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Actualizado: 30 abr 2022 / 18:05 h.
  • Felipe Fuentelsaz, en una de las fincas de naranjos de la provincia de Sevilla adscritas al Programa Zitrus, que está cosechando un enorme éxito en la recuperación de las extensiones agrarias como áreas de biodiversidad y al servicio de la salubridad y la rentabilidad. / EL CORREO
    Felipe Fuentelsaz, en una de las fincas de naranjos de la provincia de Sevilla adscritas al Programa Zitrus, que está cosechando un enorme éxito en la recuperación de las extensiones agrarias como áreas de biodiversidad y al servicio de la salubridad y la rentabilidad. / EL CORREO

“Hay quienes aún nos ven como ecologistas de salón. Pero en cuanto conocen que somos agrónomos, técnicos de campo, y contamos con expertos muy buenos en todas las facetas, empiezan a entender que la agricultura nos importa. Y estamos contribuyendo a generar innovación y soluciones al campo y a los agricultores que deberían ser marca Andalucía a promocionar dentro y fuera de España”. Es el sevillano Felipe Fuentelsaz, coordinador de proyectos de agricultura y agua en España de World Wildlife Fund (WWF), que a diario encarna el espíritu de la nueva era de las organizaciones que defienden la ecología y el equilibrio medioambiental y no solo cumplen el importante papel de criticar los excesos y alertar de los peligros, sino que además están implicadas en la materialización de mejoras aplicadas a la producción agrícola y a su gestión de los recursos naturales. En el entorno de Doñana intenta que no solo se tengan en cuenta sus análisis sobre la calamitosa situación del espacio natural español más valorado a nivel mundial, sino que sirva como ejemplo a tener en cuenta, con su implicación directa, el extraordinario éxito en la Vega del Guadalquivir del Programa Zitrus como alianza entre agricultores, conservacionistas y una cadena alemana de supermercados para mejorar juntos la excelencia de las naranjas, la biodiversidad que aportan las fincas al medio ambiente y la viabilidad económica para empresarios y trabajadores.

Hábleme de sus raíces.

Nací en Sevilla capital hace 44 años. Estoy casado y tengo dos niños. Mi padre era de Fuentelsaz, un pueblo muy pequeño de Soria. Mi madre también nació en Sevilla. Soy el segundo de sus cinco hijos. Mi padre trabajaba en una empresa de electricidad y mi madre ejercía de ama de casa. Me crié en Castilleja de la Cuesta, en el barrio de Nueva Sevilla. Mi infancia fue feliz. Estudié en el Colegio León Felipe y en el Instituto de Secundaria Alixar. En la Universidad hice ingeniería técnica agrícola y después el grado de agronomía. Siempre me atrajo tanto la naturaleza como la agricultura.

¿Cuál fue su primer empleo?

Monitor de talleres infantiles y monitor juvenil de actividades en la naturaleza, desde Castilleja de la Cuesta. Cuando acabé la carrera, mi primer empleo fue en una consultora de ingeniería de regadíos.

¿Qué le llamaba más la atención, dedicarse a la naturaleza o a la producción agrícola?

A mí me gustaba mucho la naturaleza. Pero yo me estaba formando en agricultura. La educación que se sigue impartiendo en las escuelas agronómicas está solo vinculada a la agricultura pura y dura, a la gestión agrícola. Pero yo siempre fui buscando esa tendencia a algo nuevo. Cuando empezó a emerger el tema de la agricultura ecológica, me apuntaba a esos cursos. Ante cualquier convocatoria de introducción a la biodiversidad, ahí entraba yo. Dentro de la agronomía, estuve siempre buscando perfiles de asignaturas optativas o de cursos extraescolares que relacionaran naturaleza y agricultura. Y fui ahí buscando mi camino.

¿World Wildlife Fund (WWF) fue la primera entidad del ámbito de la ecología a la que se vinculó?

