Una Giralda de dulce

Jesús Cuesta, un ingeniero técnico convertido en obrador, ha convertido la torre de la Catedral en un delicado bocado con sabor a pasta danesa

el 28 nov 2014 / 16:04 h.

Bormujos 13/11/2014 Jesus Cuesta y sus giralditas.FOTO: Pepo Herrera

Sevilla es su Giralda, y esta su Giraldillo. Por eso, nada descubre el decir que la torre del campanario de la Catedral de Sevilla es un referente para todo turista. Los almohades fueron los responsables de iniciar la construcción de esta torre, que el paso de los años, estilos y religiones no solo la ha convertido en una de las torres más bellas del mundo, sino en una marca para la capital hispalense.

Si por algo los turistas podrían pasarse horas admirando esta torre, es por su decoración mudéjar. Alfices, arcos de herradura y bíforas a las que ya es posible darle un buen bocado. Hecha de mantequilla, huevos, margarina, harina, azúcar y algún que otro truco para el paladar esta Giralda, convertida en Giraldita, es una delicia dulce digna de souvenir. Y si Ahmad ben Bassu, Alí de Gomara o Hernán Ruiz Jiménez construyeron piedra a piedra a lo largo de los años este símbolo hispalense, ahora es Jesús Cuesta el que se encarga de hornearla. La situación de desempleo hizo que este ingeniero técnico industrial se viera empujado a reinventarse. De las instalaciones eléctricas a los moldes con forma de Giralda. Cuesta se basó en la experiencia de su padre, quien en tiempos de crisis –como en los años 70 y en los 90– apartó su empleo habitual para dejar paso a la repostería. Las Giralditas Dulces, que así es como se llaman esta especie de pasta danesa con solera sevillana, cogen el testigo los Lagartos de la Catedral. Allá por 1992, en plena efervescencia de la Expo, Perfecto contactó con un familiar de Berlanga del Duero para importar un dulce típico de este municipio soriano, como los lagartos, a la capital hispalense. Y es que la colegiata de Berlanga del Duero y una de las puertas del Patio de los Naranjos de la catedral tienen algo en común: un reptil, que en el caso de Berlanga es un lagarto y en el de Sevilla, un cocodrilo. Para traer el producto convertido en Giralda, Jesús Cuesta tuvo que pasar un mes en Berlanga del Duero aprendiendo el arte de estas pastas. Allí, además de conocer el secreto de este dulce, se hizo con el arte de darle el punto perfecto de cocción. Otra historia fue el conseguir los moldes para convertir el lagarto en tal monumento. Después de acudir a varias empresas de varios puntos del mapa español, fue en Aranda del Duero donde consiguieron hacer un molde de aluminio, de acuerdo con los requerimientos alimenticios. La idea es que, como ya lo fueran en su día los Lagartos de la Catedral, las Giralditas Dulces se conviertan en un dulce típico dirigido, principalmente, al turista. «Al igual que Aragón tiene sus frutas, la Virgen del Pilar sus adoquines y Utrera los mostachones, las giralditas tienen que convertirse en el dulce típico de Sevilla que se quiera llevar todo turista». De momento, este dulce con sabor a vainilla se puede comprar en las tiendas de souvenirs de la Catedral y en algunas tiendas delicatessen se la ciudad. Sin embargo, Cuesta quiere ampliar el negocio y buscar un aliado en los touroperadores y en las guías turísticas.

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