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Reportaje gráfico: Manuel Gómez -
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Una restauración escrupulosa y respetuosa al máximo con la obra original. Las caídas del palio de la Esperanza Macarena recobrarán esta Madrugá los brillos perdidos gracias a la laboriosa restauración realizada en el taller de Sucesores de Elena Caro. Desde este jueves puede admirarse en la Basílica, con el palio ya montado, los resultados de estos trabajos, en los que han intervenido «una media de 10 a 12 personas durante un año entero», asegura Carla Elena, gerente del taller.
Supervisada semanalmente por una comisión de expertos, la intervención ha consistido en la limpieza de los bordados, la sustitución de la malla que les sirve de soporte, la reposición de las «calvas» aparecidas por el roce en los escudos heráldicos –hechos con hilos de seda– y la ejecución de nueva pasamanería a cargo de Sergio Guzmán.
Asegura Carla Elena que «este palio tiene algunas particularidades que han hecho especialmente complicada su restauración, como su doble perfil, en hilos de colores y en oro, sus dos tipos de malla, de bolillo y de nudo, o las miles de lentejuelas, casi un kilo, que van enganchadas a la malla, que se han quitado una a una, se han limpiado y se han repuesto. Sólo poniendo lentejuelas nos hemos llevado ocho personas cuatro días», indica Carla Elena para subrayar la magnificiencia y laboriosidad de los trabajos. El prioste de la Esperanza, Fernando Marmolejo, se muestra admirado del resultado. «No se nota la mano del restaurador» en una obra que ejecutara Esperanza Elena Caro en los años 1962-65 y que constituye en sí misma un «auténtico desafío al oficio por la devoción que le tenía esta señora a la Virgen de la Esperanza». ~