Asenjo: «Soy castellano viejo y me cuesta vivir la ‘Ojana’»

El arzobispo ha explicado que sus inicios en Sevilla «fueron dolientes y con mucho sufrimiento»

Juanmi Vega @Juanmivegar /
21 sep 2019 / 05:00 h - Actualizado: 21 sep 2019 / 05:50 h.
"Cofradías","Religión","Semana Santa","Juan José Asenjo"
  • El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo. / Jesús Barrera
    El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo. / Jesús Barrera

¿Qué balance hace de estos años al frente de la Archidiócesis de Sevilla?

Estos diez años han sido años de mucho trabajo, esfuerzo e ilusión. He procurado atender los puntos más significativos de la vida de una diócesis como son la atención al clero, al seminario, me he preocupado del centro de estudios teológicos, he procurado servir a flancos importantes de la vida pastoral como son la familia, creando cinco centros de orientación familiar. Hemos restaurado muchas iglesias, hemos atendido a la conservación de la Catedral. En el mundo del apostolado seglar hemos tratado de favorecer y luchar por la comunión de los distintos grupos apostólicos y los movimientos.

Me siento satisfecho de las cosas que hemos ido haciendo y doy gracias a Dios y a las personas que han colaborado conmigo.

¿Cuál es su espina clavada en estos diez años?

No llegar a tantos flancos como componen la vida pastoral. Siempre se quedan cosas por hacer. Me hubiera gustado estar más cerca de las religiosas contemplativas, estar cerca de Cáritas diocesanas, que sí que estoy cerca, pero tendría que frecuentarla más. Tendría que tener más tiempo para visitar instituciones relacionadas con la pobreza, pero el día tiene 24 horas y uno no llega a todos los sitios que quisiera.

¿Son tantos los compromisos que tiene el arzobispo de Sevilla para no poder hacerlo?

Esta es una Diócesis muy grande, con mucha vida, extensión y con muchas atenciones que hay que prestar. En este caso se duplica el trabajo con el mundo de las hermandades y cofradías, que exigen muchas presencias, exigen presidir determinadas funciones principales, actos... uno no puede llegar a tantas cosas.

Asenjo: «Soy castellano viejo y me cuesta vivir la ‘Ojana’»

Quién lea esto puede pensar que el mundo de las hermandades le quita tiempo al arzobispo para dedicarse a cosas más importantes, como Cáritas.

Yo no he querido decir eso. Cáritas está funcionado bien. Tengo un director, unos técnicos y recibo informes periódicos. Me gustaría darles un retiro, pero no llego a tantos sitios como tengo que llegar.

El mundo de las hermandades es un mundo especialmente importante en la diócesis. Yo quiero decir que otras diócesis están mucho más secularizadas que la nuestra. La prueba es el seminario. Hay algunos en España con escasos seminaristas. Nosotros contamos con un gran número de ellos. Muchos proceden de las hermandades. Las hermandades son un mundo benéfico que tienen jóvenes, los cultivan y los forman y de ahí nacen muchas vocaciones.

Las hermandades también son una gran carpa que impide que se reseque el humus cristiano de esta tierra. Otras diócesis de España están mucho más secularizadas que la nuestra y eso se debe a las hermandades. Yo no puedo hablar mal ni abandonarlas. Yo he dicho que ponerse en frente o de espaldas a las hermandades sería un verdadero suicidio. Yo las tengo que cuidar, acompañar, a veces corregir, pero siempre desde la cercanía y no desde la lejanía. Yo las animo a vivir con gozo y compromiso la vocación cofrade.

Cuando llegó a Sevilla, había cierta impresión de que no se adaptó bien a la ciudad y a sus cosas. ¿Ha aprendido y se ha adaptado a la idiosincrasia de la ciudad?

Bueno, yo creo que no se me interpretó bien. En los dos meses que mediaron entre mi nombramiento y mi toma de posesión, yo estaba en Córdoba. Aquí hubo una siembra en determinada prensa en la que se me calificaba de ignorante en el mundo de las cofradías, cosa que no era verdad porque llevaba siete años de Obispo en Córdoba y conocía perfectamente el mundo de la piedad popular.

