Rafael Cejas, Pilar Pradas, Mari Carmen Olmedo (nueva generación de propietarios de fábricas de mantecados) y José María Fernández (secretario del Consejo Regulador del Mantecado de Estepa) mientras visitan el museo del mantecado del convento de Santa Clara de Estepa. / J.M.PaisanoComo cada año, los meses previos a la llegada de la Navidad traen consigo un alivio en el castigado mercado laboral de España, aunque sea por un corto periodo de tiempo. Un informe publicado por la empresa de trabajo temporal Adecco destaca que en la provincia de Sevilla se crearán 5.878 nuevos puestos de trabajo de cara a la puesta a punto de las fiestas: dependientas, mozos de almacén, cajeras, cocineros y camareros, o los célebres mantecados.Con la llegada del mes de septiembre la localidad sevillana de Estepa se impregna de un sorprendente olor a canela que envuelve los sentidos de vecinos y visitantes: el pueblo inicia un año más la carrera de producción de dulces navideños con la meta puesta en la mesa de los españoles durante la celebración de la Navidad.Sus 23 fábricas –algunas de ellas con tradición centenaria– han sabido adaptarse a los nuevos tiempos y mercados, ofreciendo una calidad inmejorable y una variedad de productos que va mucho más allá de los clásicos mantecados y polvorones. Las nuevas generaciones de empresarios, en muchos casos nietos o bisnietos de fundadores, juegan un papel muy importante en la promoción de la industria en la actualidad donde los nuevos mercados suponen un desafío al que seducir a través del paladar.Mari Carmen Olmedo, Pilar Pradas y Rafael Cejas forman parte de esta nueva generación de empresarios del sector. Son la tercera generación de propietarios de sus empresas, factorías familiares en su mayor parte surgidas en torno a los años 50, momento en que se comienza a producir para vender fuera del pueblo. Mari Carmen representa a las fábricas de La Vicaría y La Biblia, Pilar a El Mesías y Rafael a La Ponderosa y Don Bosco. «En la actualidad coexistimos dos generaciones, poco a poco se está llevando a cabo el traspaso generacional, pero de momento nos centramos en aprender de nuestros padres», afirman los jóvenes.Mari Carmen estudió Económicas y Contabilidad. Desde hace dos años se centra en el ámbito de la calidad además de dedicarse a las visitas guiadas a las instalaciones, aunque cuando hace falta echar una mano en la fábrica como ella misma manifiesta, también lo hace. «Por suerte o destino terminé en la empresa familiar, siempre he estado en contacto con la industria, pero decidí formarme y tomar experiencia fuera para llegado el momento poder centrarme en el negocio familiar», señala.Pilar lleva años en su empresa, en un principio gestionando la calidad y producción y en la compra de materias primas y, después, dedicándose un poco a todo. A día de hoy plantea que su futuro es suceder a su padre en la gerencia de la empresa: «De mis hermanos la que más se ha apegado al negocio he sido yo. Mi formación desde el principio ha ido ligada a la empresa. Desde pequeña la fábrica ha sido como mi centro de juego, pero siempre atenta y tomando nota para desarrollarme en el futuro».Rafael Cejas se dedica al negocio familiar por vocación: «Siempre tuve claro que quería formar parte de él, de pequeño ya acompañaba a mi padre en las gestiones. Empecé como administrativo y en la actualidad estoy llevando más la parte comercial y producción, al ser una empresa pequeña tienes que dedicarte un poco a todo para que la empresa salga adelante».Afirman que el joven empresario tiene en su mano el futuro de la industria: «Nos han tocado tiempos difíciles en los que las tradiciones cada vez parecen estar menos valoradas. Y hay que tener en cuenta que el mantecado y el polvorón sin tradición no son nada. Tenemos que sobrevivir en este contexto, innovar en medios de comunicación, redes sociales y hacer llegar el producto clásico pero quizás de forma diferente, a través de las nuevas vías de comunicación». LA PRODUCCIÓNLas nuevas generaciones de empresarios creen que el éxito del mantecado se debe a la estacionalidad a la que está sujeto. Plantean que se podría acabar con ella, pero no se debe hacer: «Si lo hiciéramos romperíamos con la tradición de consumir estos productos en una fecha especial como es la Navidad y posiblemente la elaboración se repartiría a lo largo del año y se demandaría menos mano de obra». Por el contrario cuentan que existen algunas fábricas que acabada la campaña del mantecado se dedican a la producción de otro tipo de productos: «Hay que abrir la puerta a otros derivados de confitería e intentar que la fábrica produzca durante todo el año, ya que mantenerla sin actividad el resto del año es caro». BelénSánchez y Chari Blanco, trabajadoras de la fábrica de mantecados Santa Clara, mientras manipulan los dulces. / J.M.PaisanoLa industria del mantecado es un mercado con futuro a pesar de las nuevas modas: «El mantecado es un producto totalmente natural a pesar de la creencia de que