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Actualizado: 26 oct 2015 / 15:33 h.
  • El hundimiento del Titanic

Hans Magnus Enzensberger (Baviera, 1929) publicó el año 1978 uno de los poemarios más bellos del siglo XX.

Es un poema épico que narra el hundimiento del Titanic, pero, al mismo tiempo el naufragio de todo un mundo lastrado por la arrogancia, por el endiosamiento, por un clasismo insoportable, por la carencia de ideologías que quedaron anegadas en la falta de compromiso y la desidia.

Los poemas van de la experiencia del autor cuando residía en La Habana, gritando el marxismo como única puerta al futuro, a la mecánica de la escritura; de la ideología más potente a la falta de anclajes a la realidad; del sueño del Titanic a los cuerpos helados que flotaron en el Atlántico Norte.

Enzensberger sabe que el camino de la poesía actual, de la poesía mayor, es el que lleva a la construcción del personaje desde la épica. Y eso es lo que hace en El hundimiento del Titanic.

Construye y dibuja, una y otra vez, el perfil que busca; intenta dar una explicación a lo que ha sucedido, al fracaso monumental que ha resultado ser el mundo en el que vivimos.

El libro sigue siendo moderno y evoca todo aquello que se hace imprescindible para el hombre moderno.

33 cantos nos hablan de una catástrofe que pudo evitarse aunque entre todos la convertimos en necesaria.

Varios poemas nos sumergen en los aspectos que completan el libro para convertirlo en un canto al futuro que tenemos por delante. Gris e inquietante.

El hundimiento del Titanic es deudor de La divina comedia de Dante. El autor no lo oculta.

Al contrario, hace referencia explícita al propio Dante para que no haya lugar a la duda.

Se puede saber a estas alturas qué pasó aquella noche en el océano. Con todo detalle.

Pero si queremos saber qué se sintió, cómo la herida alcanzó a todo una civilización, no hay otro camino posible que la épica de H. M. Enzensberger.

Como ejemplo sirve el Canto XI: Déjennos salir/ Nos estamos asfixiando/ Nuestro furgón de ganado se estremece/ Nuestro armario se tambalea/ Nuestro ataúd gorgotea/ Luchamos en las escaleras/ Golpeamos los paneles/ Forzamos las puertas/ Déjennos salir/ Somos muchos aquí/ cada vez somos más/ luchando/ por una pulgada de espacio/ por un tablón/ Estamos demasiado hacinados/ para quitarnos los piojos/ para cuidarnos o pelearnos./ El carterista no puede levantar/ su mano delgada/ ni el asesino la daga/ Nos asfixiamos unos a otros/ Nuestra furia encerrada/ nos levanta la piel/ y expira/ De pronto somos/ terriblemente muchos/ Aplastamos como masa blanda/ a los que ya han sido atropellados/ Un pudín de pánico/ apestando a miedo/ agrio y ratonil/ Nos hinchamos y hundimos flácidos y suaves. ~

Calificación: Imprescindible.

Tipo de lectura: Evocadora.

Tipo de lector: Aficionados a la poesía y los que quieran mirar desde un lugar distinto.

¿Dónde puede leerse?: Junto a las fotos del pasado.