Antes participé en montar en el pueblo asociaciones juveniles, algunas vinculadas con la naturaleza. La primera entidad fuerte a la que me vinculo es WWF. Empecé como voluntario y desde 2005 formo parte de su organización.

¿Qué experiencia fue más decisiva para reafirmarle en que había acertado con su vocación?

La elaboración de un mapa de los problemas ambientales en el entorno de Doñana, incluyendo todos los términos municipales colindantes en las provincias de Huelva y Sevilla, y además el de Sanlúcar de Barrameda por la parte gaditana. Fue una labor colaborativa entre 2002 y 2004 con muchas asociaciones y ONG, ahí se vinculaba el voluntariado con el activismo en el campo, sobre el terreno. Y con el objetivo de participar después en cómo resolver esos problemas. La mayoría estaban causados por la agricultura. Y comprendimos en WWF que teníamos que cambiar la estrategia y trabajar con el sector agrario para intentar resolverlos.

Explique ese cambio.

Organizaciones como WWF siempre habían tenido como emblema la conservación de especies animales importantes, como el lince ibérico, el lobo, las ballenas... Y nos dimos cuenta de que en un país como España, eminentemente agrario, gran parte de la biodiversidad se mantiene en zonas agrarias. Aunque existen grandes extensiones protegidas como parques nacionales o parques naturales, es enorme el potencial de fincas agrarias y ganaderas situadas en zonas de alto valor natural. Por eso, cuando señalamos con detalle dónde estaban en el entorno de Doñana los problemas en el uso del agua para mantener la biodiversidad, una de las primeras acciones que hicimos para afrontarlos, en el año 2007, antes incluso que la denuncia de los pozos ilegales, fue financiarle a un agricultor un sistema de ahorro de agua. Fuimos nosotros, una ONG, la que dimos ejemplo de cómo cambiar el modelo y con rapidez, ayudando a un empresario. Aquello fue disruptivo, también nos costó convencer a algunos de nuestros socios. Y hubo investigadores de una universidad andaluza que nos acusaban ¡de intrusismo!.

¿Y en la cúpula internacional de WWF les apoyaron?

A nivel mundial tiene un programa de investigación para el sector alimentación donde se engloba la agricultura trabajando en esa línea. Siempre nos hemos basado en trabajar con la gente a pie de terreno, y de la mano de las empresas que tienen mucha solvencia técnica en ahorro de agua. Incorporar a expertos ha sido muy productivo.

¿Cuál fue el primer proyecto en el que tuvieron como socio a una cadena de supermercados?

Con los supermercados alemanes Albert Heijn, intentando mejorar las prácticas ambientales de los agricultores que producían fresas. Después trabajamos con otra cadena alemana, Rewe, para mejorar los criterios de compra, querían garantizarse que los productos que comprasen cumplieran los criterios de biodiversidad, de uso legal del agua, etc. Por ejemplo, participó la empresa sevillana de vinos Colonias de Galeón, y se certificó que su vino es ecológico y que el corcho de sus tapones tiene la certificación forestal del Forest Stewardship Council. En otras comarcas andaluzas hemos hecho trabajos de ese tipo en relación con el olivar de montaña, los cultivos hortofrutícolas, etc.

¿El proyecto Zitrus es la culminación de esa evolución?

Pocas iniciativas hay con esa envergadura en España. Y porque fue gestada desde el primer momento conjuntamente por empresarios agrícolas encabezados por el sevillano Luis Bolaños, por una cadena alemana de supermercados tan fuerte como Edeka, y por nosotros. Zitrus es emblemático en España como proyecto transformador de la agricultura, porque es un modelo integrador. No es un proyecto para ahorrar agua. No es un proyecto para evitar pesticidas. No es un proyecto para mejorar la biodiversidad. No es un proyecto para mejorar las ventas de cítricos. Lo es todo porque aglutina desde su concepción todas las vertientes. Incluyendo un plan de formación para los agricultores, de los que también aprendemos muchas cosas. Y la presencia semanal en las fincas de un experto en biodiversidad, un experto en buenas prácticas agrícolas, un experto en agua, un experto en pesticidas,...

