En literatura, ningún narrador es fiable. Ninguno. Por su ingenuidad, por su deseo de acercar el ascua a la sardina que mejor le va para cumplir con su objetivo, por su ignorancia o por la razón que sea, el narrador no es nunca fiable. Y si llega a serlo es porque el lector le otorga ese privilegio. Incluso ese narrador que conocemos como «objetivo» arrastra el mismo problema. Elige lo que quiere que veamos, elimina lo que cree inútil para lograr su meta, focaliza la acción de una manera u otra.
Aclararemos, por si alguien anda despistado, que el narrador es un artificio literario y nunca es lo mismo que el autor. Pone en contacto (para eso se crea la figura) a autor y lector. Por tanto, autor no es lo mismo que narrador.
La fiabilidad del narrador es un problema para el autor y lo es, también, para el lector. Problema que se resuelve con oficio y creatividad por parte del primero y con práctica e intuición por parte del lector.
Podemos encontrar cientos de cuentos y novelas excelentes en las que la elección del narrador es pieza fundamental para que los consideremos eso, excelentes. Elegir el punto de vista correcto debería ocurrir siempre que un autor toma la pluma para escribir una primera página (desgraciadamente no es así) y debería ocurrir que un lector se parase a pensar sobre algunos aspectos de la narración que si pasa por alto le llevarán a hacer lecturas erróneas. Uno de esos aspectos, el fundamental, es el narrador o punto de vista (sí, es lo mismo. Narrador y punto de vista son la misma cosa).
Para profundizar sobre este asunto recurriremos a Chéjov. Maestro de maestros. De sus aguas bebieron Salinger y Carver, por poner un ejemplo. En concreto, hemos elegido su relato «La corista» puesto que nos parece especialmente interesante. Convendría leer el cuento antes de seguir leyendo. Así, cada cual sabría en qué posición se encuentra frente a la lectura del relato antes y después de terminar este comentario. Paren y lean el cuento de Chéjov. Merece la pena.
Una buena narración es la que plantea desde el primer párrafo las reglas del juego. En el relato de Chéjov nos encontramos con el siguiente material: Una mujer que antes fue joven, hermosa y tenía buena voz (¡bonita forma de decir que ya no es así!); su amante, seguramente, borracho y por ello malhumorado; un escenario agobiante, decadente; y, ya lo hemos apuntado, un narrador presentando a los personajes desde los costados. No quiere ir de frente, utiliza mecanismos (desde la primera frase) que enmascaran su intención.
A continuación anota una intervención directa de Pasha refiriéndose a ella como ‘la corista’. Hubiera servido decir ‘dijo ella’, pero no, dice ‘la corista’. Hace tiempo decir que una mujer era corista era casi un insulto puesto que el término estaba muy próximo al de ramera. En el momento en que Chéjov escribió este relato, desde luego, era así.
Siguiente párrafo:» Kolpakov no sentía reparo alguno en que le viesen las amigas de Pasha o el cartero, pero, por si acaso, cogió su ropa y se retiró a la habitación vecina». Si no tenía problemas ¿por qué se va, por qué se esconde?