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Actualizado: 29 dic 2015 / 17:11 h.
  •  Django Reinhardt: El genio gitano del jazz (II)
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    Django junto a Ellington.
  •  Django Reinhardt: El genio gitano del jazz (II)

Una noche, cuando Django tenía 18 años, regresó a su carreta en taxi. Este era un gasto astronómico para cualquiera de los que vivían a su alrededor. Olvidó su banjo en el asiento y entró en la caravana. Allí se acumulaba un buen número de flores artificiales. Bella, su esposa, había permitido a un pariente que las guardase hasta el día siguiente. En aquella época el material con el que se fabricaba ese tipo de flores era peligrosamente inflamable. De hecho, un descuido de Django con una vela (es la versión conocida más pausible) provocó un incendio. Logró sacar a su mujer de la carreta. Sus heridas fueron graves aunque no tanto como las del guitarrista. Su pierna derecha quedó muy dañada y su mano izquierda peor todavía (ya adelantamos en el número anterior que perdió un porcentaje de movilidad en sus dedos que, en cualquier otro caso, hubiera significado dejar de tocar un instrumento). Tuvo que pasar año y medio ingresado en un hospital. Y, en algún momento, su hermano le llevó una guitarra que nunca abandonaría.

Una vez recuperado hasta donde fue posible, Django Reinhardt comenzó a tener los primeros contactos con el jazz. La música de Louis Armstrong y de Duke Ellington supusieron lo que él consideró qué significa encontrar eso que solo era capaz de escuchar en la música clásica. La precisión con la que los músicos de jazz eran capaces de hacer música y un revestimiento modal casi perfecto, le causaron una impresión muy profunda.

En el París de los años 30, el jazz era la gran revolución musical. Django escuchaba a todos los músicos que llegaban a la ciudad. Uno de ellos fue el saxofonista André Ekyan. Y en uno de sus conciertos se produjo el encuentro de Django que sería su acompañante durante años. El violinista Stephane Grappelli y Reinhardt serían los máximos exponentes del jazz europeo hasta que estallara la II Guerra Mundial. Grappelli contaba cómo fue ese primer encuentro: «Se me rompió una cuerda y fui a cambiarla detrás del telón. Django estaba allí con su guitarra y nos pusimos a tocar. Nos sorprendimos mutuamente. A partir de entonces aprovechábamos cualquier descanso para tocar juntos. Al dúo inicial se sumó Joseph Reinhardt, y la fórmula de violín, guitarra rítmica y guitarra solista empezó a funcionar». Sería injusto no decir que antes Joe Venuti y Eddie Lang ya habían explotado esta combinación aunque sin el éxito de Django y Grappelli.

El año 1934 Reinhardt tocaba con Grapelli, Ekyan, D’Hellemes y Erner. La voz la ponía Jan Sablon. Y muy poco después, ese mismo año, fundó el que sería su grupo más famoso y el que le aportó una gran fama: el Quinteto del Hot Club de Francia. Junto a los ya inseparables Django y Grappelli, aparecieron su hermano Nin Nin, otro guitarrista llamado Roger Chaput y el bajista Louis Vola. Este quinteto era lo mejor que tenía Europa en ese momento. El swing de la banda era excepcional y los solos de Django, improvisando a velocidades imposibles para otros músicos, resultaban contundentes e inigualables. Los primero temas importantes que se grabaron son Dinah (1934) y Djangology (1935). El 1 de octubre de 1940, el Quinteto del Hot Club de Francia grabó Nuages, un hit extraordinario que se convirtió en un estándar del jazz europeo con gran rapidez. Grappelli dijo, mucho tiempo después: «Decidíamos el repertorio en el momento y los arreglos se improvisaban sobre la marcha. Lo único que hacíamos era jazz con aroma de música de cámara». Pero llegó la guerra y todo se vino abajo. Entre los hábitos desastrosos de Reinhardt y los malos golpes de fortuna, la vida del guitarrista siempre estaba revuelta y envuelta en tragedias de todo tipo.

La banda se encontraba en Londres cuando los alemanes invaden Polonia y comienzan a atacar el resto de países que tienen cerca. Grappelli decide quedarse en Inglaterra y el resto de componentes del quinteto regresan a Francia.