Hoy en día, ¿cuántos kilos de cítricos se están vendiendo con el modelo Zitrus?

Unos 30 millones de kilos. Y va a seguir creciendo mucho. Se empezó con una sola finca de Iberhanse, la empresa de Luis Bolaños, la persona con más mérito en que Zitrus sea una realidad y se lidere la innovación desde Andalucía. Se atrevió a transformar su finca. Y ya hay asociadas en Zitrus 31 fincas, de las que 18 están en Andalucía y las otras en Tarragona, Castellón y Valencia. En total, más de 2.500 hectáreas. Ahora se abre la convocatoria para que entren más, tendremos que fichar a más técnicos expertos para atenderles. Incluye mecanismos de trazabilidad para asegurar que la fruta de una finca se corresponde con la que se vende.

¿Zitrus le sirve a WWF como fuente de ingresos?

Sí, y con el criterio de que el máximo porcentaje posible de esos ingresos se queden en el territorio donde se trabaja. Que se quede en empresas que te hagan servicios en campo, y en empresas de formación que impartan cursos de formación, y en empresas de divulgación que elaboren materiales didácticos,...

¿Cómo miden la mejora de la biodiversidad en las fincas?

Demostramos que es posible, con diez años de antelación, cumplir exigencias que la Unión Europea impondrá a todos en el 2030. Como la eliminación de fitosanitarios tan problemáticos como el glifosato, la reducción del uso de nitratos, etc. Quienes se niegan a hacerlo quedan en evidencia, porque sí es posible a la vez que se consigue la rentabilidad comercial. Doy algunos datos: se han ahorrado más de 1.000 millones de litros de agua. Se han recuperado en Andalucía más de 30 kilómetros de corredores y en ellas hay 200 tipos de plantas. Se han colocado 47 posaderos de rapaces. Hay 7 islas flotantes en pequeñas balsas. Se ha reducido un 80% el uso de agroquímicos. En la suma de fincas Zitrus hay 23 tipos diferentes de un insecto como la mariquita. Y 116 especies diferentes de aves. Por ejemplo, en la finca de cítricos El Cerro, una de las emblemáticas de Iberhanse, hay 77 especies de aves: águila pescadora, chotacabra, alcaudón, perdices, tórtolas... Espectacular.

¿El conjunto de los agricultores asumirá este cambio en sus terrenos?

El cambio se intensificará si perciben que el mercado les pagará un precio justo. Y que pierdan el miedo a creer que van a perder producción al haber insectos y aves. Por eso denomino 'influencer' a un agricultor de Tocina-Los Rosales, de edad muy avanzada, que hace tres años se atrevió. Al principio, le tildaban de loco, de que estaba descuidando su finca al permitir que creciera la hierba y que el terreno tuviera cubierta vegetal. Hoy en día está súper contento. Tiene de antemano vendida su cosecha, y a mejor precio. Lo que no le sucede a quienes se mofaban de él.

Resuma por qué el modelo convencional ha de ser reemplazado.

La costumbre por tradición familiar, y lo que se enseñaba en la universidad, llevó a pensar que lo correcto era convertir una finca en un monocultivo, con un solo tipo de árbol, eliminando cualquier vestigio de vegetación, como un espacio liso. Eliminar la biodiversidad ha sido la causa de múltiples problemas. Cuando dejas a la naturaleza actuar para proteger a esos árboles, y no usar herbicidas donde no es necesario aplicarlos, como arroyos y lindes, en terrenos buenos como los de la Vega del Guadalquivir empieza a surgir vegetación en las áreas de producción. Si colocas posaderos para rapaces, si evalúas qué tipo de floración necesitas, qué plantas aromáticas, das pie a una eclosión de invertebrados y de insectos, casi todos beneficiosos. Con ese cambio, llegan las aves porque encuentran comida y eso controla la cantidad de bichos. Todo eso favorece que baje drásticamente tu dependencia de productos fitosanitarios, por lo que se reduce la carga tóxica en tu producto. Y el resultado es que cosechas un producto muy demandado por los consumidores que demandan alimentación respetuosa con el medio ambiente. Y además genera más empleo de calidad.

