El otoño se va instalando en la ciudad y ya van llegando esos momentos de reposo de manta, música y café. Es difícil construir un plan mejor que ese si el sol se acomoda en la pereza.
El Teatro Real de Madrid ofreció ayer un concierto estupendo. Se interpretaron arias y fragmentos de distintas obras de Antonio Vivaldi (1678-1741) que aprovecharon los cantantes para convertir la hora y cuarto de concierto en un momento más que agradable. Aunque el artista principal era el excelente contratenor Philippe Jaroussky, le acompañaban la soprano Emõke Baráth, la contralto Lucile Richardot y el tenor Emiliano González Toro, que cumplieron con creces. La música fue cosa de Le concert de la Loge una orquesta de instrumentos de época bajo la dirección musical del violinista Julien Chauvin.
«¡Viva Vivaldi!» (así habían llamado el concierto) resultó delicioso. Julien Chauvin quiso dejar claro que aquello iba a sonar a Vivaldi desde el primer momento. Y lo logró sin grandes problemas. Y, también, quiso dejar claro que el sonido de su violín sería el que marcara diferencias durante todo el concierto. Eso lo consiguió interpretando «Sovente il sole» de «Andromeda liberata», segunda pieza del concierto.