Como se ha ido demostrando a lo largo del tiempo, el jazz es la música que mejor acepta mestizajes; el jazz siempre dice sí a otros ritmos, a otras músicas. Si el jazz representa la libertad absoluta al hacer música, el efecto que produce la fusión con el flamenco o con cualquier otra música es multiplicador y el mundo puede ser mirado desde lugares improbables, insólitos y casi místicos.
Existen algunos lujos de los que los aficionados al jazz pueden disfrutar. Existen algunos lujos de los que los aficionados al flamenco pueden disfrutar. Flamenco Standards, la formación liderada por Pablo Martín Caminero, es un lujo del que pueden disfrutar los amantes del flamenco y del jazz. Todo al mismo tiempo y todos a la vez.
Al comenzar este último concierto en Conde Duque de Madrid, el que escribe ya tenía el vello de punta escuchando la baqueta del baterista Marc Miralta al golpear en uno de los platos. Marcaba el compás del martinete con el que arrancaba el espectáculo. Lela Soto (solo participó en este tema) ponía la voz a funcionar (muy filtrada y, creo, de forma innecesaria; el cante flamenco no precisa de ese tipo de cosas para decir y hacerlo bien). Seguían unas bulerías. Y ya estaba claro que el concierto sería una maravilla. Que otros palos fueran llegando era cuestión de tiempo. De hecho, la cosa siguió con unas alegrías.