Cuando en fútbol llegan los nervios y el desasosiego tanto en el aspecto deportivo como en el societario, el mejor antítodo y el único calmante que existe se llama victoria, la que lleva a los puntos y que todo lo calma. Sucedió en Valladolid, donde el Betis no falló esos goles que tantas veces se le han presentado y supo resolver en dos regalos vallisoletanos en los que esta vez Sergio García logró llevar el balón dentro de las redes rivales. Esta victoria le da al Real Betis la tranquilidad de mirar hacia horizontes más despejados y pensar en el partido de ida de cuartos de final de Copa ante el Mallorca y en el comienzo de la segunda vuelta liguera el domingo en Huelva ante el Recreativo.

Empezó mal el partido con la lesión quizás más tempranera que haya conocido el fútbol español. Capi se marcha en camilla con una más que probable rotura de peroné. Mala suerte para el camero. Pronto se pone el partido de cara cuando en un excelente remate, Xisco adelanta al Betis en un buen pase del que sería protagonista verdiblanco en el partido, Sergio García. Pronto igualaría la contienda el Real Valladolid. En una falta de Pedro León, estatismo defensivo y cabezado a placer del defensa Luis Prieto que pone las tablas en el marcador. Hay errores defensivos y fallos de los delanteros y en esa igualdad también termina el marcador en la primera parte.

En el segundo tiempo iba a ser muy diferente para el Real Betis porque en dos errores vallisoletanos, uno en pase atrás de Jonathan Sesma que deja a Sergio García delante del portero pone en franquía el marcador para el Betis y el tercero y definitivo cuando llega el descuento con otro pase desafortunado de Pedro López que aprovecha Sergio García.