La Policía Nacional ha desarticulado una organización criminal asentada en Málaga y dedicada a estafas a comercios y financieras mediante la presentación de nóminas falsas. La investigación se ha saldado con el arresto de 86 personas, entre estas los cabecillas de la red, un padre de 50 años y su hijo de 32, ambos prestamistas, por su presunta implicación en delitos de estafa, falsedad documental, extorsión, tráfico de drogas, tenencia ilícita de armas, receptación y pertenencia a grupo criminal.
Las pesquisas han permitido el esclarecimiento de 30 estafas con un fraude superior a 1,2 millones de euros, según ha informado la Policía Nacional a través de un comunicado. En los diferentes registros realizados se han intervenido desde decenas de sofás y televisiones de gama alta, hasta muebles --salones, cocinas, baños y dormitorios--, electrodomésticos, ordenadores, motocicletas, relojes de lujo, así como una pistola, 40.000 euros en efectivo y 500 gramos de hachís.
La investigación, denominada 'Mojito', comenzó en septiembre del año 2017, a raíz de que la Policía Nacional tuviera conocimiento de que diversos comercios en Málaga habían sufrido fraudes en financiaciones por personas que presentaron documentos falsificados, concretamente nóminas de empresas para las que nunca trabajaron.
Gracias a estas financiaciones irregulares, habían adquirido en los establecimientos diversos productos para luego no atender los pagos. Según las pesquisas, las personas que presentaban las nóminas falsas se limitaban al aporte de documentación, siendo sus acompañantes --un clan de prestamistas-- los encargados de dirigir la compra.
Los líderes de la red habían creado un método para cobrar las deudas a sus prestatarios: fabricaban a nombre de aquellos nóminas falsas, de empresas reales pero para las que nunca habían trabajado, y les obligaban a acudir a grandes superficies comerciales a fin de solicitar financiaciones para adquirir productos muy diversos, en compensación por las deudas contraídas.
En la estructura de la red criminal se encontraban, entre otros, la figura de los falsificadores, encargados de fabricar las nóminas falsas, y a quienes se intervinieron sellos simulados de empresas reales. Dada la especialización que había conseguido la organización, y ante el gran volumen de productos obtenidos con este procedimiento, miembros de la red comenzaron a vender efectos a terceros mediante encargo previo.