Vuelco político
La ultraderecha recibe el encargo de formar gobierno en Austria y aspira por primera vez a ocupar la Cancillería
El líder de la ultraderecha austríaca, Herbert Kickl, recibió este lunes finalmente el encargo de formar un gobierno, presumiblemente con la derecha moderada como socio menor. De materializarse, ello colocará al más arraigado entre los partidos de ese espectro radical de Europa por primera vez al frente de un Ejecutivo federal del país alpino.
"La decisión no me ha sido fácil", admitió el presidente del país, Alexander van der Bellen, al anunciar su decisión. Pero la falta de acuerdo para una coalición entre conservadores, socialdemócratas y liberales, bajo el aún canciller en funciones, Karl Nehammer, y la "nueva situación" creada por la retirada del rechazo tácito a cooperar con la ultraderecha por parte de los populares determinó al presidente a dar ese paso. Austria precisa "un gobierno estable", capaz de dar respuesta a los desafíos económicos el país, añadió Van der Bellen, originario del partido los Verdes, aunque formalmente independiente. "Me encargaré, de acuerdo a mis competencias, de que se cumplan los principios y fundamentos de nuestra Constitución", aseguró Van der Bellen, tras aludir tanto a las reglas europeas, como al conflicto de Ucrania, lo que puede interpretarse como una advertencia al FPÖ de Kickl, partido alineado con el bloque de las ultraderechas prorrusas europeas.
La intervención del presidente se produjo tras un fin de semana convulso, en que el conservador Nehammer, anunció su doble dimisión como canciller y como líder de los populares del ÖVP. Han transcurrido más de tres meses de las elecciones generales que dieron a los radicales del FPÖ el puesto de partido más votado, con un 29% de los votos. Van der Bellen recibió este lunes a Kickl con protocolario apretón de manos y se encerró más de una hora con él en su despacho en busca de una solución a la crisis política de su país.
Renuncia al cortafuegos conservador
Nehammer había tirado el sábado la toalla tras fracasar sus negociaciones de coalición con socialdemócratas y liberales. En su lugar al frente del ÖVP se ha colocado interinamente el secretario general del partido, Christian Stocker. En los medios austríacos y redes sociales circulaba desde el domingo un vídeo de Stocker, en la noche electoral del pasado septiembre, sosteniendo que su partido "no respalda ni respaldará al FPÖ" de Kickl. Es decir, la misma consigna que mantuvo Nehammer en campaña. Por entonces, y a la luz de los resultados, se daba por seguro que los conservadores lograrían una alianza que dejara fuera del poder a los ultraderechistas.
Van der Bellen se decantó en primer lugar por Nehammer, a quien encargó en octubre negociar una coalición de gobierno, amparado en su convicción de que podía verse respaldado por una mayoría. Alegó además razones de seguridad, por los vínculos del FPÖ con Moscú, así como las dudas que plantearía ese partido en cuanto al respeto a la debida separación de poderes.
Enero se abrió para los austríacos con una crisis política inesperada. Stocker pasó del rechazo cerrado a toda cooperación con el FPÖ a declarar que, de recibir Kickl el encargo de formar gobierno, el ÖVP acudiría a las conversaciones de coalición. Un giro drástico que, además de ponerle en evidencia, desató las manifestaciones de protesta en el centro de Viena de centenares de austriacos clamando contra un Kickl en la cancillería.
El FPÖ es uno de los partidos de la ultraderecha más arraigados de Europa, cuya figura más destacada fue el carismático Jörg Haider, y que ha formado parte de varios gobiernos como socio menor. Ahora le correspondería el puesto de la Cancillería. De lograr su propósito, reforzará a los defensores de la línea dura en materia migratoria y al bloque de los prorrusos. Austria, en tanto que país no integrado en la OTAN, defiende una teórica neutralidad respecto a Rusia, pero tiene a la práctica fuertes lazos con el Kremlin.
Perfil bajo
El propio Kickl, quien en los últimos meses había mantenido un perfil bajo, dijo anoche en un mensaje en Facebook que su partido es "el único factor estable" en la política del país centroeuropeo.
Además, afirmó que su partido no es responsable de la pérdida de tiempo y las condiciones caóticas que se suceden ahora tras el fracaso del tripartito.
La "primera obligación" es ahora con la propia población de Austria, dijo Kickl, quien promueve una política de mano dura con la inmigración.
"Me atengo a lo que siempre he dicho: primero el pueblo y luego el canciller", concluyó el líder del FPÖ.
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