Airbus ha acelerado este verano de forma significativa la entrega de sus aviones de transporte militar A400M, que tienen su centro de montaje y recepción en Sevilla, de manera que en apenas mes y medio ha entregado cuatro aparatos a Francia, Inglaterra y Alemania, frente a las cinco unidades que habían salido de la planta sevillana de San Pablo en los seis primeros meses del año.
El fabricante aeronáutico ha duplicado así la cifra de entregas en lo que va de año alcanzando los nueve aviones en un periodo, el estival, en el que ha avanzado en los múltiples frentes que el programa mantiene abiertos por los fallos de una pieza en las cajas reductoras de los motores, los defectos en la aleación de parte del fuselaje y la demora en la implantación de las capacidades militares que los clientes exigen en sus aviones de transporte.
Precisamente, uno de los últimos cuatro aviones entregados, el MSN33 francés, es el primer aparato de la familia del A400M que incorpora capacidades tácticas, una de las carencias más criticadas por algunos países clientes como Alemania, que incluso ha anunciado que reclamará compensaciones por este motivo y el retraso en el calendario de entregas.
De este modo, Francia, que cuenta ya con una flota de diez A400M, dispone con este avión de capacidades mejoradas en el lanzamiento de cargas, de protección por blindaje en algunas zonas de la aeronave, con un sistema de protección integrado (sistema de defensa con bengalas) y con capacidad, además, de realizar aterrizajes automáticos de baja visibilidad. A partir de este avión, las próximas entregas ya incluirán estas capacidades, precisaron ayer fuentes del constructor aeronáutico.
Será complicado, no obstante, cumplir con el objetivo marcado a comienzos de año por el que Airbus confiaba en alcanzar los veinte aviones entregados. Hasta la fecha, los gobiernos han recepcionado treinta aviones A400M, que se reparten entre los diez que tienen Francia e Inglaterra, los cuatro que posee Alemania, los tres que tiene operativos Turquía y los tres restantes con los que cuenta Malasia.
Uno de los últimos quebraderos de cabeza importantes a nivel industrial lo han protagonizado las cajas reductoras (PGB por sus siglas en inglés) que incorporan los motores turbohélice y que fabrica la italiana Avio, filial de General Electric. Un defecto en una de las piezas de la PGB, detectado a comienzos de este año, obligará a devolver al taller todos los aviones en servicio y los que están actualmente en fase de producción, en concreto a la revisión de los motores 1 y 3, que giran a la derecha.
El pasado mes de julio la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA ) validó una solución transitoria hasta que se resuelva de forma definitiva el problema con el diseño y certificación de la nueva pieza que sustituya a la defectuosa y que permite a los países operar con «mayor normalidad» el avión. Así, amplía a 650 horas de vuelo las necesarias para someter la PGB a revisión (en lugar de las 200 horas requeridas anteriormente). «Estamos trabajando con Avio y General Electric para encontrar la solución definitiva», apuntaron fuentes de Airbus. Queda pendiente también zanjar el problema del lanzamiento lateral de paracaidistas, en cuya certificación se está avanzando, y resolver el repostaje en vuelo para helicópteros, cuestión en la que también se trabaja.