Las denuncias falsas son un problema para nuestras autoridades policiales y judiciales. En sí activan la maquinaria legal, pierden muchas horas servidores públicos y se usan recursos oficiales. Al final, la denuncia falsa tiene efecto boomerang que muchos/as desconocen. Es un delito. Consiste en ‘imputar la comisión de un ilícito penal ante una autoridad a una o más personas a sabiendas de su falsedad o despreciando la verdad’.

El Código Penal vigente contempla en los artículos 456 y 457 la falsa imputación. Apareja penas de multa, arresto o prisión si se vincula con una estafa. Fiscales y Jueces suelen ser cicateros acusando y sentenciando estos delitos porque además del beneficio que intenta lograr quien denuncia se abusa de la buena fe y del sistema legal. La trasgresión además es incívica.

El poli matemático

El inspector granadino del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) Miguel Camacho estaba harto de contemplar el volumen de denuncias falsas en delitos de robo con violencia o hurtos de móviles de alta gama. Los denunciantes sólo pretendían cobrar del seguro falseando hechos mientras que a la policía se la distrae de investigar delitos de mayor enjundia.

Ante la pantalla Camacho -Doctor en Matemáticas curtido sobre su afición por el ajedrez- ideó una herramienta que predice con más de un 90% de efectividad si cualquier denuncia es falsa o verdadera. Su proyecto, pionero y laureado, lo desarrollaron -desde 2014- investigadores de la Universidad Complutense y Carlos III de Madrid, más La Sapienza de Roma. Fue financiado por el Ministerio del Interior español.

Ese esfuerzo compartido, con base empírica, inventó una aplicación llamada VERIPOL. Desde que se implantó con éxito en las Comisarías de Málaga y Murcia en 2017, a todas las de España llegó a primeros de 2019. En Sevilla, como veremos, causa estragos entre quienes mienten ante agentes del CNP; VERIPOL acota un dicho popular hispalense: ’...dice [s] más mentiras que el [ex] novio de Falete en comisaría..’. La máxima ya es historia.

El olfato matemático-policial de Camacho no se equivocaba. Indicó al procesar su invento: ‘Veíamos que había características comunes en ciertas denuncias, unas podían asignarse como falsas y otras como verdaderas’. Camacho creó un algoritmo para detectar variables y calcular probabilidades de que el denunciante estuviese mintiendo. Las denuncias escritas las analiza VERIPOL para aislar y clasificar patrones. Como habitúan, inconscientemente, los policías expertos en la materia.

Lara Quijano, del Instituto Big Data de la Carlos III, colaboró en la génesis de VERIPOL. Habló con policías curtidos en detectar mentiras de denunciantes y se metió en su papel. El CNP después facilitó a los expertos multidisciplinares 1.000 denuncias para hallar patrones. La mitad verdaderas y la otra mitad falsas, pues sus autores lo admitieron. El programa informático aprendió a detectar las falsas sobre las verdaderas. Quijano recalca que quien miente falsea sobre los mismos factores.

¿Sobre qué, por y para qué mentimos?

La mayoría de las denuncias falsas no son azarosas, ni fruto del delirio o el aburrimiento. Tienden a documentar un requisito para cobrar del seguro un hurto/robo, calumniar o descriminalizar a alguien, ‘vacunarse’ ante hechos graves que pueden comprometer o justificar hechos inconfesables.

Los falsos denunciantes en comisaría repiten parquedad y vaguedad en sus relatos: un [supuesto] ataque por detrás, nocturno, agresor vestido de negro y con gorra que imposibilita su identificación o hechos genéricos sobre los que se dan datos in concretos. Los adjetivos, según VERIPOL, forjan la realidad de la denuncia. La ‘metralleta de datos’, sin embargo, conduce al terreno contrario. Artificiar con muchos datos es técnica comprometedora.

Las frases de quien denuncia y su corpus estructural labra VERIPOL para que funcione hasta lograr un 90% de éxito. Las probabilidades se calibran combinando casi 300 variables. La inteligencia artificial aplicada por VERIPOL obvia los sesgos. Nos referimos a las manías –de origen cerebral- que nos influyen cuando adoptamos decisiones personales.

Según su primigenio inventor, Miguel Camacho, VERIPOLEs una herramienta de ayuda a las decisiones. Te dice una probabilidad. Como si un amigo te dice “esto me suena raro”. y te aconseja. Pero la decisión final la tiene el policía’, Según Lara Quijano el instinto policial acierta en la falsa denuncia en un 75%, VERIPOL alcanza el 90%.

