La historia con mayúsculas tiene letra pequeña, turbios actores que la manipulan ante ojos postreros y los vaivenes que acuñan dogmas imperantes. Sevilla afincó civilizaciones que venían de lejos, fue capital de Indias, aloja la segunda catedral de la cristiandad, albergó dos Expos amén de superar guerras, pestes, caciques, reyes, repúblicas y dictaduras.

Es Sevilla una especie de Ave Fénix cuyas cenizas se reinventan acorde a los tiempos. Todo ello sin perder de vista tradiciones e historia con minúscula que apenas se inventa por repetirse ‘dos tardes’ según escribe Paco Robles.

El convulso primer tercio del siglo XX hispalense trajo fuerza sindical al obrero y coraje al jornalero que trabajaba por el pan de su prole. La liquidación del imperio colonial (1898), el desastre bélico en Marruecos, una tímida industrialización y el latifundio del agrarismo teórico pagaron alto tributo en esa Sevilla de desigualdades sociales, de pobres y ricos, de analfabetos y de élites universitarias o de mandar y sufrir el desvarío.

Al reinado de Alfonso XIII lo desgastó su incapacidad y el dejar-hacer ante la Dictadura del General Primo de Rivera (1923-1930) que quiso perpetuarse en la Unión Patriótica (UP). También su impopularidad en el trono se encarnó en un cortijo del Palacio Real plagado de cortesanos, corruptos, conseguidores y militares reclamando ascensos o medallas.

Se completa la historia

El punto de inflexión de aquellos años fueron unas elecciones municipales convocadas en la Gaceta de Madrid (hoy BOE) el 16 de marzo, en 1931. Las leyes electorales sólo permitían el voto masculino de inscritos en listas abiertas. Los comicios registraron incidencias mil, según veremos. Destacados estudios hay sobre los que pasó aquellos días. Pero ha sido la Diputación de Sevilla que preside el incombustible Fernando Rodríguez Villalobos la que desempolvó su Archivo para arrojar luz sobre tinieblas e intereses. #Infraganti https://elcorreoweb.es/in-fraganti se suma a la verdad sobre lo que creíamos había pasado.

Pese a ser un hecho histórico bien conocido, las cifras de las urnas en la cita electoral de 1931 todavía centra debates que explicarían lo que pasó. La realidad fue que unos comicios locales precipitaron una IIª República (1931-1939) en menos de 24 horas. Las urnas resultaron un plebiscito sobre la monarquía de Alfonso XIII, quien huyó de palacio perseguido por la ira popular y un banquillo judicial en el que jamás llegó a sentarse.

La cita electoral fue el domingo 12 de abril. Los resultados comenzaron a conocerse el lunes 13. El martes 14 urgía todo. Multitudinarias manifestaciones espontáneas y festivas se produjeron en las principales ciudades y pueblos. Al atardecer de aquel 14 de abril de 1931 el gobierno provisional de la Segunda República era ya una realidad. Las calles sevillanas también se llenaron de jubilosos vecinos y banderas tricolor.

Nuestros días, 89 años después, revelan el escrutinio de los resultados electorales en la provincia de Sevilla. Además del Archivo de la Diputación, el Boletín Oficial de la Provincia (BOP) y las hemerotecas han servido de fuente para una impecable investigación del Profesor y Doctor de Historia Contemporánea en la Universidad de Sevilla Julio Ponce Alberca (Sevilla, 1964).

Es ya este autor un veterano y laureado escritor que centró su talento y obras en el siglo XX sobre la guerra fratricida, políticos sevillanos, gobernadores, andalucismo histórico, franquismo, Gibraltar... Con la editorial de la Universidad de Sevilla acaba de publicar un estudio sobre las memorias del Gobernador Civil José Utrera Molina que merece más que la mera cita, especialmente por su contenido ‘sevillano’.

Su última obra ‘De las urnas a la República, Las elecciones municipales de 1931 en Sevilla’ (Diputación de Sevilla, 2020) está eco-editada y financiada por Fondos FEDER. Destaca en el trabajo que en la provincia de Sevilla arrasaron los monárquicos. Obtuvieron 966 concejales frente a los 329 republicanos. En la capital hispalense, sin embargo, resultaron electos 32 concejales republicano-socialistas frente a 18 monárquicos. Lo que se sabía, que los republicanos no ganaron en las urnas, se acredita con el aval del rigor. Pero una cosa es la realidad [de los números] y otra el deseo [popular], parafraseando una recomendable obra de Luis Cernuda.

