Cuaresma 2023

Juan Miguel Vega y su romance de fervor en el puente de Triana

El periodista pronunció este pasado sábado el Stabat Mater del Cachorro

Juanma Labrador jmlabradorj /
26 mar 2023 / 11:14 h - Actualizado: 26 mar 2023 / 11:16 h.
"Cofradías","El Cachorro","Cuaresma 2023"
  • Juan Miguel Vega y su romance de fervor en el puente de Triana

Con Nuestra Madre y Señora del Patrocinio expuesta en veneración a las plantas de su Hijo, el Cachorro de Dios, y como viene ocurriendo desde hace ya casi treinta años, la corporación trianera de los confines de la calle Castilla celebró el Stabat Mater, meditación literaria ante su dolorosa que en esta ocasión pronunció el periodista Juan Miguel Vega Leal en la noche del sábado 25 de marzo, víspera del Domingo de Pasión.

Juan Miguel Vega y su romance de fervor en el puente de Triana


Vega se postró a las plantas de la Virgen con total sinceridad: «Ante tu divina presencia, me inclino esta noche para bendecirte y darte gracias. Es a lo que he venido. Sólo a darte las gracias. En mi nombre y en el nombre de todos los que te debemos tanto. Una deuda a la que yo hoy debo sumar el privilegio que ahora se me concede», si bien en sus palabras no faltó un guiño al aniversario que se vive en este 2023 por el Zurraque, cuando manifestó que «Un año más, está resucitando la ciudad; igual que Tú resucitaste, Ave Fénix de la Gloria, hace ahora cincuenta años, regresando de las llamas de un infierno blasfemo que hizo presa en tu altar. Un aciago día de febrero de 1973, las lenguas del averno, brotaron del abismo, calcinando tu rostro de dolores traspasado. Dejando al Patrocinio, a toda Triana y a Sevilla entera en el más absoluto desamparo, en la más hiriente soledad. Sólo quienes vivieron aquel momento pueden saber cuán grande fue el sentimiento de vacío, de pérdida, de orfandad que provocó en la ciudad».

Tampoco faltaron los versos en esta disertación de Vega Leal:

«Dios te salve y te consuele
María, llena de lágrimas
y llena también de la gracia
de la gloria sevillana.

El Señor está contigo
y con Él Tú en cuerpo y alma.
Bendita seas por siempre,
entre todas la más santa.

Y bendito sea tu vientre
y el fruto que en él brotara.
ese a quien llaman Cachorro
que al hombre enfermo sanara.

Santa María, Madre del Dios
del Zurraque y de la Cava
ruega siempre por nosotros
pecadores, polvo, nada.

Ahora, después, y en la muerte
ruega siempre, mujer santa
por Tu hijo y por su Iglesia
por Sevilla y por Triana».

Pero imposible fue no decirle algunas palabras también al Hijo de la Señorita de Triana: «En el Cachorro no contemplamos la Muerte, sino la Ascensión de Jesús al Cielo. Y también están en el Cachorro los momentos más trascendentales que de la vida del Mesías cuentan los Evangelios. Está la fragilidad del niño que nació en Belén y adoraron los pastores, arropado con un lienzo blanco, cual el que usaban los judíos para envolver a los corderos antes del sacrificio. El Cachorro, levitando sobre su altar o el monte de claveles de su paso, es también el Jesús que camina sobre la Mar de Galilea y el que proclama las Bienventuranzas, convocando entre sus elegidos a los pobres, de pan y de espíritu; a los perseguidos, a los humildes, a los mansos... El Cachorro es el Jesús que en el cenáculo instituye la Eucaristía con la vista fija en las alturas celestiales. Es el Jesús al que Juan bautiza en el Jordán y se transfigura en el Monte Tabor».

Juan Miguel Vega y su romance de fervor en el puente de Triana


Entremezclando su palabra con piezas musicales como «Jesús de las Penas» de Pantión o «Patrocinio» de Gámez Laserna, evocó la historia de cuando en 1973 el molde del rostro de la actual dolorosa fue tirado al río por su propio autor, Luis Álvarez Duarte, junto a otros cachorristas, pero contó, a raiz de ello, una desconocida historia personal, pues «lo que no sabe nadie es que el lugar exacto del Puente desde donde arrojaron tu mascarilla al río, era el mismo al que mi padre me llevaba cada Viernes Santo para ver la cofradía del Cachorro, cumpliendo un rito sagrado al que nunca quiso faltar; un rito que lo hacía acudir a la llamada de su sangre, reencontrándose con la memoria de sus mayores; en un homenaje de amor a la madre que le diera el ser, a mi abuela Carmen. Desde entonces, cada vez que regreso a ese punto exacto del puente y me asomo al río, creo adivinar en sus aguas verdes tu rostro, tu cara y, en definitiva, tu presencia. Y al verlos, creo ver también, a mi padre junto a mí; y vuelvo a sentir su mano tomando la mía para guiarme por los senderos de la vida, senderos que, cada Viernes Santo, nos seguirán llevando hasta este mismo lugar del Puente, donde, año a año, continuaremos renovando las promesas de amor y fidelidad, también de agradecimiento, hacia quienes nos dieron la vida y nos enseñaron todo lo que sabemos; promesa, padre, que yo ahora quisiera hacerte de nuevo ante esta imagen sagrada de La que tú, en el Cielo, ves en persona desde hace ya casi tres lustros. Los tres largos, eternos, lustros que hace que no te veo».

Juan Miguel Vega y su romance de fervor en el puente de Triana


Llegó el momento de la despedida, y Juan Miguel Vega volvió a tirar de la poesía para darle eternamente gracias a la Virgen del Patrocinio:

«De Dios esta maravilla
bañará con su luz leve
la luna del Parasceve
cuando venga por Castilla
el Cachorro de Sevilla
en la alta madrugada.

Irás tras él, abrazada,
a un glorioso vaticinio
María del Patrocinio
que hay de esperanza en tu seno.

Repican ya en tí las campanas
clamando que Dios es bueno
y el domingo a la mañana
besará los pies Triana
de Jesús el Nazareno.

Protégenos con tu velo
Patrocinio eres del cielo
la luz y la aristocracia
A adorarte no es reacia
mi alma. Ante ti postrada
hoy no quiso pedir nada.
Sólo vino a darte gracias.»