El aliado, novela de Iván Repila (Bilbao, 1978) es, posiblemente, el descubrimiento literario de los últimos meses. Sus novelas El niño que robó el caballo de Atila y Prólogo para una guerra, ya fueron valoradas por crítica y lectores de forma muy positiva. Este último relato, los está siendo de la misma forma.
No se trata de literatura de enorme profundidad y calidad técnica. El relato está muy pegado a la realidad, a la actualidad; maneja un lenguaje de tonos y alientos medios, muy accesibles para el gran público; nada de imágenes poéticas, nada de alardes técnicos; pero consigue que el lector tenga que plantearse algunas cosas.
¿Son los hombres y mujeres candidatos reales a ser iguales o eso es una entelequia? Esas cosas que tantas veces escuchamos en las sobremesas familiares sobre el feminismo ¿son una realidad o ideas que en manos de un progresista de pacotilla se convierten en una bomba de relojería?
Iván Repila se instala en el disparate y en la situación extrema para contarnos lo que es el feminismo, lo que debería ser, lo que supone para los hombres y las mujeres, lo desastroso que es mal entendido. Su personaje principal, I. R. R., descubre el feminismo cuando descubre a una mujer formidable llamada Najwa. Decide echar un cable, en secreto, y consigue organizar un desastre monumental. Veremos cómo una idea confusa se convierte en el motor ideológico de un movimiento absurdo, veremos cómo la falta de comunicación es una forma de acabar con las relaciones entre personas, veremos cómo la frustración lleva a lugares oscuros en los que el descontrol permite llegar a pisar lugares peligrosos.
Repila utiliza un narrador personaje que nos acerca a la acción para que entendamos algunas cosas que si nos las contase un desconocido no tendría oportunidad alguna por falta de credibilidad. La voz narrativa, por tanto, es la más adecuada. Pero, curiosamente, no nos deja explorar el interior del personaje con profundidad. Nos deja más cerca de la superficie de lo esperado. Y es que ahondar en la consciencia de ese personaje alejaría el relato del punto irónico, casi sarcástico, que funciona tan bien. El aliado quiere ser más una novela de argumento que un ensayo oculto tras una acción novelesca.