Corpus clásicos y señoriales en Triana y la Magdalena

Cae del calendario, definitivamente, otra fiesta que no se vivía en su plenitud desde hace tres años. Atrás ha quedado la solemnidad del Corpus Christi, en cuyo domingo, tras la procesión catedralicia que se mantiene en uno de esos tres jueves que relucen más que el sol, varias corporaciones sacramentales recorren sus feligresías con Su Divina Majestad. Fue una mañana esplendorosa, y de suaves temperaturas, en barrios jóvenes donde el Santísimo transita entre sus moradores bajo palio como ocurre en San José Obrero, Heliópolis, Padre Pío o Parque Alcosa, donde por vez primera se celebró una procesión eucarística organizada por las dos hermandades del barrio: Desamparados y Divino Perdón. Dios Sacramentado también se adentró en manos de un sacerdote por las estrechas callejas de la Judería por San Bartolomé, y asentado sobre custodias procesionales bendijo a Pino Montano y a Nervión, donde celebraban los cincuenta años de la fusión de la hermandad sacramental con la del Cristo de la Sed.

Sin embargo, hay dos lugares en Sevilla donde esta prodigiosa mañana nos retrotrae a otras fechas, como si el tiempo no pasase por nosotros. Hay dos Corpus que son santo y seña de la vieja urbe y de honda tradición secular: el de la Magdalena y el Corpus Chico de Triana. Con desbordante elegancia salió, como siempre, el del antiguo Convento de San Pablo, abriendo paso, a los solemnes sones de la Banda del Maestro Tejera, el Dulce Nombre de Jesús en su templete, titular de la Hermandad de la Quinta Angustia y cuya primitiva corporación celebra los 450 años de su nacimiento. Acudieron todas las hermandades de la feligresía: Calvario, Amparo, Montserrat, Carmen del Santo Ángel... que acompañaron a la Inmaculada Concepción y al Santísimo Sacramento en la custodia labrada por Diego de León, Cristóbal Sánchez de la Rosa y Juan Laureano de Pina, luciendo los cofrades de esta sacramental pura -una de las siete que se mantienen como tales- sus acostumbrados y esbeltos chaqués, sello de idiosincrasia de un barrio señorial. Y alrededor de la Eucaristía, cantos y plegarias por parte de la coral que escolta al Señor. Así mismo, han de destacarse los hermosos altares efímeros de las hermandades del Museo y de Montserrat, levantados ambos en los dintales de las puertas de sus capillas respectivas.

Cruzamos el puente, y la Capillita del Carmen y el resplandor del sol sobre el Guadalquivir, que se refleja en la calle Betis, avisan que se aproxima julio con sabor a velaíta de Santa Ana, pero antes, de casa de la Abuela, viene el Corpus Chico con ese ambiente auténtico de barrio arrabalero. Por delante, el Niño Jesús que portan costaleritos tan niños como él. Detrás, Santas Justa y Rufina, alfareras trianeras cuyo corazón sigue latiendo por aquellas calles llenas de magia... No faltó tampoco San Juan Evangelista, titular de la Esperanza de Triana, corporación organizadora de esta procesión desde su fusión en 1972 con la sacramental de Santa Ana y recientemente restaurado por Juan Alberto Filter Peinado e Isabel Rabadán del Saz. Y a los sones de las cornetas y tambores del Cristo de las Tres Caídas, la belleza inmarcesible de la Purísima atribuída a Duque Cornejo abría paso a Su Divina Majestad, que contó con el acompañamiento de la banda de Dos Hermanas 'Santa Ana'... Se echaron en falta mayor presencia de altares, algo que se debe fomentar desde el propio distrito municipal, entidad que tampoco quiso que hubiese romero por el suelo del recorrido porque supone un costo de 3.000 euros... ¡Vaya por Dios!

Al filo del mediodía culminaron estas procesiones que cedieron el testigo a las dos últimas que saldrían por la tarde: los Corpus de Santa Genoveva en El Tiro de Línea y del Corpus Christi en La Palmera, procesionando éste con el Santísimo bajo un baldaquino portado por costaleros en un paso, mientras que el primero lo hizo con su característica custodia sobre las antiguas andas procesionales de la Virgen Milagrosa titular de esta hermandad. Así se puso el punto y seguido a un tiempo sacramental que se remata en las postrimerías del verano, cuando San Bernardo celebre el último Corpus del año en la tarde del 14 de septiembre.

Foto: Juanma Labrador.