Las denuncias fakes sevillanas

Hay en Sevilla mucho donde trabajar el programa VERIPOL. Mucho antes de implantarlo el CNP, en 1960, una aristócrata hispalense denunció que un copista, Eduardo Olaya, le vendió un falso bodegón Velázquez de factura impecable. Aquella denuncia-vacuna originó la secreta Operación Sevilla’ que localizó el cuadro colgado en el Palacio del Pardo madrileño. Días después de la denuncia, Carmen Polo, esposa del Generalísimo lo compró de saldo. Mucho más caro de lo que valía en realidad.

En 2009, añoramos VERIPOL. Entonces, un divorciado pasó 9 meses encarcelado por teórico maltrato machista tras destaparse 8 denuncias falsas de la que fuera su mujer

VERIPOL si fue sustantivo, el pasado enero 2020, para destapar mentiras de robos para cobrar del seguro plasmadas en denuncias activadas por diferentes personas. Fueron tres mujeres las que fueron detenidas y procesadas por agentes del CNP destinados en la Comisaría de Dos Hermanas.

Dos operativos diferentes, ejecutados los pasados julio y agosto, detuvieron a un hombre y una mujer por agentes del CNP adscritos a la Comisaría de San Juan de Aznalfarache

Este detenido merece detalle. Dramatizó ser víctima de cargos fraudulentos en su cuenta por casi 8.000 euros. El olfato policial llegó a empresas que realizaron los cargos a una tarjeta. Todas eran prostíbulos y facilitaron comprobantes y videos del denunciante disfrutando de servicios sexuales y copas en barra. Tras ser detenido fue puesto a disposición judicial, sospechándose que exigiría que su pareja no se enterara en que gasta el dinero un putañero poco ingenioso. Este individuo no hizo ‘el agosto’.

La detenida en San Juan fue más cutre. Denuncia sufrir robo con violencia e intimidación para arrebatarle el bolso con 190 euros que acaba de sacar del cajero automático. Sus contradicciones las procesó VERIPOL que desmontó su inicial versión de hechos inventados. La propia denunciante admitió su falsedad retirando un reclamo a su seguro, aunque se activó una denuncia por falsa denuncia y estafa en grado de tentativa. Pretendía cobrar de un seguro de hogar. Lo repetimos. La Policía no es tonta.

¿Hay más denuncias falsas impunes?

Para conocer el número exacto de denuncias falsas en España debemos acudir al Balance de Criminalidad que difunde el Ministerio del Interior. Como este organismo computa las que tramitan CNP y Guardia Civil los números que publicita periódicamente parecen objetivos pero las conclusiones podrían ser interpretadas en clave política.

Es decir, casualmente, la criminalidad casi siempre baja, aunque la ciudadanía perciba otra cosa. Un ejemplo estaría en el balance del primer trimestre de 2020. Se procesaron un total de 481.872 –presuntas- infracciones penales. Según tal Ministerio, tal dato entraña un descenso de -8,9% con respecto al mismo periodo del 2019, cuya cifra fueron 529.066.

Ese cúmulo de denuncias no establece el nivel de credibilidad de las mismas. Expertos en la materia no descartan que la falsedad alcance entre el 15 y el 20% de las mismas siendo optimistas. Obviamente, no tiene medios para investigarlas todas. En su mayoría son de trámite que duermen en informes estadísticos o hechos irrelevantes a nivel penal.

Interior no procesa en sus balances las denuncias que pone y tramita la Fiscalía General del Estado a través de sus órganos territoriales, las que se presentan y procesan desde los distintos Juzgados de Guardia españoles, en centros docentes y/o en hospitales, centros de salud y ambulatorios.

Los falsarios saben cómo engañar a policías, jueces, fiscales y médicos de urgencias dramatizando o exagerando supuestos hechos. El CNP o la Benemérita sólo investigarían estas falsedades por orden judicial o del Ministerio Público.

Es decir, el asunto de las denuncias inveraces ante la autoridad es una asignatura pendiente que si se investigasen convenientemente ahorrarían millones de euros, horas de servidores policiales, recursos y medios públicos. De paso, se obviarían incontables calumnias y pérdidas de tiempo para inocentes que nada tienen que ver con la mente calenturienta o vengativa de cualquier falsario ante una autoridad.