En el mundo hay miles de personas que dedican buena parte de sus energías a cuidar de los menores, a proteger a los niños. Y no me refiero a padres o madres que cuidan de sus hijos. Hablo de profesionales que, además, luego tienen que ejercer su paternidad o maternidad.
Trabajos duros, violentos, descorazonadores, que llevan de viaje a los sótanos infestados de ratas, alimañas y depredadores de todo pelaje.
«Polisse» es una película que habla de un grupo de policías franceses dedicado a perseguir a los delincuentes sexuales que abusan de menores, a todo aquel que pueda hacer cualquier daño a un niño. Es una película que habla de un asunto turbio, feo. Aunque, a pesar de utilizar este vehículo como locomotora de la acción, son muchos los asuntos que aparecen a lo largo de la cinta. La imposibilidad de una relación normal con los que no son sus propios compañeros porque sólo ellos entienden sus problemas; el trato con los hijos propios a los que no eres capaz de bañar porque sabes que todo lo inocente y cariñoso se puede convertir en sucio y asqueroso; la falta de opciones cuando el problema es uno concreto y la desesperación y angustia que eso provoca; la acumulación de tensiones que acaban con cualquiera.
La película presenta una estética que se aproxima peligrosamente al documental. Peligroso puesto que el guión se contamina y falta algo de profundidad y de continuidad. Maïwenn Le Besco, directora y guionista, intenta hacer que sus personajes crezcan aunque no ocurre. Todo se queda en la anécdota: explosiones de ánimo cuando no pueden soportar más; amores que no se explican ni en los que se indaga; relaciones de las que sólo sabemos lo que las recubre. No obstante, siendo esto un problema, la realizadora sí logra que demos un paseo por el fango sin que nos cueste excesivo trabajo. La película es muy entretenida, graciosa a veces, inquietante de principio a fin. No es gran cine aunque hablamos de una película muy interesante.