Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 24 mar 2017 / 12:16 h.
  • El indomable Will Hunting: Tras la máscara del ‘chico malo’
  • El indomable Will Hunting: Tras la máscara del ‘chico malo’
    La amistad es uno de los valores fundamentales que se manejan en la película. / El Correo
  • El indomable Will Hunting: Tras la máscara del ‘chico malo’
  • El indomable Will Hunting: Tras la máscara del ‘chico malo’
    Cartel de la película. / El Correo

¿Qué es lo primero que se imagina cuando piensa en un «chico malo»? Probablemente, casi todos le atribuyamos unas características similares a nuestra representación mental: un chico joven, incomprendido, con una compleja relación filio-paternal, probablemente fume y beba, de clase pobre... En definitiva, el típico chico que ninguna madre quiere para su hija, pero con el que toda adolescente – siguiendo los cánones hollywoodienses, que no la realidad misma- desearía estar. Will Hunting cumple todos esos requisitos y más. Sus antecedentes hablan por sí solos: asaltos, robos, centros adoptivos y víctima de abusos físicos. Vive en un barrio pobre al sur de Boston y trabaja limpiando los pasillos de una prestigiosa universidad. En sus ratos libres, se va de juerga con los amigos, se mete en alguna que otra pelea y lee. Sobre todo lee. Eso es lo que le diferencia del estereotipado rebelde. No camina con aires pedantes, ni se toca el pelo engominado en cada toma. Es otro tipo de rebeldía. Además, Will Hunting, es un genio.

Esta película, escrita por unos jovencísimos Matt Damon y Ben Affleck, consiguió el Oscar al mejor guión original y Robin Williams, a mejor actor secundario con unos monólogos memorables como Sean Maguire, el terapeuta. Si no la ha visto ya, hágalo.

El protagonista, Will Hunting, es interpretado por el propio Matt Damon. Ahora bien, ¿cómo es Will? El profesor le ofrecerá la oportunidad de reconducir su vida: salir de Boston y conseguir un trabajo que esté a su altura. Pero Will no se lo pondrá fácil. Está muy cómodo, o eso nos hace creer, viviendo dentro de su cascarón y sin salir de su zona de confort. Gus Van Sant, director de la película, nos muestra la casa de Will prácticamente vacía si no fuese por los libros. Los libros han sido el salvavidas de Will durante toda su vida. Los libros y sus amigos. El joven Hunting se siente seguro en su pequeño y cerrado círculo de amigos, que son su gran apoyo. El más cercano de ellos es Chuckie Sullivan, interpretado por Ben Affleck, quien participa en el reparto con un personaje más discreto, pero crucial para el desarrollo de Will. Representa el valor de la amistad. Es un amigo incondicional. Es tan leal que le hace ver que sería un fracaso que llevara la misma vida que él, trabajando en la construcción, teniendo semejantes dotes. Le invita a tomar las riendas de su vida y a arriesgar, aunque suponga alejarle de su lado.

Todo esto es lo que deberá descubrir el terapeuta Sean Maguire junto con el espectador a lo largo de las sesiones. Poco a poco vamos viendo como en Will se contrapone su madurez intelectual con su inmadurez afectiva. Tras esa máscara que se ha construido para sobrevivir en un ambiente hostil hay un niño pequeño maltratado. Su mecanismo de defensa es apartar a las personas de su lado antes de que puedan abandonarle. Will comparte mucho de su infancia con el terapeuta: ambos son del mismo barrio y fueron maltratados por sus padres. Esto le permite conectar más profundamente a Sean con Will y comprenderle mucho más. Sean le hace enfrentarse a sus miedos y a su vez, Will también le devuelve el espejo y le hacer ver cosas difíciles de aceptar.

Por supuesto, no podía faltar la chica. El chico conoce a Skylar, una estudiante de Harvard: guapa, lista, rica y divertida. La verdad es que no es un romance tan original que rompa todos los cánones. Se divierten juntos. Ella no intenta cambiarle, no intenta reconducirle por el «buen camino» a diferencia del profesor. Le deja ser como es. Se enamora de él y se lo dice varias veces. Él le confiesa todo su pasado y ella le acepta. Poco a poco, va consiguiendo quitarle capa a capa su cascarón e ir conociendo más de su vida hasta cierto punto. Cada pasito que ella da para que la relación avance, Will se pone de perfil. Se queda en su sitio esperando a que ella le suelte la mano y le abandone. Pero ese momento no llega. Al contrario, es él quien no soporta la presión y antes de arriesgarse a amar incondicionalmente, rompe con ella.

Will, aparentemente, tiene todas las papeletas para dejar de estancarse en el pasado y ser feliz. Tiene unos buenos amigos, una chica que le quiere y le respeta, y puede acceder a cualquier puesto de trabajo gracias a sus dotes. ¿Qué más se necesita para ser feliz? O, cambiando el orden de la pregunta: ¿Qué necesita Will para ser feliz? ¿Qué es lo que realmente valora? Un personaje que está por encima de todo y que no tiene conflictos no es interesante. Pero el conflicto de este personaje parece ser consigo mismo y no por causa de agentes externos. Realmente no pasa nada en la película que incite al personaje a movilizarse y actuar de un determinado modo. Sin embargo, está llena de dramatismo. ¿Qué se le pasará por la cabeza? Dado la profundidad del conflicto y brillantez de Will, cada pregunta que intentemos responder sonará mediocre y superficial.

Y eso nos lleva a otra cuestión, el final de la película (conviene que si no ha visto la película deje de leer ahora).

¿Qué es lo que mueve a Will a romper con su statu quo e ir a California en busca de Skyler? ¿El amor? ¿La necesidad de marcharse para encontrarse a sí mismo? Es al final cuando empieza la película, donde el espectador tiene más ganas de saber y conocer. El final es abierto, no se aclara qué sucederá al final con la relación amorosa. Por ello, se infiere que ese no es el tema principal, sino que el asunto es mucho más poliédrico. El verdadero avance del personaje no es solo que se entregue al amor – ni siquiera sabemos si lo encontrará- sino que consigue marcharse de su casa. Sale afuera, al mundo. Parece que Will tiene respuestas para todo, pero probablemente ni él mismo sepa lo que quiere. Durante toda la película le invade el miedo. Un miedo que llega desde distintos ámbitos: a ser abandonado por la chica que le gusta, a entrar en contacto con su mundo afectivo, a dejarse ver tal y como es por el psiquiatra... Pero algo cambia en él que provoca que baje de su mundo mental y súper racional hasta sus entrañas, obedeciendo por primera vez, a sus instintos. Es un acto impulsivo: hace lo que hace porque en ese momento quiere hacerlo. En una de las sesiones, Sean le viene a decir algo así como que las cosas no se aprenden en los libros, sino que se aprenden viviendo. A pesar de su genialidad, hay algo que le va a costar muchos años aprender al indomable Will Hunting: aprender a vivir.

Will Hunting es un ‘chico malo’. Y un genio. / El Correo

Will Hunting se enamora y no sabe qué hacer con ese sentimiento. / El Correo