Conflicto en Oriente Próximo

Los corredores Netzarim y Filadelfia, principales escollos para un alto el fuego entre Israel y Hamás

Pese a los intentos de mostrar optimismo de Blinken, las nuevas condiciones impuestas por Netanyahu alejan el acuerdo de tregua, que el grupo palestino considera que sólo beneficia a los israelíes

Desplazados palestinos acampan en la playa de Deir al-Balah, en la Franja de Gaza.

Desplazados palestinos acampan en la playa de Deir al-Balah, en la Franja de Gaza. / ABDEL KAREEM HANA / AP

Hace tiempo que se ha perdido la esperanza en la Franja de Gaza. Casi 11 meses de guerra han arrasado con la práctica totalidad del territorio palestino y se han llevado consigo decenas de miles de vidas. Pese a la crueldad del conflicto, las conversaciones para conseguir un alto el fuego que lo detenga siguen sin dar frutos. En las últimas horas, incluso, funcionarios anónimos estadounidenses e israelíes han declarado que se encuentran "al borde del colapso" y este miércoles las delegaciones mediadoras de Egipto, Qatar y EEUU han pospuesto "hasta nuevo aviso" la ronda de negociaciones por un alto el fuego, informa Efe. A lo largo de estas semanas, ha habido momentos de acercamiento, pero parece que en el momento actual Hamás e Israel se alejan cada vez más. Los puntos de desencuentro se multiplican, con especial desacuerdo en el mañana de los corredores Netzarim, que divide Gaza en dos, y Filadelfia, en la frontera con Egipto.

 

Aunque el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, intentaba mostrar optimismo en su escala este martes en Doha, la última de su novena gira por la región, por ahora, hay poco que celebrar. Ante las dificultades para ponerse de acuerdo, Washington ha anunciado una propuesta de transición. Atrás queda, por lo tanto, el texto propuesto por el presidente estadounidense Joe Biden en mayo, al que, según dijo, Israel apoyó y Hamás respaldó públicamente. En julio, el grupo palestino expresó su voluntad de firmar un alto el fuego temporal y luego continuar indirectamente las conversaciones que acabarían conduciendo a una tregua permanente. Pero, desde entonces, el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, ha seguido añadiendo condiciones y se ha mostrado poco dispuesto a hacer concesiones.

Regreso de los palestinos

Por ello, ahora Estados Unidos ha presentado esta propuesta puente. Hamás la ha rechazado, calificándola de un intento de ganar tiempo "para que Israel continúe su genocidio", y ha instado a volver a la propuesta anterior. Los dos principales puntos de desencuentro son dos líneas estratégicas que asfixian a la Franja de Gaza. En el corazón del enclave palestino, el Ejército israelí creó el corredor Netzarim, que separa el norte de Gaza del sur. Con aproximadamente seis kilómetros de longitud, se extiende desde la frontera israelí hasta la costa, justo al sur de la ciudad de Gaza, separando el área metropolitana más grande del territorio. Como parte del acuerdo de alto el fuego, Hamás exige que se permita a cientos de miles de palestinos que huyeron del norte regresar a sus hogares.

Israel ha aceptado su regreso, pero bajo la condición de revisar a todos los palestinos en busca de armas antes de permitírselo. Los palestinos la consideran un pretexto para impedir que las familias regresen a zonas donde han sido desplazadas a la fuerza y deliberadamente. Además, el control israelí del corredor Netzarim implicaría el cierre de carreteras y la expansión de puestos de control, torres de vigilancia, vallas y otras instalaciones militares. Aunque Israel sostiene que son necesarios para su seguridad, los palestinos ven toda esa infraestructura militar como un preludio de una ocupación militar duradera y del retorno de los asentamientos, como lleva ocurriendo en Cisjordania durante más de medio siglo.

Retirada de las tropas

Unas decenas de kilómetros al sur se encuentra el corredor Filadelfia, bautizado así por el Ejército israelí. El también conocido como corredor de Saladino es una franja de tierra de 14 kilómetros de largo y 100 metros de ancho a lo largo de la frontera entre Egipto y Gaza del lado egipcio. Durante los Acuerdos de Camp David en 1979, en los que los países vecinos firmaron un acuerdo de paz, el corredor fue establecido como zona de amortiguación bajo control hebreo. Tras la retirada israelí de Gaza en 2005, se trasladó la autoridad a El Cairo, que controlaba la circulación de armas y materiales entre los dos territorios y el movimiento de palestinos a través del paso fronterizo de Rafah. El pasado 29 de mayo el Ejército israelí afirmó haber tomado el "control operativo" del corredor Filadelfia.

Hamás ha exigido que cualquier acuerdo de alto el fuego implique la salida de las tropas israelíes de Gaza, empezando por la retirada del corredor Filadelfia. A esta demanda también se le suma Egipto. Por su parte, Netanyahu insiste que sus soldados deben permanecer allí y en otros puntos del enclave para preservar la seguridad israelí y frustrar el contrabando de armas a Hamás. En la propuesta de Biden de mayo que Israel había aceptado, esta condición no estaba. Sin la retirada de las tropas israelíes del territorio gazatí, Hamás no liberará al más de centenar de rehenes israelíes vivos y muertos que aún quedan en el enclave. A medida que Netanyahu va añadiendo nuevas condiciones, Hamás se niega a aceptar acuerdos que considera que solo benefician a los israelíes. Los medios hebreos afirman que la "propuesta puente" estadounidense no prevé el control israelí de ambos corredores, como exigió el primer ministro israelí.

Mientras, el tiempo se va agotando. Más de 10 meses de guerra han matado a 40.223 personas en Gaza y han herido a otras 92.981. El caos absoluto en el que está sumido el enclave palestino se ve agravado por el colapso del sistema sanitario, la falta de ayuda humanitaria y el exterminio del orden público en medio de un mar de escombros. Los israelíes, por su parte, ya no se contentan con la recuperación de los cadáveres de los rehenes y ven cómo la temeridad de Netanyahu les lleva a la incertidumbre de una guerra regional con Irán y la milicia Hizbulá clamando venganza. Por eso, Blinken ha llegado a Doha para destacar "la necesidad crítica de que todas las partes eviten acciones que socaven la capacidad de finalizar un acuerdo".

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