¿Qué recomienda para el reciclaje en la formación de los agricultores?

Para cualquier proyecto de transformación, hay que diseñar la capacitación para adecuar las necesidades del agricultor a su incorporación a las nuevas tendencias. Y para eso es fundamental hacerlo de modo práctico, acompañándoles para que vayan aprendiendo. Por ejemplo, comprobando sobre el terreno que la cubierta vegetal no causa daño, o constatando que la fruta no ha perdido calibre aunque hayas usado menos agua, o entendiendo que esos bichos no son plagas, sino insectos neutros o auxiliares para el rendimiento de la finca. Y a la vez, en ese mano a mano, que los técnicos aprendan del agricultor de primera mano muchas cuestiones.

¿No es posible que una parte de la producción de esas naranjas se puedan consumir en España, en lugar de venderse toda en los supermercados alemanes de Edeka?

Para atender esa demanda, hace unos meses se ha puesto en marcha, de la mano también de Iberhanse, el proyecto 'Naranjas Salvajes'. En otras dos fincas, con el mismo modelo de biodiversidad, con toda la producción destinada al consumidor de proximidad, y mediante venta online a través de una web.

¿Están recibiendo muchas peticiones para iniciar actividades similares, y con otros cultivos?

La demanda es muy alta. Estamos reestructurando la organización para poder afrontar iniciativas parecidas y contribuir a cambiar la forma de hacer la agricultura, y darle un futuro mejor a muchos agricultores que se juegan a diario su continuidad. Se puede hacer en cualquier tipo de cultivos: cereales, hortalizas, otras frutas, etc.

¿Y tienen acuerdos con otras empresas para mejoras de sostenibilidad ambiental?

Estamos realizando el proyecto 'Misión Posible – Desafío Guadalquivir', financiado por Fundación Coca-Cola, para reducir el consumo de agua en 15 fincas de la provincia de Sevilla y para restaurar una laguna en las marismas próximas a Trebujena.

Con este curriculum exitoso de impacto medioambiental mediante la colaboración con empresas, ¿van a ser más tenidos en cuenta cuando denuncian las ilegalidades en la sobreexplotación agrícola del acuífero subterráneo que da vida a Doñana?

Llevamos muchos años aportando datos. Y notamos que, por vez primera, hay agricultores honrados que están dando a conocer su hartazgo por las ilegalidades que cometen otros, y que están causando un enorme perjuicio a la supervivencia de Doñana. Y políticamente también percibo nerviosismo. Porque los avisos que están dando instituciones europeas son muy serios. Ya no estamos hablando de un tirón de orejas. Es una sentencia condenatoria al Gobierno de España por parte del Tribunal Europeo. Y son las amenazas de sanciones por la Comisión Europea, y la amenaza de dejar de comprar fresa del entorno de Doñana por parte de importantes cadenas de supermercados europeas porque sus consumidores les acusarían de ser cómplices del daño medioambiental a Doñana.

¿Es irreversible el deterioro de la Reserva de la Biosfera?

Mientras no se cumpla la ley. En el debate político y empresarial que se está suscitando, no se le está diciendo a la ciudadanía una clave fundamental: Estamos en un Estado de Derecho. Las leyes hay que cumplirlas. Y las instituciones tienen que cumplirlas y hacer que se cumplan. Pero no ocurre en el entorno de Doñana.

Explíquelo.

