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Rectas peligrosas

El tramo de carril bici de Resolana es una de las etapas más problemáticas del ‘tour’ sevillano de ciclismo. El Correo quiere contarle la razón del riesgo

el 21 jun 2010 / 19:43 h.

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El carril bici de Resolana abarca un gran tramo en línea prácticamente recta que ocupa desde la capilla de La Macarena hasta Barqueta, lugar donde el camino verde parece dejar la ciudad (o al menos las aceras) para continuar paralelo al río.

Se trata de un tramo bastante estrecho, situado en la parte izquierda de la avenida (mirando a Barqueta) y separado de la carretera por una valla metálica bastante frágil (y poco fiable), en la que se puede ver alguna deformación seguramente provocada por la colisión de una bicicleta o algún otro vehículo contra ella.

 

Lo cierto es que es un tramo bastante limpio, aunque las numerosas arquetas (redondas y cuadradas) sobre las que han pintado el carril convierten ese trozo en una recta llena de resaltos que, para las finas ruedas de algunas bicicletas de paseo, no vienen nada bien.

Al otro lado del carril, una larga hilera de árboles se extiende por toda la avenida, dotando de sombra a todo el tramo. Y tras la valla metálica, se sitúan el carril y otros árboles, además de un estrecho tiro de acera que se reparten los peatones y algún que otro velador de los diversos bares y cafeterías que allí se encuentran.

El resultado: un tramo algo caótico y, en ocasiones, peligroso. No piense que su riesgo radica en lo de siempre: peatones y bici, carril y acera; el eterno conflicto. A éste hay que añadir dos características que posee este tramo y que hacen que el peligro, tanto para ciclistas como para peatones, aumente considerablemente.

La primera y más llamativa de esas características es la ubicación de la ONCE en la acera de enfrente, a la altura de calle Feria. No es que no haya sido prudente hacer el carril en la otra acera, pero no hay que olvidar que cada día la zona es frecuentada por numerosos invidentes para los que el paso de bicicletas (sobre todo de los que van a cien por hora) supone un auténtico peligro. Y cosas de la vida, el bastón que suelen portar o, en ocasiones, el perro guía que los acompaña, aún no tienen la capacidad de detectar un camino de un metro de anchura pintado de color verde en el suelo a modo de circuito para bicicletas, sillas de ruedas, patines y, por que no, peatones. Todos quieren su hueco en el carril.

Otro de los peligros de este tramo es la esquina con calle Feria, donde un quiosco de grandes dimensiones dificulta la visibilidad tanto para peatones como para ciclistas. Pocos metros más adelante hay una parada de autobús (tercer peligro), cuya marquesina hace que el carril se desdibuje de su línea recta y forme una curva que empieza en el quiosco y termina al pasar la parada. La mezcla de estos dos factores (curva en el carril y quiosco quitando visión), a lo que hay que sumarle la gente que sube y baja del autobús ¬-y obligatoriamente tiene que pasar por el carril-, conforma un triángulo bastante peligroso para todos: el ciclista no tiene visibilidad una vez entra en la curva debido al quiosco, y pese a que en ese tramo hay un paso de peatones para que estos accedan a la parada del bus, ni el ciclista va con precaución, ni el peatón se detiene por si viniera un ciclista imprudente.

Al final, un lío de carril, con más riesgos que seguridades y cada vez más frecuentado, porque para más inri, en la misma esquina de Feria y Resolana se encuentra un colegio de primaria (Los Altos Colegios Macarena) que durante la época escolar se llena de niños al entrar y al salir del mismo. En síntesis, se trata de un tramo bastante dificultoso para el peatón, para el invidente, para el que coge el bus, para el ciclista, para el que baja del bus... Lo más recomendable, bajar de la bici y hacer el tramo a pie, pero por la acera de enfrente.


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