Los gitanos fueron perseguidos ferozmente por los nazis y muchos de ellos fueron detenidos, asesinados o enviados a campos de exterminio. Django logró que un funcionario le protegiese y pudo seguir haciendo música. Parece ser que fue invitado a actuar ante HItler y que decidió no asistir por lo que los problemas llegaron rápido. Al pedir asilo en Suiza se le denegó por no ser ni negro ni judío. La paradoja era que el guitarrista podía seguir vivo e interpretando gracias a la ayuda de un nazi y, a la vez, se iba convirtiendo en un mito para la resistencia francesa. Se ha especulado mucho sobre lo que ocurrió realmente, pero lo cierto es que un guitarrista gitano fue capaz de sobrevivir gracias a su genialidad.

Christian Escoudé firmó un disco maravilloso dedicado a la gran masacre de gitanos llevada a cabo por los nazis: A suite for gypsies.

Durante los años en los que Grappelli estuvo separado de Django, fue el clarinetista Hubert Rostaing el que acompañó al guitarrista. Sin duda esto se produjo por la influencia del que se conocía como Rey del Swing, el mismísimo Benny Goodman.

Acabó la guerra. El 31 de enero de 1946, en plena celebración del armisticio, Reinhardt y Grappelli grabaron su famosa versión de La Marsellesa a ritmo de swingen, sin saber que este fin de la violencia sería el momento en el que el declive de Reinhardt como músico comenzaba. A pesar de su genialidad, Django no supo adaptarse a los nuevos movimientos musicales. Ese mismo año, fue invitado por Ellington para que participara en una de sus giras, pero llegó incluso a plantar al gran Duke por jugar una partida de billar. De aquello solo quedó una grabación de poca calidad tomada en el Chicago Civic Center. Su música no se adaptaba y él seguía siendo un alma libre que no cuadraba con lo que se le pedía. Sin embargo, Django regresó pensando que el público americano no le habia entendido.

Comenzó a tocar la guitarra eléctrica buscando alternativas. Nunca llegó al nivel que alcanzó con su Selmer (fabricada a la medida por Maccaferri). Llegó a asimilar el bebop y en 1948 actuó junto a Gillespie.

Se conservan más de 250 grabaciones de su trabajo. A los 43 años murió en Samois-sur-Seine. Se dedicaba más a la pintura y a la pesca que a la música. Una caída y el posteriror colapso fue la causa de la muerte.

MÚSICA EN LA MEMORIA

En un concierto en el que los invitados eran Andrés Segovia y Django Reinhardt sucedió algo bastante habitual si el guitarrista manouche estaba presente. Django llegó tarde y, además, había olvidado su guitarra. Le pidió prestado su instrumento al maestro Segovia y este se lo negó. Alguien fue a buscar repuesto en un taxi y regresó con una guitarra bastante mediocre. Django se conformó y comenzó a tocar como si allí no hubiera pasado nada. Al finalizar, Andrés Segovia se acercó a Reinhardt para felicitarle por su música y para saber dónde podría encontrar un disco. Django comenzó a reir y confeso que no era posible encontrar nada similar; todo había sido una improvisación y nunca más se escucharía esa música. Entre otras cosas porque él no sabía escribir ni leer y estaba obligado a llevar la música en la memoria.

LOS PROTAGONISTAS

Stephane Grappelli nació en París el 26 de enero de 1908. Desde muy pronto y gracias a su padre, aprende solfeo y comienza a tocar el violín.

Participó como músico en orquestas que acompañaban las escenas del cine mudo. Mientras, iba conociendo la múscia clásica y desarrollaba un gusto importante por la obra de, sobre todo, Ravel y Debussy. Con esta formación clásica, conoce el jazz cuando se encuentra con los trabajos de Gershwin.

En 1934 formaría parte del Hot Club Quintette de Francia que lideraba Django Reinhardt. El resto de componentes eran Joseph Reinhardt, Roger Chaput y Louis Vola. Esta era una formación insólita integrada únicamente por instrumentos de cuerda: tres guitarras, violín y contrabajo. No tardó en convertirse en el referente europeo respecto al jazz.

Al estallar la II Guerra Mundial se separa del Hot Club Quintette para quedarse en Londres (allí se encontraba la formación cuando comenzaron los primeros combates). Durante el periodo de guerra llegó a tocar con George Shearing. Finalizado el conflicto, regresa a Francia para reincorporarse al quinteto.

Una vez desaparecido el Hot Club Quintette y fallecido Django, no dejó los escenarios hasta que la muerte se lo impidió. Grabó discos con los mejores jazzmen de la historia: Oscar Peterson, Coleman Hawkins o Barney Kessel, son algunos de ellos. No faltaron las colaboraciones con músicos como Yehudi Menuhin.

Destacó por su sensibilidad musical y su perfección técnica. Y nunca tuvo problema alguno para asimilar las nuevas corrientes musicales.

Murió el 1 de diciembre de 1997 en su ciudad natal.