La creación ayer de la comisión municipal contra el absentismo escolar constituye una grata noticia para la comunidad educativa sevillana, pues incrementa los mecanismos de prevención del abandono de las aulas, un problema que en zonas como el Polígono Sur, el Polígono Norte, Tres Barrios y Torreblanca puede alcanzar hasta al 25% del cómputo total de alumnos. La Junta lleva reclamando su puesta en marcha desde 2005, fecha en la que aprobó el plan que obligaba a los municipios a contar con este tipo de órganos. Su constitución llega por tanto con un retraso notorio que sólo podrá paliarse con un desarrollo eficaz de los trabajos que se presten. No lo tendrán fácil. La experiencia dicta que el mayor peligro que corren este tipo de órganos es el de arrancar con mucha fuerza para luego caer en una nebulosa de inacción. En este caso, la comisión nace desde luego con un espíritu y una letra encomiables: la vigilancia del absentismo a través de una red social en la que se integrarían profesores, padres, inspectores, trabajadores sociales, técnicos municipales, representantes de ONG que trabajan en los barrios más necesitados y funcionarios de las consejerías de Educación y Bienestar Social. Esta red trabajaría a su vez en coordinación con las doce unidades de trabajo social (UTS) implantadas en la ciudad, que atienden a familias con dificultades socioeconómicas. Al final de este eslabón surgiría la figura de los policías locales, que se unirían en este frente contra el abandono de las aulas. Su irrupción no debe preocupar a nadie. La Policía Local es un cuerpo de seguridad, pero sus competencias básicas se centran en el cumplimiento de las ordenanzas municipales y de aquellas tareas que les sean encomendadas desde el Ayuntamiento. Sus funciones, en este punto, se asemejarían a las de un policía de barrio o de proximidad que colaboraría en la atención de determinados casos muy enquistados. Pero nada más.