Está, junto con su hermano Miguel, al frente de Metalúrgica del Guadalquivir (Megusa), especializada en puentes metálicos y estructuras singulares. Fue la autora material de los puentes del Alamillo y la Barqueta y ahora está inmersa en los Parasoles.

-Megusa, una empresa centenaria con una larga historia detrás...

-La empresa tiene ya 150 años. Estaba ubicada al final de la Alameda, por donde está el convento de San Clemente. Allí lo que se hacía era fundamentalmente fundiciones y formaba parte de esa red de fundiciones pequeñitas que había en Sevilla. Los catálogos de las obras que se hacían eran curiosísimos: muchas rejas y ventanas de hierro fundido en casas señoriales de Sevilla y hasta lápidas, preciosas, hechas de hierro fundido, en el cementerio de San Fernando.

-¿Qué se fabricaba?

-Allí empezamos a hacer cosas sólo y exclusivamente para el aceite de oliva porque entonces se hacían almazaras, refinerías... Pero hubo un tiempo en que se depreció muchísimo en favor del aceite de pipa y dejamos de fabricar aquellas cosas. De la Alameda nos fuimos al polígono Calonge, en el 67-68, donde no había absolutamente nada. De la Alameda, poco más o menos que nos echaron por el ruido que hacía la calderería, que molestaba a los vecinos. Y es que antes, se hacía a base de porrazos. Del Calonge nos vinimos aquí, donde estamos desde el 78-79, [carretera de la esclusa] y empezamos a trabajar para astilleros, sobre todo. Era el boom y se hacían diez y once barcos anuales.

-Pero entonces llegó el declive de la industria naval...

-Evidentemente tuvimos que intentar cambiar porque si no, no podíamos seguir con la empresa. En el año 88-89 comenzamos a definirnos como constructores de puentes metálicos y estructuras singulares. Pueden ser del orden de unos 100 puentes metálicos los realizados hasta ahora.

-De todos los proyectos ¿cuál ha sido el más emblemático?

-Para mí sigue siendo el Alamillo. Se hizo hace ya 20 años y sigue siendo una obra que todavía está muy actualizada.

-¿Qué fue lo más complejo?

-No hubo una complejidad específica. Lo que sí teníamos claro era que, al mismo tiempo, teníamos que seguir dedicándonos a nuestros clientes habituales, que son las grandes constructoras, porque lo de la Expo fue, efectivamente, efímero. Gracias a eso hemos continuado teniendo trabajo y podemos decir hoy día que aquello nos creó quizás una solera importante como constructores.

-Y todo ello desde la estructura de una empresa familiar...

-Desgraciadamente en este país este tipo de empresas no recibimos ninguna ayuda ni autonómica ni estatal ni absolutamente nada. Somos creadores de riqueza, de puestos de trabajo, y cuando llega la hora de la verdad estamos absolutamente solos. Es ilógico que nuestras autoridades no nos protejan. Resulta que parece que lo único que hacemos en Andalucía es aceite de oliva y jamón. Y eso no es así. Aquí hay talento que no está protegido, sobre todo, si los impuestos y la riqueza se quedan aquí.

-¿Cuáles son las obras singulares en Sevilla en las que Megusa tiene parte de culpa?

-El puente del Alamillo, el de Barqueta, estamos haciendo los Parasoles [de la Encarnación], para la Expo hicimos varios pabellones, el de Castilla y León, también el importante, que fue el de la Cruz del Campo (risas), el Palenque, la esfera bioclimática, el puente que viene de San Juan de Aznalfarache del Metro...

-¿No se puede decir entonces que no seáis profeta en su tierra?

-La verdad es que quisiéramos haber participado en muchas más cosas, aunque desde el punto de vista de obras singulares Sevilla está muy paradita. Pero tampoco nos podemos quejar.

-¿Cómo van los Parasoles?

-Hay problemas de definición del proyecto, pero se ha conseguido una gran cosa y es que después de veintitantos años se haga algo allí, donde había sólo un agujero. Evidentemente es muy difícil satisfacer a todo el mundo y más como somos los sevillanos, que no hay forma de poner de acuerdo a dos, pues imagina a una ciudad como Sevilla.

-¿Qué tal se lleva la crisis?

-Estamos haciendo obras contratadas hace en torno a un año. Y tenemos obras para casi un año y algo. Después no sabemos porque aunque existan apoyos económicos del Estado a la obra pública, no sabemos a qué nivel nos va a llegar a nosotros. Pero lo que sí cuesta trabajo es cobrar. Cada vez más es complicado y una vez que consigues el cobro a los bancos les cuesta?.

-¿Habéis tenido problemas con la banca?

-Como somos una empresa con solera, no nos ponen problemas pero a mis subcontratistas sí se los ponen. Como el problema es de la construcción, que está tan mal, a nosotros nos asemejan a ella aunque no pongamos ni un solo ladrillo.