Victoria coronada en el corazón de Sevilla

La cofradía cigarrera hizo suya la Catedral por segunda vez en este siglo para la coronación de la dolorosa a manos del arzobispo Asenjo.

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
13 oct 2018 / 13:00 h - Actualizado: 13 oct 2018 / 18:05 h.
  • Fotos: Jesús Barrera / Vídeos: Juan Raya
    Fotos: Jesús Barrera / Vídeos: Juan Raya

Su historia está llena de Victorias. Hazañas ganadas en el campo de la batalla de la vida y a lo largo de los siglos. Entre la devoción sencilla de las mujeres cigarreras de la Fábrica de Tabacos y los sentimientos nobles de todo un monarca que quedó prendado de su dolor sereno. También con las cornetas y tambores que hacen escuela de la música y forman a generaciones de jóvenes sevillanos en las partituras de la vida, el trabajo y la humildad. La misma que supo mantenerse fiel a ese gremio –hoy casi desaparecido- que le dio nombre a una cofradía señera y señorial que encontró su barrio, Los Remedios, al otro lado del río. Este sábado la dolorosa cigarrera, la del llanto hermoso, ha vuelto a lograr una nueva Victoria en el corazón de Sevilla.

A las 12.21 horas de un mediodía de cielo azul inmaculado, el arzobispo Asenjo depositaba sobre las sienes de la Virgen de la Victoria la remozada corona que desde este sábado la acredita como décimo novena dolorosa coronada de la Semana Santa de Sevilla. Se cumplía así el sueño de la familia cigarrera al distinguir a su Madre, que se presentaba radiante en el Altar del Jubileo de la Catedral escoltada por el Pendón Real y por el estandarte corporativo de la hermandad, y vistiendo la saya de tisú de Juan Manuel Rodríguez Ojeda y el manto de camarín bordado por Jesús Rosado.

A esa hora, un arzobispo profundamente emocionado besaba las manos de la dolorosa que le conquistó mientras que los acordes de la Marcha Real del órgano catedralicio –ahora en manos de Carlos Arturo Guerra tras el fallecimiento hace meses del maestro Enrique Ayarra- y un tímido aplauso de los más de mil fieles que asistieron a la misa estacional de la coronación rompían por unos segundos la solemnísima liturgia en la que se escucharon grandes obras de compositores clásicos como Caccini (Ave María), Haendel y Mozart (Misa de la coronación), interpretadas de forma impecable por el imponente orfeón conformado por la Coral Polifónica de Jesús Despojado y la de Ángel Urcelay, acompañadas ambas por la Orquesta de Cámara «Santa Cecilia».

Se había hecho realidad el anhelo de los hermanos de las Cigarreras que desde un primer momento habían recibido una consigna concreta del mitrado hispalense -y hermano efectivo de la cofradía desde mayo- que tuvo «el honor inmerecido» de coronar a la Virgen de la Victoria. «Cuando hace dos años recibía en el Arzobispado al hermano mayor que me solicitaba la coronación, le pedí que el acontecimiento tuviera una coloración eminentemente espiritual y evangelizadora, y que no se buscaran otras finalidades que no fueran la renovación profunda de la vida cristiana de los cofrades y el incremento de su amor a la Virgen. Les pedí también que no se olvidaran de los pobres, con una acción social realmente apreciable, visible e identificable. Soy testigo de que lo habéis cumplido. La coronamos con una joya material. Hemos de coronarla, además, y esto es lo decisivo, en la intimidad de nuestros corazones como Reina y Señora de nuestras vidas».

Asenjo recordó también la elección el motivo de la elección del lema La Virgen de la Victoria en el corazón: «Pongamos a la Virgen en el centro de nuestras vidas. Caminemos con ella, poniéndola como estandarte de nuestra peregrinación en esta tierra. ¡Qué mejor compañía que la de María! Que, a partir de hoy, con un gozo y un compromiso renovados, la Virgen de la Victoria sea el centro de nuestros pensamientos, el norte de nuestros anhelos, el apoyo de nuestras luchas, el bálsamo de nuestros sufrimientos y la causa redoblada de nuestras alegrías». Se palpaba la implicación personal del prelado, que en 2013, cuando la hermandad celebró los 450 años de sus primeras reglas, quedó hondamente enamorado de la bellísima imagen titular de Las Cigarreras, que pasa por ser una a las que don Juan José profesa particular devoción.

Ante la ausencia, debido a cuestiones de agenda, de Su Majestad la Reina Sofía, madrina de la coronación, cuatro niñas nacidas dentro del proyecto Hogar Belén de la parroquia de San Joaquín, que acoge a mujeres embarazadas abandonadas con riesgo de deshacerse de sus hijos, fueron las encargadas de portar sobre unas pequeñas andas la presea de la coronación, la misma que cinceló Manuel Seco Velasco en 1967 para esta dolorosa de belleza arrebatadora y que ahora ha sido restaurada y enriquecida por el joyero cordobés Miguel Ángel Cerezo. Estas pequeñas que han venido al mundo gracias a la labor social a la que ha contribuido la coronación podrán contar a sus hijos y sus nietos que ellas fueron las que acercaron la presea al arzobispo aquella jubilosa mañana en la que Sevilla coronó a la Victoria. Esa Virgen a la que rezaron las mujeres de mantones al talle que acudían a su puesto de trabajo en el Real Fábrica de Tabacos y a la que acompañó el rey Alfonso XIII en la ya eterna presidencia del Jueves Santo.

En las postrimerías de la misa estacional, el delegado diocesano de Hermandades, Marcelino Manzano, dio lectura a la bendición especial concedida por el Papa Francisco a la hermandad de las Cigarreras y que había solicitado ex proceso el arzobispo Asenjo al nuncio apostólico de Su Santidad en España. A lo que monseñor añadió a modo de arenga final: «Se suele aplaudir en estos casos» aliviándose así la respetuosa actitud de los fieles que asistieron a la misa estacional, concelebrada por multitud de sacerdotes venidos de diversos enclaves de nuestra Archidiócesis.

Al concluir la ceremonia de la coronación, la última de la era Asenjo en la Catedral ya que la próxima, en mayo de 2019 será la de la dolorosa de Los Negritos a los pies del monumento a la Inmaculada en la Plaza del Triunfo, un tuit del cofrade y pregonero de las Glorias 2018, Juan Manuel Labrador, arrojaba un dato más de esta histórica mañana: «Suena en el órgano la marcha Estrella Coronada, de José Velázquez, que igualmente se escuchó de la misma forma y en idéntico momento en la coronación de la @hdadlaestrella en 1999».

Eran las 13.14 horas y el reloj apremiaba al equipo de priostía de Las Cigarreras, que en un par de horas, tenía que entronizar a la dolorosa a su paso de palio para emprender el camino de regreso (a las 16.30 horas) en una procesión triunfal que le llevaría a visitar las capillas de Jesús Despojado y las Aguas, no sin perder de vista los avisos de Meteorología que se fueran sucediendo sobre la trayectoria del ciclón tropical Leslie que podría alcanzar Andalucía sobre la medianoche, poco antes de que entre el cortejo en el templo. En principio, el riesgo era mínimo, lo que invitó a muchos sevillanos y foráneos a contemplar este Jueves Santo fuera de tiempo en el que la Virgen de la Victoria llegó a Los Remedios surcando una ciudad que llevó, gracias a Ella, una vez más a María en el corazón.