por ser dulce engorda», aseguran. «Se está innovando en la producción para que el producto esté libre de azúcar, contenga menos grasas y sea más ligero y a la vez pueda ser introducido en otros mercados como el musulmán, modificando la grasa animal para hacerla con harina y grasa vegetal, además de con aceite de oliva». Explican que se exporta a otros países como Francia, Alemania, Portugal o Marruecos, en general países donde hay colonias españolas.El marketing es muy importante para diferenciar unas marcas de otras, afirman los productores: «Las marcas tradicionales siempre tendrán su mercado, ya que se trata de un producto al alcance de cualquier familia. Otras por el contrario apuestan por la exclusividad a través de fuertes campañas de marketing en las que sólo cambia la presentación y el precio, ya que la calidad del producto es la misma».Dentro del sector hay crisis y ésta se encuentra en los precios a los que tienen que vender: «La demanda ha bajado y nuestra oferta y producción sigue siendo la misma. El margen de beneficio es menor, ya que hay que bajar el precio. Esa bajada del consumo se debe a la pérdida de capital de las familias que antes se llevaban tres cajas de surtido y ahora sólo pueden llevarse una». Además destacan que a pesar de ser un producto importante de cara a las fiestas navideñas, no se trata de un bien de primera necesidad.En cuanto al «pleno empleo» en el pueblo, aseguran que los medios venden que no hay crisis porque durante algo menos de cuatro meses casi todos los vecinos desempleados encuentran trabajo en la industria y el paro casi desaparece. «No se trata de una estadística real, ya que con la llegada de enero el paro vuelve a subir y muchas personas hasta septiembre no vuelven a trabajar», matizan. LA PROFESIÓN El sector no solo está en manos de los dueños de las fábricas. Los estepeños sienten suyo un producto por el que el gentilicio es conocido a nivel nacional y del que cientos de familias viven. El papel de los trabajadores en la industria ha cambiado mucho con el paso del tiempo.Belén Sánchez y Chari Blanco son trabajadoras de la fábrica de mantecados y polvorones Santa Clara de Estepa. Belén tiene 17 años, es estudiante de bachiller y compagina su faceta de estudiante con su labor profesional en la industria del dulce navideño. Su padre es dueño de la fábrica, ella es una trabajadora más, está dada de alta en la seguridad social y percibe un sueldo por su trabajo. Chari, a sus 27 años, lleva trabajando como mantecadera más de 10. Empezó su primera campaña con sólo 16 años: «Dejé el instituto y empecé a trabajar en los mantecados en vez de seguir estudiando». Trabaja exclusivamente durante los meses que dura la campaña. «Lo que gano me da para ir tirando el año, pero hay que tener en cuenta que vivo con mis padres y por tanto tengo pocos gastos». En una campaña se puede llegar a ganar entre los 4.000 y los 5.000 euros con una jornada laboral de ocho horas con pocas horas extras. En algunas fábricas donde la producción es mayor y se ofrecen horas, se puede llegar a ganar más, en torno a los 7.000 euros, pero para eso hay que estar dedicado por completo al trabajo, con jornadas que van desde las siete de la mañana hasta la noche.Chari no califica el trabajo como duro, pero sí destaca que son muchas horas de pie: «Podemos incluso hablar con las compañeras, pero tienes que estar muy pendiente de tu trabajo. Dependiendo del puesto en la cadena de producción el esfuerzo es diferente. Hay personas que están de refuerzo y van rotando, y otras siempre están en el mismo puesto: amasadora, cortadora, horno, cámaras, liado, envasado, almacenado...».Aunque las edades de los trabajadores son muy variadas, sí que predomina la mano de obra de personas jóvenes por debajo de los 40 años. Además plantea que existen más mujeres que hombres entre los trabajadores de la industria del mantecado: «Los hombres se dedican a las labores que requieren el manejo de maquinaria que implica más esfuerzo físico».En los últimos años la demanda de trabajo ha sido mucho mayor y en la actualidad muchas personas que decidieron formarse en una profesión se dedican a trabajar en la industria del mantecado debido a la escasez de empleo en otros sectores. Según los nuevos empresarios: «Aproximadamente el 80% de los jóvenes que en este momento trabajan en la industria tienen una titulación que los habilita para trabajar en un puesto cualificado, otros lo hacen para poder pagar sus estudios». También indican que hay trabajadores que vienen a trabajar de fuera, desde otros puntos de la provincia. LA PROCEDENCIAPrueba de la implicación del pueblo en la industria y el sentido de pertenencia del producto a sus convecinos, se encuentra en un hito conseguido recientemente, la concesión por parte de la Unión Europea de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Mantecados de Estepa en 2011. Un paso al frente en su apuesta por mantener el prestigio de este sector industrial estratégico para Estepa.