En el análisis que hicimos en el año 2005, se puso de manifiesto que era ilegal el 50% de la superficie agrícola que existía entonces. Con la ley en la mano, se tenía que eliminar toda esa superficie. Ello suponía un impacto social y económico muy fuerte. Y tenemos claro que es importante incluir el factor social en la ecuación para la conservación de la naturaleza. Con un esfuerzo enorme entre todos, se aprobó el plan para ordenar el territorio del entorno de Doñana. Y de todo el área ilegal, se regularizó el 80% y solo se suprimió el 20% restante. Yo vi a agricultores llorar de alegría y agradecernos que hubiéramos colaborado en articular una solución para ser regularizados, después de muchos años estando en la ilegalidad. A partir de ese pacto, todo el mundo sabía que no podía consentirse más crecimiento de producción agrícola ilegal. Todos habíamos dicho: 'Hasta aquí, y se acabó'. Pero los disconformes han convencido a algunos partidos para que cambien la legislación a su conveniencia. Eso no puede suceder. El mensaje subliminal que se traslada a la ciudadanía es: “Tú has hecho las cosas mal y no te pasa nada, yo te cambio la norma para que estés dentro”. Pero no hay más agua. Datos oficiales: el principal acuífero está declarado desde hace año y medio como sobreexplotado. Ha perdido el 60% del caudal que tenía hace 30 años.

¿Los agricultores legales son los que le van a poner el cascabel al gato, al no atreverse las autoridades?

Por vez primera se ha producido una ruptura de relaciones entre agricultores legalizados e ilegales. Y hay amenazas entre unos y otros en las redes sociales. Porque no hay agua para todos. Las zonas productivas de fresas se concentran en cinco términos municipales: Almonte, Rociana, Bonares, Lucena del Puerto y Moguer. En todos los municipios hay legales e ilegales. Pero es evidente, con los datos en la mano, que en tierras de Almonte hay mayor porcentaje de agricultores legalizados, mientras que en Lucena del Puerto y Moguer hay más porcentaje de ilegales que captan agua sin permiso. Además del daño medioambiental y de la mala reputación ante la opinión pública europea, es una competencia desleal. Porque comprar la finca de secano le ha costado mucho menos dinero, y después acude a los mismos mercados que el honrado y vende la fruta al mismo precio.

¿Teme que pueda haber incidentes?

Me preocupa, porque hay tensión en la zona. Y hay personas que quieren utilizar el conflicto para favorecer o perjudicar a partidos políticos. Ojo a eso, porque puede perjudicar aún más a la marca Doñana, y eso penaliza a toda la población.

¿Qué están intentando hacer desde WWF para contribuir a solucionar esta crisis?

Nuestro principal objetivo es que se reduzca el consumo de agua en el entorno del Parque Nacional, ahí es donde ocurren casi todos los impactos negativos. Porque hace años la normativa era de recomendaciones, y ahora marca obligaciones. Hemos editado una guía con las claves para garantizar que una finca es legal. Cuáles son los indicios a pie de campo. Porque hay muchos trucos para enmascararlo: documentos que no son correctos, imágenes trucadas,... Y queremos seguir convenciendo a los supermercados europeos para que continúen comprando fruta cultivada en el entorno de Doñana, la que es legal. Los supermercados van a exigir estándares cada vez más claros para garantizarse que se les acredite el uso legal del agua. El siguiente reto en el que nos involucraremos más en la zona es trabajar en la reducción de pesticidas.

¿Colaboran en alguna actividad medioambiental con la dirección del Parque Nacional?

Nuestro compromiso con la conservación de Doñana es muy intenso, no en vano WWF compró en los años 60 muchos de los terrenos que dieron lugar a la creación de la Reserva de Doñana para salvaguardarla, en el acuerdo con el Gobierno español de entonces. Y, como propietario, tiene cedidas marismas al CSIC y a la Estación Biológica de Doñana para que gestionen su conservación. Nuestros compañeros de restauración forestal están trabajando en la recuperación de muchas hectáreas de Doñana, tanto en la recuperación de arroyos como en la zona incendiada cerca de Moguer. Con voluntariado y con empresas locales.