Se decía que no venía a gusto a Sevilla. Se dijeron muchas lindezas. Me sentí mal recibido. Si me hubieran recibido con normalidad, me hubieran conocido como soy. No soy huraño ni complicado. Creo que tengo algunas cualidades para la relación personal. Lo cierto es que mis inicios no fueron gratos. Fueron inicios dolientes y con mucho sufrimiento.

Poco a poco, las cosas fueron cambiando y han visto que no soy un extraterrestre. Mi relación con la gente y con las hermandades es fluida y grata. Yo estoy contento de cómo me acogen en los sitios. Los fantasmas y demonios se han ido disipando.

¿Usted conoce el término sevillano ‘Ojana’?

Sí.

¿A usted le ha faltado saber darla para tener mayor popularidad o terminar con una calle en Sevilla?

Yo ni busco la popularidad ni busco tener una calle en Sevilla. Yo busco cumplir con mi deber y realizar con eficacia el ministerio de salvación que se me ha encomendado. No busco honores ni distinciones. Yo soy castellano viejo y me cuesta vivir la ‘Ojana’. Me cuesta, sí.

Asenjo: «Soy castellano viejo y me cuesta vivir la ‘Ojana’»

Los que conocen un poco su obra y lo que ha hecho en estos diez años sí le tienen una estima alta, pero el resto piensa que le gustan poco las cofradías...

Es mentira. Si yo estuviera enfrentado a las cofradías sería un suicidio. Los cofrades lo saben. Estoy con ellos. Esa percepción son conversaciones de taberna, pero no responden a la verdad.

¿Cree que la prensa no le ha dado el valor suficiente a las cosas que ha hecho y que debería desvelar? Como por ejemplo cómo estaba el seminario anteriormente, de cómo se iba a ciertos actos, etc.

Sería un servicio a la verdad. De todas formas, hoy, no estoy descontento con la prensa. En general, todos me tratan bien. Es verdad que al principio me dieron caña hasta en el cielo de la boca, algún medio, pero hoy no estoy descontento y estoy agradecido.

A mí sí me importa lo que diga la gente pero me importa lo que el Señor piense de mí. Eso es lo decisivo. Examinándome, uno nunca está contento al cien por cien, pero sí creo que he cumplido con mi deber.

En esta Cuaresma, usted dio una respuesta que fue muy llamativa respecto a la situación de la reordenación del Martes Santo en la que dijo «que nos dejen en paz». ¿Sigue pensando igual? ¿Se arrepiente de esa contestación?

Yo me he arrepentido después de la expresión e incluso se lo he clarificado a algún hermano mayor. Yo sentía cierto hartazgo del asunto. Podía haber modulado la respuesta un poco más.

Parece que ahora va a ser el Miércoles Santo el que entre en polémica. ¿Nos quedamos en la superficie de lo que significa la Semana Santa?

Pues sí. A mí me gustaría que estos temas se resolvieran con rapidez y mucha generosidad utilizando el diálogo como arma exclusiva. El mundo de las hermandades hace muchas cosas buenas, pero lo que aparece ante la opinión pública son estas historietas que no les favorecen y que nos cansan a muchos.

Una persona divorciada, en teoría, no puede ser miembro de Junta de Gobierno de una hermandad.

La iglesia tiene unas normas establecidas para este tipo de casos. La separación de un matrimonio es una cosa no deseable pero si las partes se mantienen sin intentar otras uniones, a no ser que se disuelva el matrimonio o se declare nulo, pueden ser miembros de una Junta de Gobierno. Desde la delegación de familia y vida estamos cuidando a un grupo de mujeres que siguen creyendo en el vínculo y no intentan nuevas uniones. Las estamos ayudando y alentando.

Esas personas pueden pertenecer a una Junta de Gobierno. Otra cosa es si ha habido un matrimonio civil, entonces la cosa cambia.

Asenjo: «Soy castellano viejo y me cuesta vivir la ‘Ojana’»

Otras de las polémicas de estos últimos meses afectan a la hermandad de Monte-Sión. Un grupo nutrido de hermanos ha denunciado que el hermano mayor de la corporación manifestó que el Vicario General asesoró en el blanqueo de 20.000 euros. De hecho se han producido expulsiones en el seno. ¿Es católico expulsar a hermanos que denuncian estas irregularidades?

