El rito madrugador de venerar al rey libertador

Centenares de sevillanos desfilan en la Catedral ante los cristales de la urna que cobija el cuerpo momificado de Fernando III el santo

22 ago 2018 / 19:07 h - Actualizado: 22 ago 2018 / 20:17 h.
"Consejo de Hermandades y Cofradías","Virgen de los Reyes"
  • Centenares de fieles y curiosos hicieron cola en la Capilla Real para cumplir con el rito de venerar al rey que liberó a Sevilla de la dominación musulmana. / Jesús Barrera
    Centenares de fieles y curiosos hicieron cola en la Capilla Real para cumplir con el rito de venerar al rey que liberó a Sevilla de la dominación musulmana. / Jesús Barrera
  • Miembro de la escolta del Regimiento de Guerra Electrónica. / Jesús Barrera
    Miembro de la escolta del Regimiento de Guerra Electrónica. / Jesús Barrera

A las diez y media de la mañana, con celosa puntualidad británica, el capellán real, Manuel Soria Campos, revestido con el traje coral de los canónigos de la Catedral, arría la cortinilla de la urna del rey San Fernando en un ceremonioso y breve ritual al que sirve de banda sonora la Marcha Real que interpreta un cornetín de órdenes del Regimiento de Ingenieros número 32 de Guerra Electrónica. Los cinco integrantes de la escolta de este regimiento, con base en el Copero, levantan sus mauzer en honor al monarca que tienen por patrón. Es 22 de agosto en Sevilla y, tras unos días de clausura por obras de mantenimiento, la colosal reja de la Capilla Real ha abierto de nuevo sus pesadas hojas para acoger el último día de la Octava en honor de la Virgen de los Reyes y, acto seguido, la apertura de la urna que alberga el cuerpo momificado del rey que, Lobera en mano, liberó a la ciudad en 1248 del yugo mahometano.

Por tercera vez en lo que va de año la suntuosa urna que labrara el orfebre Juan Laureano de Pina se descubría poco antes de las ocho y media de la mañana para que los sevillanos más madrugadores pudieran venerar al rey cuyo nombre siempre guardará un puesto de honor en la mejor historia de la ciudad. En total son cuatro las oportunidades que al año tienen los sevillanos para cumplir con la tradición de visitar al monarca canonizado por la Iglesia en 1672, más de cuatro siglos después de su muerte. Las otras tres fechas reservadas para la apertura de la urna también son fijas en el calendario: el 14 de mayo –en conmemoración del traslado definitivo de sus reliquias a su ubicación actual, hecho que ocurrió en 1729–; el 30 de mayo, día de su solemnidad; y el 23 de noviembre, cuando el monarca entró triunfalmente en Sevilla acompañado, según se asegura, de la milagrosa imagen de la Virgen de los Reyes.

Terminada la misa de la octava, que presidió este miércoles por el capellán real y párroco del Sagrario, Manuel Cotrino, centenares de fieles y curiosos desfilan ante los cristales que cobijan a Fernando III el santo. «Una vez me preguntaron que si lo cambiábamos de ropa», comenta con una sonrisa en la boca el vocal de mantenimiento de la Asociación de fieles de la Virgen de los Reyes y San Fernando, Federico Carrasco, al que ya le ha llegado la hora del descanso después de 19 días de cultos ininterrumpidos en honor a la Patrona de Sevilla desde que un ya lejano 4 de agosto arrancara su primer besamanos. «La afluencia de público a los cultos ha sido tremenda. Las colas en el segundo besamanos, celebrado en el Sagrario, llegaron hasta la Giralda, algo insólito. Una hora de cola».

Mientras reparte a los fieles una estampa del monarca como recuerdo de la visita, otro integrante de esta Asociación, Arcadio Luis Saldaña, corrobora la «extraordinaria participación» de fieles en estos cultos de agosto. Desde la atayala de sus 70 años el testimonio del nuevo vocal de cultos cobra especial relevancia. «Mi devoción por la Virgen de los Reyes es una herencia familiar. Desde que era un chinorri mi madre me traía a las sabatinas que el cardenal Segura celebraba en el trascoro de la Catedral. Y cuidado con que ninguna mujer fuese sin velo porque, de lo contrario, el cardenal formaba el tres de mayo».

Tras siete días de estancia en la parroquia del Sagrario, la Virgen de los Reyes amanecía este miércoles entronizada ya en su camarín de la Capilla Real. El martes por la tarde una pareja de religiosas de las Hermanas de la Cruz, sus peculiares camareras, se encargaron de despojarle del manto blanco de castillo y leones que la Patrona lució en la procesión del 15 de agosto y de vestir a la Virgen y al Niño con un nuevo terno de color verde agua que le fue donado a la imagen por María Luisa de Parma, reina consorte de España como esposa de Carlos IV. Nada se deja a la improvisación. «Se le ha puesto este terno verde agua para recibir en noviembre a la Esperanza de Triana...»