VIAJE OFICIAL
Sánchez viaja de nuevo a China para tratar de frenar la hemorragia del déficit comercial
El presidente visita Pekín y Shanghái de lunes a miércoles, y se verá con el presidente chino y con empresarios del país en un contexto marcadamente económico
China vende mucho a España. España vende muy poco a China. Esta ecuación ha sido siempre así, pero en el último lustro la situación se ha vuelto dramática. Las empresas chinas han doblado casi el valor de los productos que han colocado en nuestro país, hasta los cerca de 45.000 millones el año pasado. Sin embargo, lo que España vende al gigante asiático se ha mantenido casi constante en los últimos cinco años, 7.500 millones en 2023. No conseguimos romper la “gran muralla comercial” con China.
Por supuesto, el gigante asiático es una apisonadora exportadora para todo el mundo, no solo para nuestro país: mano de obra abundante, barata y especializada, una tecnología cada vez más avanzada y subvenciones gubernamentales gracias a una represión financiera (dificultad para sacar los capitales del país) que proporciona grandes recursos. Pero para España la situación es especialmente onerosa. Ocupa el segundo peor lugar en el ránking del déficit comercial de los países de la Unión Europea. Países como Alemania (con 12 veces más volumen exportador que España) tienen incluso superávit.
“Hay un elefante en la habitación, y es que España, aunque es la cuarta economía del euro, apenas representa el 4% de las exportaciones europeas a China. Alemania, Francia, Países Bajos e Italia, por este orden, copan el 75% de esas exportaciones” explica en conversación con este diario Alberto Lebrón, investigador y doctor en economía política de la Universidad de Pekín. “¿Qué está pasando? Somos la decimoquinta potencia exportadora en el mundo, un país industrializado. ¿Qué hacemos enviando a China carne de cerdo, que fue nuestra principal exportación en 2020, como si fuéramos un país en vías de desarrollo? Estamos atrasados respecto a la Unión Europea. La política industrial, comercial y de inversión está arrojando unos números impropios de la cuarta economía del euro”.
Reducir el déficit comercial con China
Desde el Gobierno reconocen que hay un problema serio en la relación comercial con el gigante asiático. Y apuntan a que mejorar la situación será uno de los principales objetivos del viaje que el presidente, Pedro Sánchez, va a realizar a Pekín y Shanghái el próximo lunes, martes y miércoles. Habrá una parte política (el lunes se verá en la capital con el presidente, Xi Jinping, y con el primer ministro, Li Qiang, entre otras autoridades), pero la agenda tiene una marcada orientación económica.
Sánchez va a exponer la visión española en favor de una agenda comercial equilibrada; buscando el acuerdo, pero sin arrugarse, dicen fuentes del Gobierno, a la hora de poner encima de la mesa los contenciosos o las disputas que dificultan el acceso de los productos españoles al mercado chino. Entienden en Moncloa que China toma medidas que están restringiendo el acceso de los productos españoles a su mercado, por ejemplo exigiendo certificados fitosanitarios que dificultan la entrada de alimentos.
Tambores de guerra comercial con China
Esta visita se produce, además, en un momento de tensión global hacia el país asiático. Suenan tambores de guerra comercial. Estados Unidos, Canadá y Brasil impusieron aranceles del 100% a los vehículos eléctricos chinos, subvencionados y más baratos. El pasado mes de junio, la Unión Europea puso otros, menores y temporales, de entre el 18% y el 37% a las principales empresas de vehículos eléctricos chinas. Pekín respondió inmediatamente abriendo una investigación a las importaciones de porcino, brandy y lácteos europeos. Justo los productos estrella de los países que habían votado a favor de la tasa a los coches eléctricos chinos: España, Francia e Italia. Alemania se abstuvo y se libró de las represalias a sus motores. Pero esa investigación podría no desembocar en un nuevo arancel para los productos europeos. Depende de lo que negocien las partes en las próximas semanas.
A finales de octubre o principios de noviembre, los 27 países de la Unión Europea deberán votar de nuevo para decidir si hacen fijo para los próximos cinco años el arancel temporal. La duda es si Xi Jinping tratará de convencer a Pedro Sánchez de que cambie su voto, o si lo ha hecho a puerta cerrada en sus recientes encuentros con Giorgia Meloni o Emmanuel Macron.
Moncloa niega que Sánchez vaya a negociar ese voto con su contraparte china. Dice que la posición española se está coordinando con los grandes socios y las instituciones europeas. Y que España esperará para decidir su sentido de voto a ver cómo evoluciona la negociación con las empresas chinas: algunas están hablando entre bambalinas con la Comisión Europea para endulzar la situación, por ejemplo limitando el volumen anual de coches que venden en la UE, según el medio Político.
El Gobierno llevará un mensaje: hay que evitar guerras comerciales porque son malas para ambas partes, aseguran fuentes del Ejecutivo. No a las guerra arancelarias, aunque siempre defendiendo los intereses de la industria española y europea, y buscando un cierto reequilibrio de las relaciones comerciales, que son muy asimétricas.
Interés de las empresas chinas en España
En el avión presidencial viajarán varios ejecutivos de empresas españolas: Cepsa química, GRI Renewable Industries, Grupo Jorge, ISDIN, Nicolás Correa, Osborne, Roca, Técnicas Reunidas, Benito Urban, CEOE y Cámara de España. Participarán con el presidente en un gran foro empresarial en Shanghái, la gran capital económica y financiera china, donde estarán el martes y el miércoles. China tiene ya inversiones en España por valor de 10.000 millones y España, de 5.000 millones en China, según los datos estimados del Gobierno.
España prevé firmar durante el viaje un memorando de entendimiento con el gigante chino de baterías de litio Envision, que ha puesto el ojo en Extremadura para poner en marcha su gran fábrica de baterías.
En general, va a existir un foco especial en las reuniones con empresas del automóvil, baterías, hidrógeno verde y coche eléctrico, lo que es especialmente destacable en el marco de la incipiente guerra comercial.
Agenda política y cultural
Sánchez se reunirá con las máximas autoridades del Estado y miembros del poderoso politburó del Comité Central del Partido Comunista de China, un grupo de 25 miembros que dictan junto al presidente los designios del país y sus más de 1.400 millones de habitantes.
Se trata de mantener el impulso político generado en la primera visita del presidente a China, de marzo de 2023. En Moncloa resaltan que es poco habitual que un presidente español visite dos veces el país asiático, y que la prueba de las buenas relaciones con la segunda potencia mundial está en el hecho de que Xi le reciba tan seguido.
Sánchez inaugurará el Instituto Cervantes de Shanghái, el segundo en el país tras el de Pekín. Se quiere apoyar la cultura y la educación española en China. Y atraer turismo del país, uno de los que más dinero suele gastar en el extranjero.
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