Ante un aforo generoso y un espacio tan abierto es inevitable el uso de la megafonía, a costa de unos resultados acústicos decepcionantes, como si se tratara de una mala grabación perpetrada por un incompetente ingeniero de sonido, sin equilibrios ni balances, propiciando un sonido en ocasiones inapropiadamente metálico.
Al margen de estas consideraciones formales, que afectan considerablemente a la percepción del control de armónicos y dinámicas de estos cuatro violonchelistas de la ROSS, se agradecen estas manifestaciones frescas y diferentes, habituales en el seno de otras orquestas, como los 12 Cellistas de la Filarmónica de Berlín, que generalmente optan por repertorios populares, standards y músicas de cine, dejando de lado la música directamente compuesta para este instrumento de cuerda frotada y registro grave.
Los músicos, con una elocuente y muy simpática Gretchen Talbot ilustrando el programa, ofrecieron unas bellísimas transcripciones de Bach, en estilo y sin apenas uso del vibrato.
Unas evocadoras piezas francesas y un Allegro de concierto de Vivaldi escaso en agilidad y empuje, completaron el bloque barroco. Las transcripciones de piano de Chopin y Tchaikovsky resultaron poco inspiradas, no así la Pieza Solemne del Lohengrin de Wagner, con el que Richard Eade demostró su talento sin partituras, que volaron literalmente por los suelos. Un tango de Albéniz a ritmo de habanera y varias propinas de sabor latino y roquero completaron el ecléctico y muy distraído programa del ciclo Noches en los Jardines del Alcázar.
