de garganta durante todo el año. Cuando salen de misa se comen un trocito de sus roscos y el resto lo guardan «para que cuando alguien se ponga malo darle un trozo de palomita o rosco y que se le cure el dolor de garganta». En Olivares ya quedan pocas panaderías que conservan esta tradición, aunque la de la de Gertrudis Hermanos Coco lleva desde el lunes sin parar de trabajar. Gertrudis Delgado lleva la tradición de San Blas en la sangre, ya que su padre y abuelo ya elaboraban estas figuras de pan «que aguantan todo el año gracias al secreto de la masa». El lunes cerraba a las 23.30 horas con más de un millar de palomitas, aunque durante dos semanas han elaborado entre mil y 800 palomitas y roscos al día, que ayer todos los olivareños bendijeron. TRADICIÓN MORISCA. Canastos y lazos cargados de roscos y roscas también fueron bendecidos en La Puebla de Cazalla. En la localidad morisca siguen al pie de la letra la tradición para evitar males de gargantas. Los pequeños evitan enfermedades llevando sus lazos cargados de roscos y custodiados por dos roscas. Mientras, los mayores atesoran canastos en cuyo interior se encuentran los ricos roscos que se degustan, tras el agua sagrada, para la merienda. La tradición se volvió a repetir ayer cuando el párroco bendijo cientos de docenas de estos dulces que se han llevado hasta las puertas del templo. Una tradición especial este año tras el anuncio del archivero, Pepe Cabello. Fruto de sus investigaciones se ha descubierto que esta tradición se remonta al 3 de febrero de 1586 cuando Alonso Vidal el mozo, vecino de La Puebla, dona a los frailes del convento una reliquia de San Blas. Y aunque durante la Guerra Civil dicha reliquia desapareció, su devoción continúa, año a año, con este delicioso manjar.

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