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Actualizado: 25 ago 2017 / 15:09 h.
  • 1977: Primeras elecciones democráticas (II)
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    Felipe González. / El Correo
  • 1977: Primeras elecciones democráticas (II)
    Manuel Clavero Arévalo. / El Correo
  • 1977: Primeras elecciones democráticas (II)
    Santiago Carrillo. / Efe

Aunque ya hicimos referencia al excelente comportamiento electoral de los sevillanos en la consulta sobre la Ley de Reforma Política, añadimos que el alto porcentaje de participantes fue una demostración de equilibrio sociopolítico, y que la abstención provincial, fijada en el 19,50 por ciento, en línea con la registrada en Andalucía, fue sensiblemente inferior a la media nacional. Un resultado que desmintió opiniones adversas para la región y su capital histórica relacionadas con su madurez política y la influencia presuntamente negativa del predominio de las izquierdas en una población con los mayores porcentajes de desempleo y analfabetismo.

Los resultados de la participación sevillana fueron superiores a los registrados en las catorce consultas más importantes celebradas en Europa desde 1931. Los porcentajes de abstención nacional en las elecciones generales de 1931, 1933 y 1936, fueron del 35, 32,5 y 30,4 por ciento, respectivamente. En Francia, desde 1946 hasta 1972, sólo el referéndum para aprobar la Constitución de la V República (1958) tuvo menos abstención, el 15,1 por ciento; e igual sucedió en Irlanda, Grecia y Noruega en 1972 y 1973.

En las primeras elecciones generales de la Monarquía, celebradas el 15 de junio de 1977, Sevilla volvió a dar espaldarazo a la democracia con una participación récord del 83,07 por ciento en la capital. Sería la mayor participación de todo el periodo democrático, seguido del 77,54 por ciento logrado en las elecciones generales de 1993. Frente al 21,72 por ciento de abstención media nacional, Sevilla registró el 16,93 por ciento.

El primer mapa político democrático sevillano tuvo color socialista en el voto popular gracias a la masiva participación electoral y el elevado porcentaje de jóvenes. El PSOE obtuvo cinco escaños (284.081 votos); UCD, cinco (228.079 votos); Alianza Popular, uno (43.491 votos); y PCE, uno (36.725 votos). Pero en el recuento final de votos del conjunto provincial, el Partido Comunista obtuvo dos diputados y Alianza Popular perdió el que tenía. Sin embargo, en el conjunto de la nación, el triunfo fue para UCD, con 165 escaños, seguida por el PSOE con 118; el PCE, con 20 y Alianza Popular, con 17. Los españoles no votaron a favor de izquierdas ni derechas, sino del centro dirigido por Adolfo Suárez.

Los primeros diputados sevillanos de la nueva democracia fueron los siguientes: Partido Socialista Obrero Español: Alfonso Guerra González, Rafael Escuredo Rodríguez, Alfonso Lazo Díaz, Enrique Martínez Lagares y Ana María Ruiz-Tagle Morales, esposa de Escuredo. Unión de Centro Democrático: Manuel Clavero Arévalo, Jaime García Añoveros, José Manuel Tassara Llosent, Soledad Becerril Bustamante y Eugenio Alés Pérez. Y del Partido Comunista de España: Fernando Soto Martín y Manuel Benítez Rufo.

Los representantes sevillanos en el Senado fueron José Palacios Fernández (PSOE), Antonio Fontán (UCD), Francisco García Borbolla (PSOE) y José de la Peña (PSOE).

1979. Segundas elecciones generales (febrero). Por Sevilla resultaron elegidos cuatro diputados por el PSOE, cuatro por UCD, dos por el PCE y otros dos por el PSA. Primeras elecciones municipales democráticas (abril). Los concejales elegidos fueron: nueve por UCD; ocho por el PSOE; ocho por el PSA, y seis por el PCE. Un pacto entre los tres partidos de izquierda formó el Gobierno municipal, una especie de Frente Popular, quedando la UCD en la oposición. Poco después dimitió el candidato de UCD, Rafael López Polanco, cuyo partido quedaría relegado a una actuación testimonial. Durante este periodo el PSA tuvo la alcaldía, pero comunistas y socialistas ocuparon las principales delegaciones. Vuelven los Reyes de España a Sevilla con motivo del Día de las Fuerzas Armadas (28 mayo).

El final de la década de los años setenta trajo una vorágine de acontecimientos sociales, económicos y políticos que modificaron radicalmente la vida pública.

Después de la euforia electoral de 1976 y 1977, apareció la abstención. La UCD, que tuvo la hegemonía del primer mapa político sevillano, la perdió por sus propios errores. El Pacto por Sevilla, un gol de Carrillo a Suárez. La Corchuela ya estaba olvidada y su espléndida obra cívico-social, laboral, formativa y cooperativista, incomprensiblemente desaprovechada.

El último tramo de la década de los años setenta tuvo un balance muy complejo y difícil de interpretar. Para los grupos políticos, sindicales y vecinales de izquierdas, la llegada de la democracia supuso el logro de unas libertades públicas que la dictadura del general Franco había tenido secuestradas durante más de cuarenta años. Y para las organizaciones vinculadas al régimen anterior, la llegada de la democracia no tenía que representar necesariamente la pérdida de los logros sociales y económicos conseguidos y que habían beneficiado especialmente a las clases obrera y media como nunca antes en la historia de España. Además, había quedado demostrado con los resultados del referéndum de la Ley de Reforma Política, en diciembre de 1976, que la mayoría del pueblo rechazaba la ruptura propuesta por las izquierdas. La sociedad anhelaba las libertades democráticas, pero sin hacer tabla rasa de los valores socioeconómicos y de convivencia conseguidos después de tantos años de sacrificios.

En 1979 [29 de septiembre] se produjo el llamado felipazo, cuando Felipe González Márquez fue reelegido secretario general del PSOE después de su dimisión histórica y lograr redefinir sus objetivos ideológicos y eliminar la palabra «marxista» del ideario. De acuerdo con la propuesta de González, el PSOE asumió «aportaciones no marxistas y reafirmó su carácter de partido de clase, de masas, democrático y federal». El marxismo, según González, quedaba como una reliquia, «un instrumento crítico y no dogmático».