Es fascinante enfrentarse a la estupidez humana; es un acto al que deberíamos acostumbrarnos inmediatamente. Pero sin tanto alarido de terror ni tanto susto como al que nos someten los medios de comunicación.
¿Somos estúpidos? Claro que sí. ¿Estamos acabando con el planeta? No les quepa duda. ¿Dependemos en exceso de las máquinas? Mejor no pensar en ello. ¿Una pequeña cosa es suficiente para que se produzca un cataclismo? Desde luego. Y como esto es así nos queda poco margen de maniobra. Un par de opciones. O nos reímos de semejante panorama o nos lamemos las heridas en una esquina con la esperanza de que lo malo se acabe lo antes posible.
Stanley Kubrick optó por filmar una película sobre todas estas preguntas manejando la opción primera. Y digo bien, preguntas. Porque en «¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú» se plantean muchas aunque no se dan soluciones. Se limita a terminar la película de forma poco alentadora, es decir, nos muestra una sociedad devorada por sí misma y pagada de sí misma y todo de sí misma.
La película es impecable en muchos aspectos. En casi todos. El guión, adaptación de una novela, es divertidísimo, ingenioso, sarcástico, inteligente y convierte la trama en una narración de ritmo perfecto. Por otra parte, el montaje es especialmente acertado y ayuda a que el espectador no se pierda entre los tres escenarios principales ni en esfuerzos estériles. La fotografía es inmejorable. El movimiento de la cámara parece medido al milímetro, es exacto, haciendo de cada plano algo mágico e insustituible. Incluso los efectos visuales y sonoros pasan con muy buena nota a pesar de que la película tiene ya unos años.
Pero el gran valor de la película es la dirección de actores que llevó a cabo Stanley Kubrick. Tampoco lo debió tener difícil con el reparto que manejó aunque, incluso a los mejores, hay que indicar el camino justo, la intención exacta.
Por un lado, encontramos a Sterling Hayden interpretando el papel del General Jack Ripper, un tarado que está convencido de tener que iniciar una guerra atómica contra la Unión Soviética. Cree que están siendo envenenados a través del agua, de cualquier tipo de fluido. Hayden defiende el papel con elegancia, con un control absoluto en cada movimiento. Y el papel era difícil de verdad.