Estas colaboraciones que se producen en el Teatro Real de Madrid dan muestra de la vocación que tiene la entidad de formar parte del tejido social y cultural de la sociedad, de ser un elemento vivo y dinámico y atento a los acontecimientos de la vida contemporánea, como es el próximo aniversario de la independencia de Polonia.
Escuchar una ópera en versión de concierto, es decir, sin todos aquellos elementos que configuran un montaje escénico, podría llevarnos a pensar que estamos ante un espectáculo algo desangelado o carente de aquellos ingredientes que hacen volar una historia sobre nuestra imaginación, sin embargo nada de esto se produce en la escucha de una buena ópera a cargo de intérpretes que forman un sólido equipo artístico como ha sido en el caso de ‘Halka’.
El ejercicio de imaginación que debe realizar el público que asiste al desarrollo de una trama a través de las voces y de los sobretítulos que el Teatro Real expone en diversos lugares del teatro, tanto en español como en inglés, nos permite participar del relato, de la misma manera en que un lector construye con su mirada los escenarios y paisajes de la novela que tiene entre sus manos. La expresividad de algunos de los intérpretes, que en esta ocasión traspasó el escenario, hace que este viaje de construcción argumental se produzca casi de manera espontánea ante nosotros.
Además, ofrecer operas en versión de concierto, permite a la programación de un teatro mostrar con relativa facilidad y menos ensayos, obras que de otro modo no tendrían cabida en la agenda, dado que la realización de un montaje de ópera lleva semanas de trabajo con la necesaria ocupación de los espacios que ello requiere. Obras que dejarían de estar accesibles al público cuando son merecedoras de tener la oportunidad de ser interpretadas y difundidas, como es ésta de ‘Halka’.
Se nos cuenta en el estupendo programa de mano, que además cuenta con una imagen muy seductora y original en la portada, que en Polonia, cualquier ciudadano medio sabe quien es Moniuszko y la relevancia que tiene dentro de la historia musical de su país, resultado que estaría muy alejado si indagásemos, no ya en el ciudadano español, sino en la pequeña comunidad de melómanos que forman parte de nuestro público y que acude a los conciertos de música clásica.
Por esta razón sorprende que una música de gran calidad como la de Moniuszko, encuentre tan pocas ocasiones de ser escuchada en los escenarios. Parte de esta invisibilidad podría deberse a la necesidad de ser interpretada por artistas locales, ya que el idioma en el que se desarrolla la acción, el polaco, queda bien alejado de los estándares lingüisticos en los que se desenvuelven la mayoría de los cantantes que no tienen el polaco entre los idiomas que manejan.
El argumento de ‘Halka’ y las circunstancias de su composición se han querido relacionar con la convulsa y relativa reciente constitución de Polonia como nación independiente, y aunque las metáforas argumentales se sostienen para quién quiera atender a ellas, no es menos cierto que estamos ante una historia de amor y desamor que se desarrolla entre personajes de distintos estamentos sociales, y que esta diferencia determina en gran parte el desarrollo dramático de la obra.
El argumento tiene además enormes puntos de encuentro con el drama lírico de Manuel de Falla, ‘La vida breve’ y libreto de Carlos Fernández Shaw. Ambas historias cuentan cómo una mujer humilde es abandonada por un señorito acomodado que opta por casarse, por convencionalismos sociales, con alguien de su mismo estatus. La mujer que queda abandonada muere ante el dolor que le produce la contemplación de la nueva felicidad de quién hasta hace poco le prometía el más cálido y ferviente amor. Salvo el desenlace dramático, no es nada de lo que no hayamos tenido, posiblemente, conocimiento en alguna ocasión a lo largo de la vida.