Me habían hablado de la intensidad de esta novela, de la construcción de los personajes que hace con maestría su autor, de la empatía que se produce en el lector desde el primer párrafo. Me habían advertido de algo tan sencillo como que me postraría ante «La uruguaya». Sin remedio. Y así ha sido.
La uruguaya es una novela del argentino Pedro Mairal. Utiliza un narrador personaje (lo que se conoce como primera persona) y, así, evita filtros narrativos. La intención de ese narrador la conocemos desde muy pronto: está confesando ante su mujer. Lucas Pereyra es escritor, tiene un hijo con su esposa y conoció a Magalí Guerra, una mujer mucho más joven que él, en un festival literario en Uruguay. La vida de este personaje ha cambiado radicalmente y se lo va contando a su mujer. Y, de paso, a los lectores que quedan prendados de una prosa ligera, divertida, chispeante y muy inteligente.
Mairal se lanza a explorar territorios diversos que van del amor a la traición; que pasan por el fútbol, por el engaño, por la fantasía del que tiene imposibles en la cabeza. Mairal compromete a su personaje con algo tan normal como enamorarse. Y el lector siente como suya la aventura despiadada y desastrosa de Pereyra.
Los personajes van creciendo a medida que vamos sabiendo cómo enfrentan cada aspecto de la realidad. Mairal, de forma inteligente y honesta escapa de construir inventarios con características, rasgos o ademanes que no dicen nada. Al contrario, deja que sus personajes vayan creciendo cuando el lector puede ver y sentir lo que se le sugiere. Y carga gran parte de esa magia sobre el personaje principal. En realidad, el escritor Pereyra nos dibuja lo que forma su realidad con trazo fino y delicado aunque ese universo sea hostil, correoso y peligroso.