Raphaël Jerusalmy, autor de Salvar a Mozart, trabajó para los servicios secretos israelíes. En una ocasión, invitó a cenar en su casa a altos funcionarios egipcios.Quiso que la velada fuera extraordinaria y contrató a una arpista y a un violinista para que interpretaran distintas piezas. Al finalizar esa velada, uno de los generales egipcio pidió el violín e interpretó la melodía yídish del Violinista en el tejado. Esta escena tan tremendamente surrealista le dio pie a Jerusalmy para escribir Salvar a Mozart.
El personaje principal de este libro es Otto J. Steiner, melómano, víctima de una tuberculosis incurable; hijo de un judío que no practicaba, pero hijo de un judío que en la Alemania de 1939 era perseguido y castigado con la muerte. Otto está ingresado en una clínica en el que se hacinan los enfermos, en los que la comida y los cuidados escasean. Se va a celebrar el Festspiele, el Festival de Música de Salzsburgo, localidad en la que nació Wolfgang Amadeus Mozart, y Otto prepara una sutil venganza para que Mozart no caiga sin remedio en manos de los nazis. Otto, también, relatará, entre otras cosas, cómo se produce, el 21 de marzo de 1940, la cumbre del Paso Brenner en la que se encontraron Hitler y Mussolini.
El registro que utiliza el autor es el diario personal del personaje y alguna carta a su hijo. De este modo, se logra una cercanía más que importante con el lector. Esto es algo fundamental para entender lo que nos trata de contar Otto. El tono es bajo y los alientos muy cortos. Es decir, la economía al utilizar el lenguaje es absoluta. Algunos días relatados en el diario se facturan con una frase, con una expresión. Escapa de imágenes líricas, de un lenguaje que pudiera blanquear el dolor; Jerusalmy quiere provocar dolor, angustia y rabia.
Raphaël Jerusalmy logra un relato intenso; un dibujo de los personajes incisivo, profundo y fino. Cada una de las almas que se mueven en las páginas de la novela cumple con su misión, siendo, excepto en el caso del principal, la de iluminar a Otto y hacerle crecer en cada momento. Como anécdota, conviene señalar que aparecen algunos nombres durante el relato que corresponden a directores y compositores de la época que nunca hicieron nada por sus colegas judíos y que, después de la guerra, tuvieron gran éxito en el mundo entero. Por ejemplo, Karajan.