{De «labor callada» pero resistente por su capacidad de adaptarse a cambios políticos e históricos siguiendo sus principios y valores califica el superior de la provincia Bética de la Orden, José Antonio Soria, los casi 500 años de historia de la institución. «Algo debemos tener cuando seguimos y en países de todas las culturas y religiones» presume, con humildad, mientras atiende por teléfono interrumpiendo el retiro en el que supo del premio.
Soria se alegra por el «reconocimiento» a quienes cada día están con los más necesitados «extendiendo el carisma de la hospitalidad» pero también porque un premio de tanto prestigio internacional «hace visibles» a esos excluidos, enfermos mentales, pacientes que esperan la muerte recibiendo cuidados paliativos o discapacitados a los que dedican su vida. «Es un honor pertenecer a una institución que es capaz de llevar su compromiso hasta la muerte», dice, recordando a los hermanos fallecidos por ébola a los que conocía bien tras pasar 20 años en África, 14 en Monrovia. ~