Lo que rodea las manifestaciones artísticas en algunos foros concretos, me irrita. Más a menudo de lo que quisiera.
Por lo visto, para ser artista hay que ser muy excéntrico, beber grandes cantidades de alcohol, fumar hasta la extenuación, tener la mirada perdida casi siempre, hablar de autores a los que no conoce ni su madre, mostrar cierto desprecio por los que no son artistas, mostrar un desprecio descomunal por aquellos que tratan de llegar a serlo, odiar a muerte a todo aquel que despunta o que tiene la desfachatez de asomar y no tener complejos al mostrar su trabajo. Eso o ser un estirado que fuma en pipa y al que hay que llamar de usted. Además, por lo visto, para ser artista no hace falta serlo. Novelistas que no escriben, pero beben y comparten borrachera con uno que si lo hace (mal, pero lo hace); pintores que fuman mucho aunque no agarran un pincel desde que son pequeñitos y alternan con escultores que escriben en la revista ‘La escultura es la vida y nadie nos lo podrá robar’ o poetas que presumen de ser malditos y sufren de la incomprensión social. Son los inventores de un arte inútil y estúpido. Los inventores de lo que podríamos llamar la escuela sólo nosotros entendemos de arte, tú limítate a mantener el pico cerrado. Eso o escribir una buena novela o pintar un cuadro excelente y luego (ya da igual) cualquier cosa porque la marca ya está creada y a salvo.
Soy novelista, padre de cuatro hijos, madrugador (me levanto a las seis de la mañana cada día para trabajar), no bebo, no fumo, la mirada no la tengo perdida y procuro desmitificar todo este tinglado. Como muchos otros, vaya. Y me irrita tanta idiotez, tanto corralito cerrado a cal y canto, tanto defender autores imposibles para elevar un poco más un listón (¿?) que impida que una persona ilusionada y con cualidades extraordinarias se pueda atrever a meter las narices donde no le llaman. Me irrita porque es todo una gran mentira. Escribir o pintar no tiene nada que ver con el alcohol, ni con tener un buen montón de facturas sin pagar, ni con haber leído libros que no hay quien se los trague. Saber con qué tiene que ver es otro cantar, pero desde luego con eso no. Otro cantar que muchos si conocen ni se plantean.