En el ordenamiento canónico está prevista la posibilidad de que una persona deje de pertenecer a una de estas instituciones si no observa las normas o ha cometido faltas graves.

¿Asesoró el vicario en el blanqueo de 20.000 euros?

Él lo niega.

Hubo muchos hermanos que mandaron ese escrito. Alguien miente. O lo hace el hermano mayor, el Vicario o las decenas de hermanos.

El vicario ha dicho que él no ha hecho esa indicación.

El tema de la semana ha sido la publicación de expedientes de restauración de algunos titulares de hermandades de Sevilla. Ciertos sectores han aprovechado para criticar que se hagan públicos estos informes. ¿Usted ve bien que exista esa información y que se pueda acceder libremente a ella? ¿Hemos llegado a un punto en el que le damos una importancia sobredimensionada a las imágenes?

Yo creo que las imágenes tienen que ser tratadas con mucho respeto. Son sagradas y todas ellas bendecidas. Son objetos de devoción y la publicación de esas imágenes puede herir a las personas devotas que procesan una devoción grande a ellas. Yo recomendaría una cierta prudencia. Puede ser interesante que estén en el archivo del Instituto del Patrimonio Histórico de Madrid y que estén al alcance de historiadores y técnicos porque pueden servir como criterio de restauración para otras personas.

A mí, personalmente, preferiría que no se publicaran para el gran público, sí para usos científicos.

Para verlas hay que rebuscarlas, no están en la portada de la web.

Si están a disposición de investigadores, eruditos y técnicos, yo no tengo ningún inconveniente. Ahora si se publican para otros usos, eso no me parece aceptable.

¿Cree que se le da demasiada importancia a las imágenes? Hay gente que entra en las iglesias y sólo va a visitar a sus titulares y no se para ante el sagrario.

Hay muchas personas que tienen una devoción grande. Yo lo he visto con el Cristo de los Estudiantes. Hay personas que lloran y le tienen muchísimo cariño, incluso por tradición familiar. Algunos ven la pasión de Cristo a través de esas imágenes y habrá otros que sólo consideren la dimensión cultural. Las imágenes han sido creadas para la devoción del pueblo cristiano y para la catequesis, porque el patrimonio artístico de la iglesia ha nacido para la evangelización, para mostrar con las imágenes las verdades de fe, sobre todo en el pasado.

Otra de las cuestiones de las que se habla mucho es de la forma de vestir de los extranjeros que entran en la Catedral.

Hay documentos de la Iglesia que hablan de la decencia con la que hay que entrar en las iglesias. Nosotros tenemos normas, tanto en parroquias como en la Catedral, en el que se piden respeto y decencia en las vestimentas que se llevan cuando se hace la visita cultural o turística. A mí no me entusiasma ver determinados atuendos pocos respetuosos con el lugar que están visitando.

Me parece muy razonable la posición del cabildo, que yo he favorecido, insistiendo en la necesidad de respetar la dignidad del lugar.

Le queda año y medio, aproximadamente...

Propiamente 13 meses, el 15 de octubre de 2020 tendré que presentar la renuncia.

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¿Y después?

Pues el Papa me prorrogará unos meses.

¿Usted querría quedarse mucho más tiempo?

No, no, yo quiero lo que quiera el Papa y lo que quiera la Iglesia. Yo estoy muy cansado, he trabajado mucho en mi vida. Los años de Sigüenza trabajé muchísimo en temas de patrimonio: viajé, subí a andamios, a tejados...

En mis años de vicesecretario general de la Conferencia Episcopal igual. En los años como Obispo auxiliar de Toledo y Secretario de la Conferencia vivía en Madrid de lunes a viernes y sábado y domingo estaba en Toledo. En Córdoba... y ahora ésta es una diócesis casi inabarcable. Me he empleado a fondo y estoy deseando tener tiempo para rezar más, leer y para caminar. Me voy a quedar en Sevilla. Sí iré a Sigüenza con más asiduidad y las estancias serán más prolongadas, pero erradicaré aquí y me pondré al servicio de mi sucesor. Mi idea es pasar en silencio y con discreción mi etapa de jubilado.

En trece meses presentará su renuncia ¿la tiene firmada ya?

No. La prepararé en torno al 5 de octubre.