«Basilisco» es un excelente libro de relatos que descarga todo su sentido en la frontera que le separa de la novela y de la autobiografía. «Basilisco» es un libro excelente en el que las voces se alternan generando el clima adecuado en cada fase de desarrollo narrativo y buscan apoyarse en otros narradores que aportan una buena dosis de credibilidad al conjunto. «Basilisco» es un conjunto de relatos excelente en el que los personajes crecen gracias a la suma de características que Jon Bilbao va colocando con acierto en las distintas fases por las que nos hace transitar en cada relato.
Se alternan relatos que tienen como protagonistas a un ingeniero que busca formas de no rendirse ante el aburrimiento y la desazón (elige ser escritor) y a un tal John Dunbar, un hombre del oeste americano, un hombre de esos a los que antes llamábamos vaqueros los niños españoles. Cada relato puede funcionar de forma autónoma aunque existe un hilo conductor poderoso que convierte el libro en un conjunto compacto en el que cada fragmento se explica a sí mismo y explica el resto.
Técnicamente, el libro es robusto y Jon Bilbao demuestra que tiene un oficio más que desarrollado. Los diálogos buscan ir por delante de la acción y que podamos ver más allá de los personajes, las imágenes (sobre todo en el último tercio del libro) son expresivas y potentes y cualquier recurso estilístico que utiliza Bilbao funciona porque está colocando en el lugar justo.
La propuesta de Jon Bilbao es apetecible aunque lo que más sorprende y agrada es ese juego que el autor propone y que tiene como protagonista el oficio del escritor, lo que supone para la persona desarrollar ese trabajo, qué aporta a los demás y qué significa como parte de la realidad. La evolución de un personaje como parte de la evolución personal del escritor en un momento determinado es el anclaje que Jon Bilbao utiliza para desarrollar la idea que él tiene de la escritura creativa.
«Basilisco» es un libro que lee muy bien y que puede gustar a cualquier lector. Al fin y al cabo, Bilbao lo que hace es volcar sus experiencias con el cómic, con el cine y consigo mismo, para crear un wéstern ambientado en el viejo oeste norteamericano. Y eso es algo que nos resulta familiar, algo de lo que conocemos con qué códigos funciona.
