Los lectores que han leído las dos novelas anteriores de la trilogía de Don Winslow saben que las casi mil páginas de esta nueva novela contienen escenas espectaculares, impactantes, dolorosas y retorcidas al máximo. En esta trilogía se habla de los narcos mejicanos, del problema de la droga que abarca todo el territorio de Méjico y de los Estados Unidos, de las personas que viven alrededor de una realidad absorbente y criminal y de la historia reciente de dos países vecinos que están condenados a convivir de la forma que sea.
Don Winslow utiliza técnicas de escritura antiguas que funcionan de maravilla en el siglo XXI. Aunque resulte llamativo y sorprendente, Winslow estructura su narrativa con el molde del folletín de finales del siglo XIX y debajo de algunos pasajes importantes de sus novelas encontramos a autores como Dickens. En «La frontera» se repite todo esto.
En cada parte en la que se divide la novela, vamos conociendo diversas historias que terminan encontrándose en un punto narrativo de clímax total. Para ello, el ritmo y la tensión narrativa van en aumento; los cortes de cada capítulo están estudiados y elegidos con cuidado y precisión; y el tono y los alientos del texto son más que asequibles. «La frontera» es una novela que gustará a cualquier lector aunque algunos momentos parezcan durísimos. Y gustará porque el relato está muy pegado a la realidad, porque todo es reconocible y porque es una novela que se lee, francamente, bien.
HarperCollins publica «La frontera». Las anteriores novelas de la trilogía fueron publicadas por dos editoriales diferentes. Son 957 páginas editadas con cuidado. Y no podrían haber acertado con más contundencia. Winslow arrastra a un ejército de lectores tras de sí.