«Eyes Wide Shut» es una magnífica e inquietante película firmada por Stanley Kubrick. Construida sobre una estética sexual casi explícita en momentos concretos, la película trata del saber, de la información, de las consecuencias de cruzar la frontera que separa la ignorancia del conocimiento. Sexo y poder (asuntos que aparecen tratados con claridad) son parte de las consecuencias y vehículos para afrontar el tema principal. La crisis matrimonial, también.
La película se divide en tres actos como es costumbre en el cine de Kubrick. Es famosísimo el central por sus escenas de la orgía en la que se ve envuelto el protagonista. Sin embargo, son el primero y el último donde se encuentra la verdadera esencia de este trabajo. En el primero se abre una ventana por la que Bill Harford (Tom Cruise) podrá mirar un mundo desconocido y ajeno que le conmociona de tal forma que la obsesión se convierte en su motor vital. En el tercero, su esposa Alice (Nicole Kidman) le avisa y le sugiere cerrar para siempre, dejar de mirar de inmediato. En la escena final, vemos a los protagonistas paseando por un centro comercial; ella termina diciendo que lo único que queda es follar (textual). Y el espectador se pregunta si el amor no existe; se pregunta si follar es el mecanismo físico más antiguo, efectivo y posible, que puede utilizar el ser humano desde que lo es. El protagonista conoce un secreto de su mujer y termina en el punto de inicio; fingiendo amar y follando para sobrevivir con un aspecto y status determinado. En el camino, Bill Harford entenderá que es dominado por su mujer, que él mismo puede dominar y eso le fascina (por ejemplo, lo descubre con la prostituta llamada casualmente Dómino); que el sexo retirado del matrimonio tiene sus complicaciones y puede llegar a ser sucio o peligroso o las dos cosas al mismo tiempo; que el amor puede estar esperando en cualquier parte; que el poder es exclusivo de unos pocos y puede ser peligroso para los demás si se enfrentan a él.