Woody Allen sabe de qué va el famoseo. Lo sabe y lo ha criticado más de una vez. Desde la idiotez absoluta de los que se apoyan en una intelectualidad pomposa y más ficticia que real, hasta el montaje cultural que convierte en mierda todo lo que toca; desde un sitio a otro, Woody Allen ha ido recorriendo un ámbito enorme intentando dejar las cosas en el lugar adecuado. Lógicamente, el resultado se queda en protesta testimonial. Todo sigue siendo la misma cosa y así seguirá por siempre jamás.
«Celebrity» es una comedia exquisita en su concepto y en su factura. Salpicada con un reparto de lujo. Algo más extensa en su metraje de lo que acostumbra a presentar este director porque había mucho que contar. Por supuesto, la relación entre adultos (en pareja) tiene gran protagonismo en el guion. Y los asuntos que obsesionan a Allen terminan apareciendo (Dios, el psicoanálisis, etc.). Aunque, esta vez, el arte, los artistas, la cultura, los intelectuales y todo lo que les rodea pasan a estar en primera línea.
La elección del blanco y negro por parte del director para presentar su propuesta está más que justificada desde un punto de vista artístico. Como él mismo diría, todo lo que vemos apesta a blanco y negro. Esa ciudad, esos decorados, esos personajes, en color serían muy distintos. No se puede pintar un mundo entero de gris. Así que la opción es el blanco y negro. No hace falta decir que la puesta en escena es magnífica. Es uno de los valores indiscutibles del cine de Woody Allen.
El guion es ágil, chispeante e inteligente. Disparate tras disparate se indaga en zonas profunda que aclaran las ideas al espectador. No las propias (eso es cosa de cada uno y Allen es siempre respetuoso en ese sentido) sino las del autor. No es lo mejor que ha escrito, pero es notable. Ya he dicho más veces que lo peor de este director sería lo mejor de muchos otros.