El pueblo estalló

Ese revolcón democrático causó espontáneas manifestaciones callejeras. Corroboraban un clamor popular en pro de la República ante una monarquía que ya vivía parecidos trances de credibilidad a los que ahora generan dineros turbios, hábitos y culto al lujo del campechano Rey Juan Carlos I (1975-2014). Nos preguntamos pues: ¿Se repetirá la historia?

La tesis de Julio Ponce en su libro acredita que los datos oficiales que se publicaron en su día no eran del todo exactos o presentaban lagunas. La proclamación de la República soslayó la verdad electoral. La precipitación de los acontecimientos impidió revisar con detenimiento lo votado. El libro reconstruye los resultados en Sevilla y su provincia, a partir de las actas de escrutinio, localidad a localidad, distrito por distrito, concejal a concejal.

El estudio de Ponce desvela que aquellos comicios arrojaron incontables incidencias. Un total de 309 concejales -la mayoría monárquicos- de 28 municipios sevillanos resultaron reelegidos automáticamente, sin necesidad de someterse a votación, al no haberse presentado más candidaturas en sus municipios. Así lo establecía el Art. 29-Ley electoral de 8 de agosto 1907. Otros municipios no mandaron actas, o las enviaron incompletas.

Era tal el fervor republicano que en Lebrija se proclamó la enseña tricolor antes de conocerse los resultados electorales. El Alcalde monárquico Valentín Calderón entregó el poder municipal al Comité Republicano que presidía Manuel Reina. En Los Palacios los conservadores aún siendo ganadores en las urnas, aplaudieron la República. Nombraron Alcalde al perdedor, el republicano Juan Hidalgo. En Gerena se gritó repetidamente ‘Muera el Rey’. En La Puebla del Río unos agitadores rompieron las urnas a la hora del escrutinio. ¿Quién inspiró, o pagó, aquel atropello?.

En Aznalcóllar, según relata Ponce en su libro, al aplicarse el artículo que reelegía candidatos sin precisar escrutinio, no se impidió la quema de un retrato del Rey Alfonso XIII arrancado del salón de plenos. Lo más insólito sucedió en Cazalla de la Sierra. Allí Manuel Martín de la Portilla, el único concejal republicano, fue elegido Alcalde por los ocho ediles de formaciones monárquicas y conservadoras. Un aplauso de gran parte del pueblo refrendó la lejanía popular del monarca, del viejo régimen y lo que representaba su huida el mismo 14 de abril con el afán de evitar una guerra que al final se sufrió entre 1936 y 1939.

Pueblos donde ganaron, en abril de 1931, los monárquicos y conservadores meses después votaron formaciones republicanas. Las influencias de los caciques locales en zonas donde el analfabetismo rozaba el 40% de la población contó menos. En el Ministerio de Gobernación reclamaron 49 municipios de Sevilla, pero las elecciones se repitieron en 80.

El trabajo del Dr. Ponce recalca y detalla lo acontecido en cada pueblo sevillano con distrito único electoral o varios. Estos se establecían a partir de 500 electores. El arduo trabajo investigador resalta la precariedad y burocracia que tenían pueblos pequeños y los más alejados de la capital.

El Gobernador de Sevilla González Sicilia, como consecuencia del cambio de régimen, acabó en la interinidad del cargo. Aquellas elecciones, sin lugar a dudas, cambiaron la historia de España. Sevilla se acostó monárquica y se levantó republicana.

La democracia de 2020 se perfecciona con la didáctica del rudimento electoral que este libro que comentamos pone sobre la mesa y ante los ojos de sus lectores. Investigaciones como las del Profesor Ponce Alberca contribuyen sin paliativos a que nuestra democracia del siglo XXI tenga más perspectiva y puntos de mejora sobre lo que ocurrió en las urnas municipales de 1931. Entonces sucumbió una monarquía con los días contados ante una República que laminó una guerra fratricida y ninguneó un régimen dictatorial durante décadas.

Hace bien la Diputación sevillana en rescatar de sus legajos que dormían el sueño del olvido una historia que no quería contarse sin el aval del rigor que orilla críticas gratuitas e intereses creados. Mantener la prestigiosa Revista Archivo Hispalense entre 1886-1888 y desde 1943, Arte Hispalense desde 1972, coeditar y republicar la proverbial Obra Completa de Chaves Nogales, muchos más libros de temática centrada en la provincia, digitalizar archivos y documentos públicos, patrocinar premios de monografías y alentar la cultura donde sobra material y faltan mecenas sólo merece el aplauso.