Cuaresma 2021

El universo de las cofradías en seiscientas páginas

Jesús Luengo y Juan Pedro Recio firman un brillante trabajo que aspira a convertirse en un manual de iniciación para nuevos cofrades. Su título es «Compendio general de las Cofradías de Sevilla» y lo publica Espuela de Plata

05 mar 2021 / 05:00 h - Actualizado: 05 mar 2021 / 05:00 h.
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Dice Rafael Jiménez Sampedro, abogado e investigador de la Semana Santa hispalense, que «seguramente nunca habrá una carrera universitaria que estudie a las cofradías de Sevilla», y probablemente lleve razón. Es tal la riqueza que estas corporaciones aglutinan, tantos los artífices e ilustres ligados a ellas, así como los siglos que las contemplan, que sería un acierto crear unos estudios específicos. Veremos si con el tiempo se consigue, y al igual que el flamenco posee el título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y goza de un enorme prestigio, la historia de nuestras hermandades pasa a ocupar el lugar que merece. Por lo pronto tendremos que conformarnos con las actividades que sobre Semana Santa suelen organizarse a nivel académico —desde conferencias y mesas redondas al pregón universitario—, y especialmente con las publicaciones que, cada año, arrojan nueva luz para su estudio y comprensión. Es el caso de la obra que acaba de editar el sello hispalense Espuela de Plata dentro de su colección Cruz de Guía. Esta se titula Compendio general de las Cofradías de Sevilla, y viene firmado por dos autores de prestigio dentro de la literatura cofrade de las últimas décadas, Jesús Luengo Mena y Juan Pedro Recio Lamata. Del primero hemos de decir que, además de estar licenciado en Historia del Arte, poseer estudios de Sagrada Liturgia y trabajar como docente, es un reconocido divulgador de la historia, el arte, la cultura y las tradiciones sevillanas, lo que le ha llevado a pronunciar numerosas ponencias en diferentes foros y a dirigir cursos. Asimismo es miembro de la Junta de Gobierno de la Hermandad de Jesús Despojado y responsable de numerosas obras dedicadas a las cofradías. Por su parte, Juan Pedro Recio es Graduado Social y funcionario de la Administración Civil del Estado, si bien su especialización en estudios y asuntos relacionados con la Semana Santa le han llevado a divulgar en anuarios y publicaciones específicas, participando asimismo en programas de radio y televisión, charlas, mesas redondas y ciclos formativos en hermandades, asociaciones culturales, literarias y docentes. También tiene en su haber varios libros sobre Sevilla y sus cofradías.

Siete apartados y más de seiscientas páginas

Compendio general de las Cofradías de Sevilla es, ante todo, un viaje en el tiempo que permite al lector conocer el origen de las cofradías, su composición y órganos de gobierno o el significado de las insignias que portan en los cortejos. A esto se suma un análisis de la iconografía representada en sus misterios, de la música procesional que los acompaña y de los datos históricos más relevantes de cada corporación. Por tanto es un trabajo donde el cofrade que se inicia hallará importantes claves para entender la celebración más importante de Sevilla, mientras que el avezado descubrirá curiosidades poco o nada divulgadas, caso de los requisitos para fundar una hermandad, los cultos a través de la historia o los cargos que ostentan autoridad dentro de la cofradía.

Dividida en siete apartados, los cuales vienen precedidos por un prólogo de Francisco Vélez de Luna, presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, y una introducción del citado Rafael Jiménez Sampedro, director del Boletín de las Cofradías, esta interesante obra que acaba de llegar a las librerías, a priori podría parecer un reboot de una obra publicada por Jesús Luengo en 2007 titulada Compendio de las Cofradías de Sevilla que procesionan a la Santa Iglesia Catedral en Semana Santa, pero nada más lejos de la realidad. Pese a seguir las pautas de aquel loable volumen y haber sido publicado por la misma editorial, este nuevo trabajo no solo posee 250 páginas más —lo de versión corregida y aumentada se le quedaría corto— sino que incluye aportaciones de otros expertos, comenzando por el coautor Juan Pedro Recio y continuando por José Márquez Morales, canónigo honorario y cantor de la catedral, que se ocupa del apartado músical, y José Ignacio Velasco González, arquitecto técnico y funcionario docente, que firma las extraordinarias fotografías que ilustran el texto.

