De la calle al Maestranza

El director de orquesta José Colomé, a la sazón director de las Nieves de Olivares, guió anoche un recorrido sonoro por las calles de Sevilla en Semana Santa: del teatro a la trasera de un palio

08 mar 2017 / 21:37 h - Actualizado: 08 mar 2017 / 22:35 h.
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  • José Colomé en la sala de ensayos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en el Teatro de la Maestranza. / Jesús Barrera
    José Colomé en la sala de ensayos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en el Teatro de la Maestranza. / Jesús Barrera

Desde las butacas del Maestranza a la calle Santa Ángela, la plaza del Salvador o el puente de Triana. Desde el teatro levantado para el 92 y consagrado a la música más selecta a una Madrugá con el Silencio por Placentines, el Gran Poder en su plaza de San Lorenzo, la Macarena volviendo a su barrio, El Calvario por Molviedro, Los Gitanos ante el Palacio de Dueñas o la Esperanza de Triana por la antigua casa del Pópulo. José Colomé, el joven director de orquesta que ayer se puso al frente de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS), guió anoche, con su batuta, un recorrido sonoro por las calles de Sevilla en Semana Santa, en su particular Diario de un cofrade, que podría ser el de muchos sevillanos pero marcado exclusivamente por la música procesional y por su experiencia como consagrado «capillita».

Hermano del Cautivo y del Santo Entierro de Dos Hermanas, José Colomé se siente «de corazón» de Las Penas de San Vicente y, «por familia», de la Esperanza de Triana. Músico de la Banda Tejera «durante muchos años» y desde hace cinco director de las Nieves de Olivares, recuerda las Semanas Santas de mano de su madre –«nada me daba miedo»–, las cofradías que le enseñaba, «los nazarenos, los algodones de azúcar»... y la música, un «tesoro», un «patrimonio impresionante» que le ha llevado hasta donde está hoy profesionalmente.

«La gente se acostumbra a escuchar las marchas, las piezas clásicas, y cuesta más trabajo introducir otras nuevas, la música contemporánea», pero, apunta, una oportunidad como ésta, en la que la ROSS interpreta esas marchas clásicas hace que se encuentren ambos públicos, el de la música procesional y el «de oídos más refinados» que suele llenar el Teatro de la Maestranza en su ciclo de conciertos: «Es una forma de unir a las dos Sevillas, pues también en esto, como con el fútbol, es una ciudad de bandos», asegura.

En cualquier caso, advierte, la selección de marchas que se pudieron escuchar anoche en el Maestranza, y las saetas interpretadas por Erika Leiva y Manuel Cuevas –«he visto cómo pone Sevilla boca abajo con sus saetas muchas veces»– son su selección personal «para este año, quizás el próximo año lo cambiaría», entre otras cosas porque lo que José Colomé ve actualmente en Semana Santa son palios de espaldas, los que acompaña las Nieves de Olivares. Pero casi seguro que siempre formaría parte de este repertorio alguna pieza de la saga de los Font, especialmente de Font de Anta –el programa de anoche lo abría Amarguras–, convencido de que se trata de «una saga de las más grandes que ha podido dar Sevilla, una música a la altura de Turina, pero con la que todavía no se ha hecho justicia». Por este motivo, pretende hacer una investigación completa –«no sólo de la música cofrade»– de sus obras.

Colomé, que no podía ocultar su emoción al dirigir la orquesta con la que empezó como trombonista a los 13 años –el lunes cumplió 32–, bajo la dirección de su «primer maestro», Juan Luis Pérez, recuerda que la crisis le empujó a completar su formación de director de orquesta en el extranjero, Austria y Reino Unido, lo que le obligó a perderse algunas Semanas Santas o, al menos, algunos días: «Cuando llegaba a Sevilla un Lunes Santo lamentaba haberme perdido las del Domingo de Ramos», pero, sobre todo, confiesa, lo «imprescindible en mi Semana Santa son las torrijas de mi madre».