De sangre y de luz

Dentro del capítulo inicial, dedicado al origen de las cofradías, la obra nos lleva de la mano a unos tiempos en que las advocaciones hacían referencia «a la Sangre de Cristo, a la Vera Cruz y al nombre de Jesús», yendo precedidas por un estandarte y contando entre sus filas tanto con disciplinantes como con hermanos de luz. Estos datos los conocemos merced a documentos del siglo XVI, si bien se tiene constancia de que las procesiones se crearon mucho antes, haciendo estación a «humilladeros, iglesias, conventos u otros templos», sin hacer distinción «entre hermanos y hermanas cofrades». Por cronistas como Ortiz de Zúñiga o el abad Gordillo, sabemos que en el siglo XVII los días que acogían más actos penitenciales eran el Jueves y el Viernes Santo, sobresaliendo cuatro hermandades: «la de Nuestra Señora de la Antigua —hoy extinguida—, la de la Vera Cruz, la de Pasión y la de Jesús Nazareno».

Esta Semana Santa pretérita sería favorecida de manera importante por el Papa Urbano VIII, cuyo pontificado abarcó los años 1623-1644, y contaba con 39 cofradías, seis de ellas en Triana. Dicha nómina se iría ampliando con el paso de los años hasta llegar a 1770, cuando en tiempos de Carlos III, una real orden dispuso hacer «un censo de hermandades, cofradías y corporaciones religiosas de Sevilla» con el ánimo de «extinguir a la mayoría». Esta norma irá aparejada a la del 20 de febrero de 1777, cuando se prohíben los disciplinantes, y a la del 25 de junio de 1783, cuando el rey Borbón ordena la extinción de todas las cofradías «erigidas sin autorización real excepto las sacramentales». Con la invasión napoleónica y la Revolución de 1868 la situación no hace sino empeorar, debiendo esperar hasta el último cuarto del siglo XIX para ver remontar la fiesta. No es necesario recordar lo que ocurrió en la década de 1930, ni cómo la Semana Santa fue recuperándose poco a poco en los años siguientes, hasta llegar a nuestros días.

Cultos y coplas

Pero la celebración de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor no solo tiene lugar en las calles. Este año 2021, y como consecuencia de la pandemia, los cofrades deberán hacerlo en los templos, evocando fechas pasadas y recuperando estampas perdidas. A este Triduo Pascual y a los propios de la cuaresma hay que añadir otros que se celebraban antaño en el seno de las hermandades y que el libro recoge con acierto. Es el caso de las tres funciones matutinas celebradas por la hermandad del Sagrado Decreto en el siglo XIX, y que tenían lugar de acuerdo a este calendario: el Domingo de Resurrección, en alguna de las festividades destacadas de la Virgen y «en el día del santo cuyo nombre tenga el monarca reinante». Asimismo la hermandad del Silencio prescribía hacer honras generales por sus hermanos fallecidos en el día de los difuntos, y la del Valle obligaba a los suyos a «salir a recibir a los cadáveres de los cofrades difuntos, y los de sus mujeres e hijos de ambos sexos, con la cruz a la puerta del templo y darles sepultura». Datos que vienen a corroborar lo interesante del proyecto.

Además de lo dicho, Compendio incluye dentro del capítulo musical uno de los apartados más logrados de sus 625 páginas, el dedicado a las coplas de hermandades, composiciones dedicadas a misterios de la Pasión de Cristo que nos retrotraen a los siglos XVIII y XIX y a hermandades como Pasión y el Silencio, que aún las conservan. Entre sus autores hallamos a Miguel Hilarión Eslava, responsable del célebre Miserere que se interpreta cada año en la Catedral, Mariano Courtier, notable violinista decimonónico, o Manuel Noriega Vázquez, que daría a luz composiciones para diversas hermandades, incluyendo la Exaltación —recientemente se ha hallado una copla dedicada por él a la Virgen de las Lágrimas—. Tampoco faltan Mariano Liñán —con temas para las Siete Palabras—, o Vicente Gómez Zarzuela —para el Valle—. Ya en el siglo XX sobresalen las creaciones de Joaquín Turina, Eduardo Torres, Telmo Vela o Manuel Castillo.

Aunque el verdadero eje de este trabajo es sin duda la relación de las setenta hermandades de penitencia de Sevilla, comenzando por las que procesionan el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión, las llamadas «de Vísperas» —auténtica novedad dentro de la bibliografía cofradiera hispalense— y concluyendo el Domingo de Resurrección. A este apartado dedican Luengo y Recio más de cuatrocientas ochenta páginas, incluyendo datos fundamentales para entender su funcionamiento (residencia canónica, datos históricos, heráldica, túnicas y pasos); información que, como es obvio, se halla perfectamente actualizada, bien resumida y mejor expuesta, lo que convierte a esta nueva publicación en un manual de consulta indispensable.